Por Rodrigo Seijas
ATENCIÓN: SPOILERS
La mayoría de los arranques de temporada de The walking dead suelen ser un tanto lentos y hasta indecisos en sus narraciones, lo cual en general se prolonga hacia los capítulos siguientes hasta que la serie encuentra su conflicto central. A new beginning no fue la excepción, aunque hizo intentos por escapar a esta lógica y empezar a plantar semillas para distintos choques.
Todavía la serie tiene que encontrar un nuevo antagonista y por eso sigue latente la figura de Negan, con su nombre escrito en una pared, por más que no esté presente en pantalla. Se supone que eventualmente deberán aparecer los Susurradores, pero mientras tanto, toda la conflictividad es interna, con tensiones crecientes entre la gente que quedó en el Santuario y los habitantes de Alexandria y Hilltop, que básicamente tienen que mantenerlos. Es decir, lo que queda claro es que la guerra donde los Salvadores fueron derrotados dejó heridas aún no cerradas: de un lado no hay conformismo con la nueva situación, donde Rick ha pasado a ser el jefe, pero del otro sienten que son los que tienen que hacer todos los sacrificios, a pesar de haber ganado.
Los sacrificios incluyen bajas, y ahí tenemos la única muerte del capítulo, la del joven Ken, luego de una arriesgada incursión a un museo de Washington para encontrar herramientas que permitan el desarrollo agrícola en el Santuario. No es una muerte precisamente chocante para el espectador, pero sí para los padres que lo esperaban en Hilltop, y que reaccionan airadamente contra Maggie, la jefa electa del pueblo. Eso es caldo de cultivo para Gregory, quien monta una conspiración para asesinarla, aunque termina fracasando.
En el medio, Ezekiel y Carol ya tienen un romance consolidado, a tal punto que él le propone matrimonio, pero ella básicamente no termina de responder porque prefiere tomar el lugar de Daryl como encargado de las cosas que suceden en el Santuario. Y es precisamente Daryl el que le dice la posta a Rick pero también a la estructura narrativa de la serie: “ya no somos nosotros. Todos están por todas partes. Ese pequeño grupo que teníamos al principio podía hacer cualquier cosa. Eso estaba bien. Eso es lo que sé”. Todo eso es cierto: The walking dead funcionaba mucho mejor cuando la cantidad de protagonistas no era tan grande y los conflictos estaban localizados puntualmente. La expansión del mundo que se fue dando en las últimas temporadas, aunque ciertamente ambiciosa, le ha ido restando impacto a las distintas situaciones y los personajes se han desdibujado aceleradamente.
Eso explica también cierta gestualidad cansina en Rick y Maggie –como si ya se explicitara que Andrew Lincoln y Lauren Cohan pronto van a abandonar la serie, tal como fue previamente anunciado- y que ninguno de los eventos llegue a resonar como podría esperarse. Ni siquiera la ejecución de Gregory, un personaje ciertamente irritante, pero que tiene una muerte definitivamente cruel, por más que se dé en un contexto con un dejo de formalidad e institucionalización. A new beginning es un episodio que deja explícitas sus intenciones desde el mismo título: darle un nuevo inicio a una serie que lo necesita desesperadamente. Sin embargo, el motor todavía no arranca y seguramente habrá que esperar varios capítulos para que se divise el nuevo rumbo.