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Recapitulación de Better call Saul: Quite a ride

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

Atención: se cuentan detalles del capítulo.

La mitad de temporada trajo el mejor capítulo. Y por algunas incidencias que se pudieron observar en Quite a ride, parecería como que a partir de acá todo va en picada en el mundo de los personajes de Better call Saul, pero fundamentalmente en el pobre Jimmy. Eso sí, el capítulo nos trajo una gran sorpresa en el prólogo: se trata de un flashforward, un viaje al momento en que Saul Goodman se escapa de Alburquerque luego de cerrar sus negocios con Walter White; uno de esos cabos que nunca se ataron de Breaking bad. Y fue un poco emocionante ver la caída de esas columnas del kitsch despacho de Goodman.

Decíamos la semana pasada que la serie estaba en una meseta, impulsada mayormente por una actitud aletargada del pobre Jimmy McGill. Bueno, ante la presión que le metió Kim para ir a consultar un “loquero” y un laburo ingrato como el de la venta de celulares en un local donde no pasa nada, el abogado empezó a maquinar posibilidades que, como siempre en él, transitan por caminos que no tienen nada que ver con la legalidad. La “changa” nocturna de Jimmy consiste en ir al Dog House, una casa de comidas rápidas que los seguidores de Breaking bad ya conocen, y vender celulares a gente que desea no ser espiada o anda por la misma senda que él. La larga secuencia musicalizada con Street life de Randy Crawford hizo recordar los mejores momentos de la(s) creación(es) de Vince Gilligan: excelente selección musical, un montaje perfecto y un trabajo con el encuadre que otorga enorme dinámica. Y cuando todos estábamos felices porque a Jimmy le estaban empezando a salir las cosas, unos malandrines lo apalean y se le quedan con toda la recaudación. El plano cenital con McGill tirado en el suelo hizo recordar al plano final de Walter White. Ese cenital vuelve a indicar otra muerte, esta vez metafórica: McGill sabe que su tiempo de tramposo pasó, que las cosas cambiaron y que allí afuera hay gente más peligrosa que él. Convertirse en abogado, finalmente -y como lo espeta secamente en el corte final del episodio-, es su venganza personal contra el mundo. Saul Goodman será, entonces, la forma de unir su viveza criolla con el respaldo de la ley.

Lo de Jimmy fue tan fuerte, que lo demás pareció casi una excusa argumental; de hecho ni tuvimos noticias de Nacho. Mike se la pasó llevando gente al lavadero para montarle el búnker al bueno de Gus Fring, en un trama que avanza cada vez más hacia Breaking bad, mientras que Kim anduvo de cliente en cliente, caminando en la cornisa de Mesa Verde y al límite de perder su gran cliente. Es de seguro que lo que suceda con Kim resulte la gran explosión de esta cuarta temporada: el vínculo con Jimmy se empieza a enrarecer y las mentiras de él parecen cada vez más insostenibles. Aunque conociendo a McGill/Goodman…

Sin embargo, seguramente lo más fuerte del episodio haya sido encontrar a Howard Hamlin en el estado en que lo vimos. Desalineado y alterado, al borde del TOC, fue el espaldarazo definitivo para que Jimmy profundice en su huida. Se avecinan tiempos oscuros en Alburquerque.

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