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Walter Becker: «Detrás de cada personaje hay una investigación»

Por Paola Jarast

(@funcinemamdq)

FUNCINEMA conversó con el rosarino Walter Becker tras el estreno de Eterno paraíso, su primer largometraje en solitario. Se habló de proyectos, dificultades y esfuerzos para realizar productos independientes en el contexto actual de la industria del cine nacional; pero también de cuestiones que atañen a la película: desde la relación y las distintas creencias sobre la muerte, sus investigaciones sobre temáticas médicas y metafísicas, su trabajo con los actores durante el rodaje y sus intenciones de entregar un cine argentino distinto al que se ve habitualmente.

¿Cómo surgió el proyecto de Eterno paraíso y cómo fueron estos cuatro años desde que lo presentaste por primera vez?

Lo primero que pensé fue que siempre uno vive la muerte de otro y no puede vivir la muerte de uno. A partir de eso, me planteo en tiempo y espacio qué nos pasa a los que quedamos acá. El dolor. ¿Cómo puede ser que una persona que hace dos minutos estuvo con vos desaparezca y no la puedas ver más? No quería contar una película costumbrista, y traté de relacionar ese sufrimiento y no meterme en una historia melosa. Me interesaba contarle al espectador algo distinto, mostrar un cine argentino distinto. Pensé contar algo que vaya por los carriles de la metafísica. Ahí surgió lo de jugar con los mundos paralelos y si existe la vida después de la muerte. Lo más valioso es, si existiera ese paraíso del que muchos hablan, qué haríamos si existiera ese mundo mejor que este, como lo dice el personaje en la película. Si estuviéramos atravesando semejante dolor, ¿nos quedaríamos acá?

En cuanto al desarrollo, te diría que estos cuatro años fueron básicamente dedicados a presentarle al productor el proyecto. Uno lo presenta, pasa por el Instituto de cine, por aporte privados. En el 2016 estuvimos por filmar, en el cine pasa lo que pasa, la situación difícil que estamos atravesando, lo que también mencionamos en el estreno: que es un momento heroico estrenar hoy en el país, sobre todo películas independientes. Se demoró el rodaje dos años, y eso llevó también a que esta película se tenga que achicar. Pero creo que eso no quitó que podamos hacer una película digna y honesta. Empezamos en el 2014 con el tema de conseguir la financiación y en diciembre del 2017 la filmamos.

¿Qué problemas conocés hoy que atenten contra la realización de cine independiente?

Yo que vivo en el Interior veo dos tipos de producción independiente. Una es la que pasa en el Interior. Somos muchos profesionales que se juntan, y las películas no pasan por el Instituto de Cine. Hay otros circuitos alternativos, y entre amigos producimos. Después hay otro cine independiente, que es un caso como el mío, donde la película pasa por el Instituto y hay que atarse a cuestiones de los sindicatos. Creo que en esos casos puede haber buenas producciones porque no se está atado a tener que pagar cantidad de horas extra o un montón de variantes de presupuesto, entonces los contenidos pueden ser más fieles. A veces llegás a la filmación, pasaron tres años desde que presentaste el proyecto en el Instituto y se devaluó todo el dinero. Te das cuenta de que la plata no te alcanza y tenés que cortar cosas. Sacar actores, locaciones. Cada vez se produce menos y es más difícil. En todo el año no hubo comités del Instituto. Cuando querés estrenar no hay salas ni fechas. Estrenan cada vez más los grandes tanques.

¿Cómo fue la elección del elenco?

La elección del casting no fue compleja. Cuando estaba escribiendo y tenía el proyecto que se iba armando había ya pensado en María (Abadi) y Matías (Mayer), en Guillermo (Pfening). No se hizo ningún casting; directamente se habló con los representantes. Con María y Matías fue así; los representantes les acercaron el guion y les gustó la historia. Con Guillermo fue más directo. Es un gran elenco el que tengo. Necesitaba que María tenga esa sonrisa que en dos segundos cautiva al público. Y esa seriedad que me podía dar Matías, que cambia cuando mira al personaje de María; cuando la mira, él tiene otra vida. Siempre en la película tengo esos contrastes. Así como están los mundos paralelos, está Matías cuando se relaciona con un personaje o con otro.

¿Cómo fue el trabajo con los actores?

Para trabajar con los actores, trato de conocer un poquito a cada uno. Me gusta saber cómo razonan, cómo se mueven. Según cómo interpreta cada actor, les doy las herramientas para que puedan crear a sus personajes. Cada actor tiene su método, y tienen que ver también con cómo llega al set. Tengo que darle las herramientas para abstraerlo de lo que le pasa alrededor.

Con los chicos trato de jugar con ellos y darles confianza, como para que hagan las cosas con naturalidad. No ponerles presión si no sale. Pasamos a otra escena en ese caso y podemos retomar esa que no salió en otro momento, como para que se sientan más cómodos. Fiorella Durán y Joaquín Rapalini son dos nenes que ya han trabajado mucho en televisión, cine, publicidad. Están acostumbrados a estar frente a cámara. En esta película no hubo tiempos y posibilidad de tener ensayos; se hacía todo directamente en el set. Me parecen extraordinarios actores con un futuro enorme. Son nenes de 9, 10 años y parecen de 25. Traté de no abrumarlos ni invadirlos. Muy conciso. Traté de no marearlos con información, sino de darles la palabra justa, cosas muy puntuales para que puedan elaborar sus personajes.

¿Realizaste algún tipo de investigación sobre creencias sobrenaturales antes de escribir el guion?

Yo no creo en la existencia de la vida después de la muerte, pero me cautiva el tema. Lo que sí sé es que muchas veces por ejemplo estamos en una sala de cine solos y sentimos algo. Y a lo mejor ese algo tiene que ver con estos mundos paralelos. Son interrogantes milenarios y no vamos a tener nunca respuesta. Y eso es lo que brinda Eterno paraíso. Una situación de la vida que se pueda ver en cualquier lado del mundo y sea comprensible. Es una película universal.

Primero hice una investigación no solo metafísica, sino en la construcción del personaje del doctor, para dar el diagnóstico, para saber cómo se producía una herida, cómo se dirige un médico. Fui a sanatorios a ver cómo diferentes médicos se dirigían a los familiares de pacientes internados. Detrás de cada personaje hay una investigación. Diferentes personas me contaron sobre experiencias cercanas a la muerte. Según la religión, algunos hablan de luces blancas, de túneles blancos.Y a mí me llamó la atención un científico que me dijo que el cerebro muere unos segundos después que el cuerpo. Entonces en esos segundos hay como una regresión cerebral para defenderse. Y esa regresión va al momento del nacimiento. Lo primero que uno ve al nacer es una luz blanca que invade.

Me informé sobre brujas, personas que tiran las cartas, porque en una de las versiones del guion había una señora que tiraba las cartas e investigué mucho ese personaje. Cómo se conectan. Investigue esos distintos ámbitos, de las religiones y qué dice cada una de la vida después de la muerte, para crear un método y nutrir a los personajes. El personaje que hace Celina Font de la madre ve las cosas de un modo muy realista comparando con el padre, le personaje que hace Pfening.

¿Tenés algún nuevo proyecto entre manos?

Tengo un nuevo guion. Muy ambicioso desde lo económico y desde lo narrativo. Este proyecto de largometraje se llama El Gran Show, y de lo que habla es de la historia de un chico norteño en busca de su identidad que se involucra en un reality show. Habla también de los medios de comunicación, y lo que tiene de novedoso es cómo va a estar construido para que el espectador vaya armando la historia. Me apasiona contar este nuevo proyecto. Quiero ir creciendo en cada película y darle cosas nuevas al espectador.

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