No estás en la home
Funcinema

María Abadi: “Todavía siento que no me pasó todo lo que quiero que me pase”

Por Paola Jarast

(@funcinemamdq)

A pesar de su corta edad, María Abadi ya posee una nutrida trayectoria profesional, que abarca diversas actividades. En charla con FUNCINEMA, se refirió a su trabajo como docente, el lugar que ocupa el teatro en su vida y lo que implica moverse en el espacio televisivo más masivo, entre otras cuestiones.

-Además de tu conocida labor como actriz, desarrollás otra actividad con un perfil más bajo como docente de teatro. ¿Qué encontrás en el espacio de docencia?

Sí, total. Son espacios con diferentes búsquedas. La docencia me da la posibilidad de explorar zonas que la actuación no. Hace años que doy clases. Di durante años con una socia.  Para mí era muy difícil poder dar clases anuales porque de repente me salía filmar algo, y no puedo estar diciéndoles: “chicos, durante dos semanas no tenemos clases”. Con Cata (N. de la r.: Lescano) si le pasaba algo a alguna de las dos, nos turnábamos. Cuando ella se fue al exterior, me propuse dar seminarios, porque podría comprometerme durante un mes, y se armó algo que superó mis expectativas. Lo disfruté muchísimo. Se llenaron, se armaron grupos hermosos.

-¿Para actores o no actores?

Me gusta más trabajar con no actores. Yo los trato como actores, porque para mí en el momento en que están en escena, son actores. Aunque salgan y no lo sean. Me parece importante tratar al otro desde ese lugar. Lo que me pasa con la docencia es que es un lugar de muchísimo disfrute donde se abrió un canal que va más allá de lo que hace al teatro mismo, que tiene que ver con mi placer por transmitir, con dirigir grupos. Intento generar un trabajo muy horizontal. Yo no me pongo por encima de ellos, sino que también estoy aprendiendo. Obviamente soy la que coordina, pero intento generar mucha red y que sea un espacio donde pasar y exponerse no se vuelva más difícil de lo que ya es. Trato de  alivianar toda la carga extra que tiene el exponerse para actuar para que salgan otras zonas.

Cuando empecé a dar clases sentí que podía bajar un conocimiento muy abstracto que tiene la actuación, a diferencia de otras artes que son más concretas. Me dio mucha posibilidad de materializar ese conocimiento que tenía. Eso que sabía lo podía nombrar, transmitir, explicar. Y también me pasaba algo particular en relación a que me daba algo estable en un mundo tan inestable como el de la actuación. Esas siento que fueron las primeras reacciones que tuve relacionadas con dar clase. Y hoy por hoy me agarra otras zonas que tienen que ver con una búsqueda que deriva de otras que tuve el año pasado, cuando empecé a estudiar psicología junguiana y la carrera de Astrología. Es una búsqueda que tiene que ver con armar grupos y generar lugares de creación. Por eso me gustan los seminarios, porque no sé si ahora estoy interesada en formar a alguien. Creo que para eso hay un montón de docentes que lo van a hacer mejor que yo. Cuando dábamos clases con Cata, eran 3 años. Y con los años descubrí que lo que a mí me gusta y que sería mi “talento”, lo que yo puedo hacer, es explorar algo de las libertades. Me interesan espacios de mucha creatividad. Siento que encontré una manera en la que doy un espacio que habilita que la gente pueda trabajar eso.

-El teatro ocupa una parte importante en tu vida. De hecho, sos parte de una compañía.

Nahuelito (N. de la r.: Cano) está en Amsterdam. Es nuestro director. Eso fue algo hermoso y poco planeado, como todas las cosas hermosas en general. Yo tengo ascendente en Acuario, que para el que no sabe, tiene que ver con que no tenés que planear, porque tus planes nunca van a salir. Y hasta ahora se me viene cumpliendo bastante. Yo a Nahuel lo conocí después de una crisis de la que venía en el 2012. Venía de hacer tele, había metido como tres tiras seguidas, y las últimas dos no habían funcionado bien. Me agarró una sensación de que ya no estaba disfrutando lo que hacía. Tenía veinticinco años. Secretos de amor era una novela que iba por Telefe al mediodía, de la que nadie se acuerda porque duró tres meses. Me mandé a hacer un culebrón, era un personaje medio protagónico, un elenco que estaba muy bueno… empezaron a cambiar la historia. Dejó de estar interesante lo que yo hacía. Y a los meses de terminar de grabar eso, hice Un año para recordar, una tira de Underground, que para mí fue un proyecto con el que tenía mucha ilusión. La tira pintaba bárbaro, iba en el prime time, tenía un elenco increíble, pero no funcionó la novela, que son cosas que pueden pasar. Cambiaron mucho las historias, mi personaje dejó de tener mucho desarrollo, así que después de unos cuatro o cinco meses de grabar, me pareció que estaba bien irme. Porque no lo estaba disfrutando, iba como a hacer una tarea de obrero. Así que decidí hacer un parate y me fui de viaje. A mí los viajes siempre me ayudan a entender qué quiero. Cuando volví, empecé a estudiar dramaturgia con Ariel Barchilón, que es un genio total, y me puse a estudiar teatro con Alejandro Catalán, que en ese momento cuando empezabas a estudiar con Alejandro, las clases las tenías con algún ayudante hasta que llegabas a él. Había como un “principiantes de Catalán”, que eran seis meses en los que se entrenaba para entender la técnica. Ese profesor era Nahuel Cano. Empecé a mitad de año con él, y me re enganché con sus clases. Y cuando al año siguiente tuve que arrancar con Alejandro, quise seguir con Nahuel. Así que seguí estudiando con él, y a los tres, cuatro meses de estar estudiando con él, me llama para decirme que lo habían convocado del Matienzo para hacer un ciclo que duraba un mes. Era una obra indie. Para actuar en ese proyecto. Para mí estaba buenísimo que me llame mi profesor, que aunque tenía cuatro años más que yo, no dejaba de ser mi profesor.

-Claro, ocupaba ese lugar.

Claro, y aparte me pasaba que yo venía con muchas ganas de hacer teatro independiente y empezar a meterme en ese mundo porque tenía gente de ese mundo en común, pero a la vez, como desde chica trabajaba en tele, me costaba que alguien creyera que me interesaba hacer eso, que me llamaran para un proyecto que me copara que tenía más ganas de hacer eso que la novela de la noche.  Confío mucho en que cuando uno desea algo, algo en uno empieza a tirar ondas para que eso suceda. Tampoco podía decir: “Hola, qué tal. Quiero que me llamen” en mis redes. No es mi personalidad. Tampoco cualquier cosa me interesaba. Quería hacer algo que me convocara. Así que cuando Nahuel me dijo eso… él se moría de risa, ¡pero era lo que yo más quería hacer en ese momento! Una obra independiente, hippie, en el Matienzo, a las doce de la noche…. Ahí empezó el contacto con Nahue, y a los pocos meses me dice que tenía un proyecto que quería empezar a ensayar, y que quería que esté, que terminó siendo Todos mis miedos. La ensayamos mucho tiempo. Entramos en la Bienal de Arte Joven, lo cual empujó mucho para estrenar. Y finalmente Todos mis miedos terminó siendo un sueño total increíble. Creo que para mí es la obra más querida de todas las que hice. Disfrutábamos muchísimo. Somos muy amigos y nos gusta mucho hacer teatro juntos con el grupo. Pero Todos mis miedos tiene esa cosa de primer amor.

La compañía ahora está en un parate porque Nahuel se fue a vivir dos años a Amsterdam porque entró a una universidad muy importante de allá, a la que es muy difícil entrar, y tiene dos años de formación ahí. Seguramente viene con muy buenas ideas.

-¿Vos considerás hacer una experiencia de estudio afuera?

Tengo hace varios años mi fantasía con Madrid. Lo que hay que hacer un poco sé lo que es, y es instalarse, conseguir representante, ir a castings…y tener suerte. Poder quedar no es fácil.

También lo que me pasa es que este país está muy mal, y es muy desalentador vivir acá hoy por hoy. Siento que hay un techo. No hay un mango para ir al teatro. Creo que, como después de toda crisis, en algún momento van a salir flores. Pero todavía está triste Buenos Aires. Hay muchos menos subsidios para hacer obras, está caro, la gente no va al teatro. En televisión hay re poco trabajo.

-¿Y cómo conjugás moverte en dos espacios tan disímiles como el teatro independiente y el prime time televisivo?

Se me hace muy natural. Hay uno que es mi espacio social, aparte de ser un espacio laboral, y lo otro lo siento más como un lugar en el que gano plata y en el que muchas veces hago cosas que me gustan. Ahora tengo más separado que hay un trabajo que me sirve para ganar plata y otro en el que tal vez no gano tanta plata, pero alimenta mi espíritu. Cuando logro que esas dos cosas se combinen, como me pasó por ejemplo con La caída, donde el proyecto alimenta mi espíritu y a la vez me da plata porque es comercial, buenísimo.

-Has coprotagonizado tiras y películas junto a figuras de trayectoria como Cristina Banegas y Rodrigo de la Serna. ¿Tenés anhelos pendientes en relación a colegas con quienes te gustaría trabajar?

Nombraste muchos sueños. Cristina Banegas era mi sueño de chica, y se me cumplió en mi primer trabajo (N. de la r.: coprotagonizaron el largometraje Géminis, de Albertina Carri). Marilú Marini. Pude trabajar con ella, y verla actuar cuando yo era chica para mí fue revelador. Rodrigo de la Serna era mi actor preferido cuando era chica, y también me tocó trabajar con él (compartió elenco con ambos en el unitario Tiempos compulsivos). Así que la verdad tengo suerte. Está lleno de buenos actores, y hay un montón con los que me gustaría trabajar.

-Desde Géminis y Mujeres asesinas, es decir, tus inicios en la profesión, tuviste que filmar escenas de sexo. Y más de una vez han sido “de alto voltaje”. ¿Qué te genera el tema y cómo lo fuiste  resolviendo?

Cuando era chica las hacía de manera más inconsciente. No tenía tanta vergüenza ni noción de lo que estaba haciendo. Con los años cada vez me da más vergüenza, pero lo pienso como algo que hay que hacer y punto. Si pienso que no tiene sentido hacerla, lo puedo plantear.

-¿Qué fue lo más lindo o tal vez extraordinario que te dio tu trabajo? Recuerdo por ejemplo que con la tira Señores Papis fuiste al Mundial en Brasil.

Con la obra La vida breve nos fuimos a Madrid a hacer funciones a La feria de Arco. Fue una fiesta absoluta. Increíblemente hermoso. Con Todos mis miedos nos fuimos a Chile a un festival, y la pasamos bárbaro. Me he ido a Italia con una película cuando era más chica. Me dio viajes, me dio amigos. Irina, mi personaje de Ciega a citas, me divertía muchísimo. Amaba hacerlo. Ese fue el mejor programa que hice de todos. Nos llevábamos bárbaro. Fue donde mejor la pasé y del que me siento más orgullosa.

-Hace semanas se estrenó el largo Eterno paraíso, que coprotagonizaste con Matías Mayer. ¿Cómo fue esa experiencia?

Fue muy hermoso trabajar con Matías. No nos conocíamos, y conectamos un montón. Me encanta que siento que eso en la peli se re ve. Me parece muy valioso como actor, y como persona es un amor total. Que fue muy lindo trabajar con Walter, meterme en su mundo. Me parece que quedó algo bastante parecido a lo que Walter quería contar. Ser parte de lo que él necesitaba para construir ese mundo y trabajar con alguien que fue tan generoso como Walter me pone contenta.

-¿Con qué soñás?

Hay un montón de cosas a las que aspiro y aún no me sucedieron.  Todavía siento que no me pasó todo lo que quiero que me pase. Me encantaría pode trabajar afuera. En España por ejemplo. Hacer más cine del que viaja por festivales. Profundizar en el cine. Ojalá La caída tenga acá una segunda temporada. Me gustaría que haya más opciones para trabajar en series. El trabajo de series me gusta mucho más que el de tira. Disfruto mucho saber por qué lugares va el personaje, tener más tiempo para preparar la escena.

Comentarios

comentarios

Comments are closed.