Título original: Ídem
Origen: EE.UU.
Dirección: Tim Story
Guión: Kenya Barris y Alex Barnow, basado en el personaje John Shaft de la novela de Ernest Tidyman
Intérpretes: Samuel L. Jackson, Jessie T. Usher, Richard Roundtree, Regina Hall, Alexandra Shipp, Matt Lauria, Titus Welliver, Method Man, Isaach De Bankolé, Avan Jogia, Luna Lauren Velez, Robbie Jones, Aaron Dominguez, Ian Casselberry, Almeera Jiwa, Amato D´Apolito, Leland L. Jones
Fotografía: Larry Blanford
Montaje: Peter S. Elliot
Música: Christopher Lennertz
Duración: 111 minutos
Año: 2019
2 puntos
DERROTA TOTAL DEL BLAXPLOITATION
Por Rodrigo Seijas
Convengamos que la reversión/secuela del 2000 que era Shaft era una decepción: un film que pretendía aggiornar el espíritu de la blaxploitation a la entrada del nuevo milenio, pero que solo llegaba a construir un relato bastante lavado, más preocupado por la pose anti-sistema que por explorar las calles de Nueva York a través de su protagonista. Sin embargo, frente a esta continuación del 2019 –que es, a la vez, una nueva reformulación-, hasta luce como un policial atendible, con despreocupadas dosis de violencia. La nueva entrega de una franquicia que ya tiene casi cerca de medio siglo es un desastre absoluto, un film totalmente rutinario y predecible donde casi nada sale bien.
El problema no es que la película decida orientarse primariamente al terreno de la comedia, con la trama policial casi como un mero accesorio: es una decisión válida, porque encima siempre la saga tuvo un componente irónico y ácido que se fusionaba con el humor sexual e incluso racial. De ahí que detrás de cámara esté un director como Tim Story, que siempre trabajó ese género, incluso dentro de películas de acción como la remake de Taxi y de superhéroes como Los Cuatro Fantásticos. El gran inconveniente es que Shaft casi nunca es graciosa o mínimamente entretenida: todos sus chistes lucen repetidos, sin el más mínimo ingenio y hasta pareciera haber poco cariño por la comedia, lo que recuerda que Story es un realizador bastante discreto, que depende mucho del material que tiene a disposición, porque sus ideas de puesta en escena son cuando menos limitadas.
Si la vuelta de tuerca para esta nueva entrega era el recambio generacional, con la entrada en escena de John Shaft Jr. (Jessie Usher) uniéndose con su padre y eventualmente su abuelo (Samuel L. Jackson y Richard Roundtree retomando sus papeles) para tratar de descubrir la verdad detrás de la muerte de un amigo, esa apuesta es totalmente fallida. Primero, porque el joven Shaft pareciera querer competir por la medalla de plomo al peor agente del FBI de la historia del cine, con su torpeza definitivamente inverosímil y notable falta de carisma, aun cuando termina por hacer el camino de aprendizaje para asimilar la rudeza que conlleva su apellido. Segundo, porque a pesar de que haya una inclinación hacia la comedia, la trama policial necesita de algo de solidez, lo cual nunca aparece en un guión repleto de agujeros y decisiones arbitrarias. Tercero, porque el film parece asumir que tiene un público que no solo conoce buena parte de los códigos de una saga que nunca fue realmente masiva, sino que encima es acrítico y va a festejar todo, con lo cual nunca se esfuerza por construir un andamiaje narrativo consistente.
El resultado es un film muy pobre, donde la violencia queda apagada en secuencias de acción anodinas, con personajes endebles y villanos prácticamente circunstanciales, que quiere enhebrar un discurso combativo pero nunca sale de los estereotipos. Apenas se pueden rescatar las presencias de Jackson y Roundtree –que hacen todo de taquito-, y algo de un machismo tan esquemático que termina siendo involuntariamente paródico. El fracaso de Shaft en la taquilla norteamericana es más que merecido y ni siquiera da para verla por Netflix en una tarde de aburrimiento.