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Recapitulación de The walking dead: What is always is

Por Rodrigo Seijas

(@funcinemamdq)

ATENCIÓN: SPOILERS

No deja de ser llamativo: What is always is es un capítulo en buena medida de transición dentro de esta temporada de The walking dead, donde se dejan planteados algunos conflictos que sin embargo no llegan a estallar por completo. Tampoco es particularmente dinámico y tiene un ritmo pausado, incluso cansino, hasta en las secuencias más tensas. Y sin embargo funciona bastante bien –a tal punto de justificar totalmente su título-, quizás por su autoconsciencia transicional, por entender qué es lo que debe contar y cómo contarlo, centrándose en los dilemas de los personajes y cómo los va definiendo, o terminando de definir.

Quizás lo más flojo de What is always is está en la subtrama con la que arranca, que es la de Kelly, quien queda herida y se pierde en el bosque, lo que obliga a una búsqueda por parte de Connie, Magna y Daryl. Eso lleva a que nos enteremos que tanto Kelly como Magna estuvieron detrás de una serie de robos en Hilltop, que no tienen mucho sentido más allá de agitar la conflictividad entre Magna y Yumiko: a ambas, de diferentes formas, las abruma el pasado y no tanto el pasado, y desde ahí es que la pareja entra en crisis. Sin embargo, toda esa línea narrativa no deja de ser sumamente forzada.

Donde hay un pequeño salto de calidad es con la revelación de la enfermedad que aqueja a Ezekiel, que termina de justificar su desazón y comportamiento errático de los capítulos previos, además de colocarlo en un lugar de progresiva despedida. Hay una sutileza en su intercambio con Saddiq que consigue una empatía con ambos personajes y que hasta pasemos de largo los rasgos de repetición en los que incurren ambos. Algo parecido se puede decir del encuentro entre Aaron y Gamma, quien por ahora es un personaje tan fiel como torturado: en verdad, la que termina aportando el marco explicativo para el cruce de esos dos supuestos antagonistas es Alpha, cuando le dice a Gamma que todos portamos máscaras de acuerdo a la ocasión. Su orden a Gamma para que refuerce el vínculo con Aaron abre una posible vía de resolución para el conflicto con los Susurradores, aunque habrá que ver para qué lado se inclina la balanza.

Pero lo mejor, por lejos, lo aporta el recorrido de Negan, ese hombre idolatrado por el joven Brandon, que le recuerda de manera constante que hace unos años (cuando era el líder de los Salvadores) fue el dueño de la vida y la muerte de cualquiera con quien se cruzara. Hay una lucha interna en Negan –muy bien construida desde la mirada y los gestos por Jeffrey Dean Morgan- entre el deseo de construir una nueva identidad y la consciencia de que su violencia despiadada sigue dentro de él. Esa batalla interior se resuelve –parcialmente- con la entrada de una mujer y su hijo, a los que Brandon asesina malinterpretando (o interpretando correctamente de acuerdo a un conjunto de historias previas) las órdenes de Negan, quien le retribuye el gesto rompiéndole la cabeza a piedrazos. Negan se da cuenta de que ya no quiere ser ese explotador eterno pero que sigue siendo un hábil manipulador, aun cuando no lo busca, porque para todos continúa siendo ese villano temible de las temporadas previas. Eso explica en parte su acción con la que finaliza el capítulo, que es la de entrar en el territorio de los Susurradores. Su objetivo no está del todo claro, aunque sí el método: la manipulación y la agitación constante de las ecuaciones de poder de ese momento. El hecho de no saber cuáles son sus planes exactos y metas es lo que le termina inyectando una dosis de energía extra a What is always is, un episodio sobre gente tratando de aceptar sus respectivas esencias personales.

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