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The Post: los oscuros secretos del Pentágono

Título original: The Post 
Origen: EE.UU. / Reino Unido
Dirección: Steven Spielberg 
Guión: Liz Hannah, Josh Singer 
Intérpretes: Meryl Streep, Tom Hanks, Sarah Paulson, Bob Odenkirk, Tracy Letts, Bradley Whitford, Bruce Greenwood, Matthew Rhys, Alison Brie, Carrie Coon, Jesse Plemons, David Cross, Zach Woods, Pat Healy, John Rue, Michael Stuhlbarg
Fotografía: Janusz Kaminski 
Montaje: Sarah Broshar, Michael Kahn 
Música: John Williams 
Duración: 116 minutos
Año: 2017


9 puntos


APRENDER DEMOCRACIA, APRENDER CINE

Por Rodrigo Seijas

(@funcinemamdq)

1-Steven Spielberg ya superó la barrera de los setenta años y, con la edad, se profundizan sus preocupaciones por dejar un legado, lo cual potencia esa eterna dicotomía en su cine entre la discursividad política y el apoyo genérico. Esa quizás sea una posible explicación para que en los últimos años haya ido construyendo una especie de tratado sobre lo que piensa y siente respecto a la historia y estructuras de la democracia estadounidense. Lincoln abordaba la cuestión de la igualdad y el acceso a los derechos, mostrando a la política como un terreno marcado por el artificio y la teatralidad en pos de conseguir lo concreto. Puente de espías se trasladaba al marco judicial, pensando todo lo referido a las garantías, el estado de derecho y el debido proceso, con el poder de la mirada como instrumento formal y narrativo. Son películas esencialmente incómodas dentro de su filmografía, no tanto por lo que dice sino por cómo lo dice: utilizando registros que bordean lo académico y son bastante ajenos a sus rasgos estilísticos más emblemáticos. En estos films, es como si Spielberg se disolviera, como si quedara invisibilizado. Hasta podría pensarse que son películas complacientes, que buscan una celebración fácil. Creo que no es así, que son obras complejas, porque implicaron para el director un proceso de aprendizaje, en pos de encontrar una forma nueva de fusionar un contenido político con una forma narrativa apropiada.

2- Ahora, en The Post: los oscuros secretos del Pentágono, hace hincapié en el periodismo como un contrapeso indispensable frente al poder político, completando lo que parecería ser hasta el momento una trilogía democrática. Pero esta vez, vuelven a aparecer con mucha más fuerza la tensión de los cuerpos y el movimiento, que son materialidades esenciales del cine de Spielberg. Por eso, por el dinamismo y el vigor que le imprime al relato, es que puede parecer un exponente más arriesgado y menos académico dentro del cine del realizador. Me parece que no es tan así, pero que tampoco es un retorno a lo seguro, porque en el medio Spielberg pule su discurso, apoyándose más en las imágenes y lo corporal que en las palabras.

3-El dinamismo y el vigor de The Post, con su cámara en permanente movimiento, no es una casualidad: la historia de la batalla que emprendió el Washington Post –en paralelo con el New York Times- contra el gobierno de Richard Nixon para poder revelar un informe confidencial que detallaba las implicancias, encubrimientos y responsabilidades que abarcaban a cuatro gobiernos (incluido el de Kennedy) durante la intervención en Vietnam, es un homenaje al periodismo. Y es, también, un homenaje a la profesión periodística: ser periodista implica buscar, indagar, explorar, tratar de hallar información, y para eso se necesita moverse, ir de un lado para otro, correr. Es una profesión condicionada por el tiempo, por el cierre de la imprenta, por la necesidad de publicar cuanto antes, por lo que las decisiones que tendrán consecuencias durante años se toman con márgenes de segundos. En el periodismo, correr y pensar van de la mano, la tensión es predominante y permanente, y ese aspecto se fusiona a la perfección con el cine de Spielberg. The Post es una película sobre gente tomando decisiones de enorme trascendencia, que pueden condicionar sus existencias para siempre, en instantes mínimos que se vuelven infinitos a partir del peso que acarrean las posibles consecuencias. Por eso el film recupera el nervio no solo de ese thriller paranoico que era Munich, sino también de otras películas emblemáticas del realizador, como Jurassic Park o Tiburón, con momentos de suspenso, de decisiones a todo o nada, donde no solo pesa la elección en el presente, sino también las repercusiones que aguardan en el futuro.

4-Y si The Post es un film de movimiento, de pesquisa, de pasos rápidos y corridas contra el tiempo, pero también de decisiones sobre las que no hay vuelta atrás, la que toma esas decisiones irrevocables y determinantes –en momentos donde se congela el tiempo- es una mujer. Esa mujer, Kay Graham (Meryl Streep), es una mujer en un mundo de hombres (que incluye al editor Ben Bradlee, que interpreta Tom Hanks), que progresivamente va encontrando su propia voz y tomando plena consciencia de su nivel de responsabilidad. En cierto modo, con este film, Spielberg hasta consiguió no solo anticiparse al movimiento #MeToo –si pensamos que la producción arrancó unos meses antes del escándalo desatado por las denuncias por acoso sexual contra Harvey Weinstein y el efecto dominó que propició-, sino ser más conciso y efectivo desde la discursividad: The Post solo necesita de imágenes de enorme potencia –como en la escena donde Kay llega a la Bolsa de Valores, encontrando a todas las secretarias esperando afuera y a todos los hombres adentro, que es donde está el poder-; diálogos puntuales –como el que Bradlee tiene con su esposa respecto a los riesgos que él corre versus lo que está arriesgando Kay-; y la tensión en el cuerpo de Kay al dudar pero decidir, y por ende afirmar su lugar en el mundo.

5-The Post no es una película perfecta: particularmente hacia el final, cae en algunas remarcaciones discursivas que podrían caratularse como innecesarias. Cuando el film se aleja un poco de lo íntimo, de las implicancias personales de los personajes (y principalmente de la protagonista que es Kay), en pos de pintar un panorama general de manera más explícita, pierde algo de impacto. Ahí es donde se nota que a Spielberg todavía le falta ajustar algunas tuercas en su cine político. Pero al fin y al cabo, el tipo todavía está aprendiendo; tiene más de 70 años, una carrera ya legendaria, y aún así sigue tratando de pulir su capacidad para narrar. Y no solo él: Hanks también es un actor que ha ido aprendiendo que no siempre tiene que ser la estrella, y por eso acá cede el protagonismo y el peso ético y moral de la historia, hasta colocarse en un rol que es casi de reparto; mientras Streep consolida un proceso de notable maduración, por el cual no descansa en sus laureles y se ha dedicado a construir personajes que en muchos casos son radicalmente diferentes entre sí. The Post es una película de aprendizaje, sobre gente que aprende y hecha por gente que sigue aprendiendo; un film sobre aprender a ejercer el periodismo, a mantener una posición, a plantarse firme frente al poder, a defender principios (aún los no escritos), a desafiar o consolidar instituciones, a decir la verdad, por más que duela. La democracia requiere de coherencia, profesionalismo, valentía y, principalmente, capacidad de aprendizaje. Spielberg –con la ayuda inestimable de Streep y Hanks- nos dice todo eso desde la más pura materialidad cinematográfica.

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