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MAR DEL PLATA 2018: Competencia Internacional – Día 4


What you gonna do when the world’s on fire?, de Roberto Minervini / 7 puntos


Ser escuchados. Eso piden los protagonistas afroamericanos en Mississippi, EE.UU. Una mujer debe cerrar su bar, el lugar donde se congregan todos aquellos que sufren las consecuencias de la indiferencia, la violencia y la discriminación. Alli narran historias durísimas de vida transformadas en catarsis verbal, cantos de desesperación. Ser vistos. Minervini se encarga de ello con un potente y estilizado blanco y negro a través de una docuficción menos radical que sus trabajos anteriores. El seguimiento incluye también otros focos: un grupo de resistencia reclamando justicia por las vidas de dos jóvenes asesinados por grupos de ultraderecha y amparados por estado policial; dos hermanos cuyo padre está preso y el mayor que le enseña al otro a no tener miedo. Los diferentes marcos confluyen en la misma idea, a saber, las tremendas dificultades de vida de los afroamericanos. Minervini les cede la potencia de la voz y los agiganta en pantalla para que el reclamo se materialice con la debida atención. No solo eso. La interpelación comienza en el título de la película. Pese a la dimensión ética que manifiesta, el resultado se ve afectado por la reiteración. Sin embargo, una jugada secuencia al final sacude bastante el registro monocorde. Menos arriesgada que la trilogía de Texas pero muy atendible. Por supuesto, nada puede disfrutarse mientras el mundo se prende fuego, salvo la energía para continuar resistiendo. Los personajes y el director lo dejan bien en claro. Guillermo Colantonio


Skate Kitchen, de Crystal Moselle / 7 puntos


Las mujeres al poder. O por lo menos este grupo de jóvenes patinadoras de Nueva York perdidas entre adultos y haciendo valer su libertad. Más allá de la empatía que uno pueda tener o no con el mundo de los skaters, hay cierta luminosidad en la película que la destaca de otros referentes similares. Por otro lado, se evidencia un respeto y una consagración hacia la pasión que implica para las protagonistas descubrir en las pistas un sentido a la libertad de sus movimientos. Sobre todo Camille, la adolescente que se rebelará a su familia para sostener su deseo más allá del mandato familiar. El miedo de su madre a que un accidente le impida en el futuro tener hijos no es obstáculo para que afiance la pertenencia al grupo de chicas y compartir con ellas los sentimientos de euforia como de tristeza. El seguimiento de Moselle es de naturaleza documental. Y si bien no escatima la posibilidad de la pose, se encarga de mantenerse fiel a los códigos verbales y gestuales que distinguen al núcleo femenino. El elemento irruptivo será un misterioso skater que dará inicio a una complicada relación. Pese al gancho narrativo nunca resigna la película el pulso vibrante de un retrato que, a pesar de un espíritu complaciente hacia la etiqueta Sundance, posee la intensidad que le falta a otros films de la competencia. Guillermo Colantonio

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