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Juan Pablo Martínez: “El idioma de los sentimientos es universal”

Por Rodrigo Seijas

(@funcinemamdq)

Este jueves 8 de febrero se estrena el drama nacional Emma, protagonizado por Germán Palacios, Sofía Rangone, Jazmín Stuart y Ezequiel Díaz. El relato se centra en un hombre y una mujer que, a partir de un hecho fortuito, comienzan una relación que reacomoda sus respectivas existencias. En charla con FUNCINEMA, su realizador, Juan Pablo Martínez, cuenta los orígenes del proyecto, el armado del elenco, cómo trabajó la puesta en escena y abordó los distintos elementos narrativos, entre otras cuestiones.

-¿Cómo surgió la idea para el film? ¿Qué tipo de evolución se fue dando con el guión?

La idea de la película parte de dos historias que empezaron por separado y que terminaron cruzando sus caminos. Lo primero que tenía era la imagen de una mujer sola en el medio de la Patagonia, arrodillada y sangrando en la nieve después de sufrir un accidente con su auto. Era una mujer desesperada en un lugar que desconocía y después de perder a su marido. Un retrato de la desprotección de la soledad y la desconexión de todo y de todos.

La segunda historia, la del minero, surgió de unas imágenes que había hecho mi director de fotografía, Adrián Lorenzo, sobre la mina de carbón de Río Turbio. La forma de moverse de los trabajadores dentro de ese lugar asfixiante y peligroso, su forma de ser y de hablar en contraste con las imágenes de una ciudad en el medio de la nada y creada solamente por la mina, me llevaron a pensar qué pasaría si se unieran esos mundos. Y a partir de eso fue progresando la historia y el guión.

-¿Tuviste películas o directores como marcos de referencia a la hora de pensar el proyecto?

Tuve dos referencias claras que además son dos de mis directores favoritos, Krzysztof Kieslowski y Terrence Malick. Le mostré fragmentos de algunas de sus películas al equipo y sobre todo al director de fotografía y a la directora de arte, para ejemplificar qué tono de película quería hacer.

-¿Cómo se fue armando el elenco? ¿Qué elementos propios aportaron los actores?

Para el rol de Anna hice un casting entre algunas actrices de teatro que conocía, ya que quería que no tuvieran ninguna experiencia cinematográfica para poder explorar ese terreno particular que plantea la película para ese personaje, el cual no habla en casi toda la película.

Para el rol del minero, me contacté directamente con Germán Palacios, ya que necesitaba un actor que pusiera el cuerpo y le interesara una búsqueda artística y camaleónica del personaje, y Germán enseguida se puso a investigar sobre la vida de los mineros y sus problemas y a proponer algunos cambios a lo que estaba escrito que por supuesto le dieron a su personaje un vuelo mucho mayor.

A partir de allí, empezamos a trabajar con una escaleta de apenas unas doce páginas y a improvisar en los ensayos y en el set de filmación cómo serían las personalidades de Juan y Anna, y cómo se podían relacionar más allá de las palabras.

-En el film cumple roles importantes el espacio y el paisaje patagónico. ¿Cómo trabajaste esos aspectos desde la puesta en escena, la fotografía y los encuadres?

Desde el principio todos teníamos claro que, al haber muy poco diálogo en la película, la imagen, el vestuario y todos los elementos de la puesta en escena tendrían que narrar por si solos para poder contar la historia y contar los sentimientos de los personajes. Por eso elegimos tres colores diferentes para las tres locaciones en que está dividida la película (Patagonia, Uruguay y Polonia), para narrar la transición de los personajes entre los diferentes estados emocionales que les plantaban los distintos lugares: los exteriores con encuadres amplios y descriptivos, y los interiores con planos más cortos y opresivos obligando a los personajes a la cercanía.

-El relato está marcado por un tono intimista, sustentado en los silencios, las miradas y el lenguaje corporal. ¿Cómo fuiste trabajando esos elementos a lo largo del rodaje?

Todo eso fue ensayado o buscado en la previa al rodaje y luego trabajados en cada locación de acuerdo a la puesta de cámara y a los espacios específicos junto con el coach actoral, Juan Álvarez Prado, con quien nos dividíamos esa tarea para poder trabajar más en detalle cada mirada, cada movimiento, para que la cámara pudiera captar esa sutileza que buscábamos desde el principio.

-La película ya tuvo un recorrido por diversos festivales. ¿Cuál es tu balance respecto a esa etapa? ¿Qué expectativas te genera el estreno comercial?

La verdad que todo el camino previo de los festivales ayudó a poder descubrir lo que le pasaba a la gente con la película, que para mí era una gran incógnita por el hecho de si iban a entender la historia, si la narración desprovista de diálogos y subrayados no iba a ser demasiado críptica, y finalmente fue todo lo contrario. Y a pesar de presentarla en lugares tan diferentes como la India, España, Francia y EE.UU., en todos lados se producía una conexión muy especial con el público que se veía reflejada en las preguntas que hacían después de cada proyección. Fue un proceso muy hermoso y lo disfruté mucho, y además me tranquilizó para el estreno en Argentina, ya que pude comprobar que la historia pega en diferentes culturas y que el idioma de los sentimientos es universal.

El estreno comercial de la película está pensado para un espectador que le gusta no recibir todo procesado sino que tiene que trabajar y ser parte de la historia de la película. Por eso queríamos estrenarla en el MALBA, donde el espectador que habitualmente va a esa sala está acostumbrado a ver películas un poco más arriesgadas narrativamente y donde hay espacio para la pausa y reflexión. Y además del MALBA, la película se estrena en el cine Gaumont, donde la gente concurre a ver cine independiente argentino. Es una película que pretende encontrar su público y por eso va a buscarlo a los lugares donde el cine independiente y argentino es bienvenido.

-¿Cómo ves el panorama actual del cine argentino? ¿Qué rol creés que puede cumplir tu película?

Más allá de que yo elegí hacer esta película por fuera del sistema de subsidios del INCAA por la naturaleza del sistema de producción necesario y por la forma de filmación durante el transcurso de varios meses, todas mis anteriores películas sí tuvieron subsidios. Creo que hoy es muy difícil el panorama para películas realmente independientes y para los nuevos realizadores. El nuevo sistema de subsidios está planteado para que sólo puedan acceder a él directores y productores con antecedentes y aquellos que no los tienen deben esperar ganar un concurso en el cual compiten cientos de realizadores y hay pocos premios. Eso es lo preocupante, porque está en riesgo la diversidad y el recambio generacional, que es lo que hace grande e interesante para el mundo al cine argentino. Lograr el equilibrio entre cantidad de películas de un cine industrial para el gran público y un cine que apueste al riesgo artístico es el desafío.

Emma es una película que desde el principio planteaba ciertos riesgos y por lo tanto el objetivo es ir a buscar el público que puede estar interesado en este tipo de apuestas y no matar la película en cuatro días yendo a los multicines, donde la apuesta comercial es lo que se impone.

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