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Recapitulación de Game of thrones: The last of the Starks

Por Rodrigo Seijas

(@funcinemamdq)

ATENCIÓN: SPOILERS

Muchos han insistido con que, en esencia, Game of thrones es una telenovela cuyo disfraz son las intrigas palaciegas, los eventos sobrenaturales y las batallas sangrientas. En buena medida tienen razón, y acá tenemos este episodio para certificarlo. The last of the Starks, a pesar de todos sus debates políticos y las secuencias puntuales de acción, se construye como un melodrama romántico y trágico, definitivamente telenovelesco, pautado por múltiples subtramas y que se sostiene en buena medida por la convicción, o más bien, la ausencia de culpa a la hora de narrar, por más que en algunos pasajes ceda a un tono sentencioso algo forzado.

El eje melodramático fue el secreto que pasó a ser información –tal como lo describe Lord Varys- sobre los verdaderos orígenes de Jon Snow, y cómo eso resquebraja aún más la frágil alianza de los Stark con Daenerys. La conversación entre esa pareja de amados imposible que conforman Jon y Daenerys tiene ecos shakespeareanos pero también coquetea con el folletín telenovelesco, con lo que se acerca a la comedia involuntaria. Quizás por eso los esfuerzos por aportar tintes políticos, principalmente desde la conversación entre Varys y Tyrion, donde evalúan toda clase de opciones sobre cómo proceder, porque encima Daenerys amaga cada vez más con llevarse todo por delante en pos de quedarse con el Trono de Hierro. Ahí asoman la traición y la conspiración interna, pero también la culpa y el sentido del deber, en el que quizás sea el pasaje más atractivo del episodio.

Pero eso no es todo, porque se agregan Brianne y Jaime concretando ese amor latente entre ambos, aunque luego él tira todo por la borda al decidir inmolarse por su hermana; Arya rechazando la propuesta de casamiento de Gendry (a pesar de haberse convertido en el nuevo Lord Baratheon) porque también tiene que irse; y la tragedia anunciada que ensombrece el lazo entre Gusano Gris y Missandei. Por suerte, para contrapesar tanto dramón lacrimógeno (que en varios tramos se convierte en un lastre), tenemos el humor: Tyrion con la chance de por fin burlarse de las personas altas; Bronn trazando un panorama histórico sobre los ascensos de las grandes familias a pura puteada; Tormund ahogando sus penas amorosas acostándose con la primera joven que se cruza en su camino; o Sam detallando cómo se dieron los acontecimientos que explican su futura paternidad.

La secuencia final retoma el dramatismo, aunque escalando la tensión y jugando con el suspenso, en esa negociación entre los bandos de Daenerys y Cersei que está destinada al fracaso. Lo que se ve antes y durante ese encuentro es, principalmente, a Cersei no solo actuando astutamente -¿hasta cuándo sus enemigos van a seguir subestimando sus capacidades, recursos y poder?-, sino también asumiendo a fondo su villanía y maldad. La ejecución que dispone de Missandei –imponiéndose a los ruegos de Tyrion, que hasta apela a su lado maternal- la aleja de toda chance de redención, lo cual es otro componente extra para el melodrama. The last of the Starks elimina otro personaje de reparto pero no evita que Game of thrones siga transitando caminos un tanto complacientes y predecibles. Habrá que ver si los dos últimos capítulos traen verdaderas sorpresas.

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