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Hotel de criminales

Título original: Hotel Artemis
Origen: Reino Unido / Estados Unidos
Dirección: Drew Pearce
Guión: Drew Pearce
Intérpretes: Jodie Foster, Sterling K. Brown, Sofia Boutella, Jeff Goldblum, Brian Tyree Henry, Jenny Slate, Zachary Quinto, Charlie Day, Dave Bautista, Kenneth Choi, Father John Misty, Evan Jones, Nathan Davis Jr.
Fotografía: Chung-hoon Chung
Montaje: Gardner Gould, Paul Zucker
Música: Cliff Martinez
Duración: 94 minutos
Año: 2018


6 puntos


SERES MELANCÓLICOS

Por Rodrigo Seijas

(@funcinemamdq)

El debut en la dirección de Drew Pearce (co-guionista de las estupendas Misión: Imposible – Nación secreta y Iron Man 3) se predispone a ciertos malentendidos, algo que lo corresponde con la carrera previa del realizador, cuyos guiones siempre juegan con las apariencias y los giros inesperados. Hotel de criminales es un film que tiene una superficie canchera, casi tarantinesca en su mixtura de géneros, pero que progresivamente va revelándose como un relato esencialmente melancólico, marcado por la pérdida.

La historia, situada en un futuro cercano, en una Los Ángeles que parece a punto de estallar por una serie creciente de disturbios, transcurre casi en su totalidad en el Hotel Artemis, que funciona como refugio para los criminales cuando son heridos. Hay una enfermera (Jodie Foster) y su ayudante (Dave Bautista) que se ocupan del servicio; reglas estrictas que deben cumplirse; y una membrecía a pagar, porque nadie entra si no es socio. Todo transcurre normalmente, parece ser una noche como cualquier otra, pero se empiezan a acumular las dificultades: llegan dos hermanos (Sterling K. Brown y Brian Tyree Henry) tras un fallido asalto bancario; se anuncia el arribo de un importante jefe criminal (Jeff Goldblum); aparece una mujer herida en la puerta, que no es socia pero sí conocida de la enfermera; y una huésped (Sofia Boutella) empieza a revelar una agenda propia; hasta que todo estalla por los aires.

Pearce va contando todo esto de forma paciente, con un trabajo sutilmente sofisticado con el espacio y un delineamiento astuto de los personajes, trabajándolos como individuos un tanto despreocupados y hasta cínicos. Pero el trasfondo de los personajes, la forma en que están marcados en el presente por sus respectivos pasados, va cobrando mucha más fuerza en la segunda mitad, que adquiere mucho más peso dramático. Por eso Hotel de criminales combina elementos de policial futurista, algo de comedia y unas cuantas referencias sociológicas, pero su núcleo está asociado esencialmente a las pérdidas y cómo lidiar con ellas, con la enfermera que encarna Foster casi como eje moral. Eso lleva a que algunos personajes –como el de Goldblum y el interpretado por Charlie Day- sean simples piezas en función de accionar vueltas de tuerca, pero también a que la película se permita eludir expectativas y adquirir un tono cada vez más melancólico, donde la acción y la fisicidad se convierten en un gesto final, casi terminal por parte de los protagonistas.

En Hotel de criminales hay algo de ensayo, de experimentación y hasta de juego con los géneros y tonalidades. Pearce amaga con construir una estructura determinada, pero luego introduce unas cuantas alteraciones y corre unos cuantos riesgos. Y aunque no sale del todo airoso porque deja unos cuantos cabos sueltos, consigue enhebrar una ópera prima atractiva, que elude varios lugares comunes.

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