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Recapitulación de Homeland: Lies, amplifiers, f**king Twitter

Por Rodrigo Seijas

(@funcinemamdq)

ATENCIÓN: SPOILERS

A lo largo de sus siete temporadas, Homeland ha atravesado etapas o entregado capítulos donde de manera casi deliberada pone en crisis su propio verosímil, forzando situaciones hasta poner en duda la credibilidad de las tramas. Lies, amplifiers, f**king Twitter es un episodio que representa de manera potente esta vertiente, para bien y para mal.

El gran foco del relato fue el interrogatorio a Dante, quien fue detenido por las fuerzas de Saul en el capítulo anterior. Ese proceso entre cuatro paredes es el que lleva a que Carrie y Saul vuelvan a trabajar juntos, por más que la relación personal entre ambos esté quebrada. Es que Saul podrá ser un tipo impertérrito, pero igual se le nota que no quiere saber nada con tenerla a Carrie participando del caso. Pero claro, Carrie es insistente y encima Saul debe aceptar que la necesita para quebrar a Dante.

Y también hay que convenir que Carrie quiere y necesita meterse en el caso no solo por la responsabilidad personal que siente, sino también para huir de su situación personal, que ya definitivamente va descarrilando, porque su hija quedó traumada luego del allanamiento a la casa de Dante y su hermana le comunica que tiene dos opciones: o internarse en una institución psiquiátrica, o ceder la custodia. La respuesta de Carrie es previsible: primero está el deber, luego su hija y su salud mental.

Donde el verosímil de la serie comienza a crujir es a partir de la forma en que Carrie encuentra para quebrar a un Dante que permanece duro frente a sus embates psicológicos: darle la chance de hablar con un abogado pero también envenenarlo para llevarlo a una situación límite donde termina soltando –de manera bastante ingenua, por cierto- la información sobre la participación de los rusos en el asesinato del General McClendon y el rol de Simone. La verdad que cuesta creer esa súbita ocurrencia de Carrie y que la reacción de Dante vaya en sintonía exactamente con lo que se precisaba que dijera.

A eso se le suman un par de elementos más. Primero, la decisión unilateral –sin consultar a Saul- de Keane y Wellington de transmitirle al embajador ruso el mensaje de que están al tanto de la conspiración planificada desde Moscú y que va a haber represalias, para así intimidar a las autoridades de la potencia rival. Segundo, las acciones de Gromov, que luego de recibir la orden del embajador de que Simone no debe testificar frente al Senado, procede no a eliminarla, sino a rescatarla, eludiendo el cerco estadounidense de manera –una vez más- bastante increíble.

El último desafío a la verosimilitud se da con el corazón detenido de Dante, quien luego de ser envenenado no responde al antídoto y debe ser llevado al hospital. Queda pendiente la pregunta de si finalmente sobrevivirá, pero ese no es el único enigma pendiente, porque la situación de Keane –a la que ya un grupo de congresales le pidieron extraoficialmente la renuncia-, que parecía arreglarse, retorna a un ámbito de suma inestabilidad a partir de la desaparición de Simone y el estado crítico de Dante. La única forma en que Lies, amplifiers, f**king Twitter consigue sostener tantos giros es desde la velocidad, aunque deja a Homeland al borde del descarrilamiento.

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