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Recapitulación de Game of thrones: The long night

Por Rodrigo Seijas

(@funcinemamdq)

ATENCIÓN: SPOILERS

Durante varios años y temporadas, buena parte del arco dramático de Game of thrones venía construyéndose en dirección al enfrentamiento final entre los Caminantes Blancos y las fuerzas de los vivos. Finalmente, la confrontación llegó y las expectativas (que, convengamos, ya eran un tanto desproporcionadas) se cumplieron razonablemente: The long night es un capítulo ciertamente efectivo en cómo aprovecha la tensión acumulada, pero polémico a partir de unas cuantas decisiones formales y narrativas.

Quizás el primer movimiento de la batalla marque tanto las fortalezas como debilidades del episodio, que ya empiezan a jugar a todos los niveles en lo que queda de la serie. La carga de los Dothraki contra un enemigo que todavía está agazapado en la oscuridad, con sus armas en llamas gracias a la magia de Melisandre, es tan bella como aterradora: a lo lejos, los protagonistas (y con ellos, los espectadores) ven como las luces se van apagando, hasta no quedar ninguna, dejando en claro desde una potente utilización del contraste entre luz y oscuridad, más el fuera de campo, el poder casi invencible de los Caminantes Blancos. Es una secuencia notable desde lo formal, pero sumamente arbitraria desde lo narrativo: dejando de lado la lectura política obvia (los más “bárbaros” enviados a morir primero), como decisión táctica y estratégica es muy poco inteligente (¿para qué sacrificar a un batallón entero en campo abierto frente a un adversario que se sabe que es muy superior en fuerzas y encima capaz de renovarse y multiplicarse?) y delata cierta falta de plan por parte de los personajes, que es también una falta de planificación de los mismos creadores de la serie.

De ahí que buena parte de The long night se sostenga en hallazgos aislados, en secuencias específicas que hacen crecer la tensión y hacen olvidar las fallas en el diseño general. Por eso el recurso de la oscuridad casi como un personaje más funciona de a ratos, ya que hay tramos donde no se termina de entender del todo qué está pasando; y hay pasajes de acción pura (las luchas en la muralla) cargadas de energía o que coquetean hábilmente con el terror (el escape de Arya por distintos pasillos), mientras que los cruces entre los dragones en combate no llegan a tener el impacto esperado. Del mismo modo, muchas decisiones de los personajes parecen orientadas a construir situaciones de “último segundo” (Jon Snow frente al dragón a punto de asesinarlo) o de “gran gesto heroico y sacrificial” (Jorah defendiendo hasta el último instante a Daenerys) que a sostener un verosímil adecuado.

Posiblemente el gran problema de The long night –que en casi todo su metraje está marcado por la desolación, para súbitamente cargarse de épica en el minuto final- está en el gran villano que es el Rey de la Noche, que durante todo el episodio se muestra invencible y casi sin apuro en lograr su objetivo: aniquilar al Cuervo de Tres Ojos que es Bran Stark. La arremetida de Arya para asesinarlo cuando estaba a punto de cumplir su meta convoca, obviamente, a la euforia, pero no deja de ser un poco frustrante, porque le quita entidad e inteligencia a un antagonista que parecía indetenible y que es liquidado de manera un poco tonta, por puro descuido. La emotividad más sincera termina partiendo del recorrido conscientemente sacrificial de Melisandre –aun con lo antojadizo de varias de sus acciones- y por eso no deja de ser sabio que el plano final esté dedicado a ella, dejándose morir.

Quedan todavía tres capítulos para que finalice Game of thrones, aunque en The long night puede decirse que tuvo su primer cierre, que fue efectivo y efectista a la vez. Aún faltan las confrontaciones finales por el Trono de Hierro, pero un potencial aspirante fue destruido con una vuelta de tuerca un tanto inmerecida. Recuerdo que cuando Lost llegó a su final, las críticas se focalizaron en cómo esa serie eligió el camino más obvio y tranquilizador. Algo parecido puede decirse de esta primera clausura de Game of thrones, una serie que muchas veces rompió con lo esperado pero que acá eligió lo más previsible y cómodo.

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