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Delitos menores

Título original: Small Crimes
Origen: EE.UU.
Dirección: E.L. Katz
Guión: Macon Blair, E.L. Katz, basados en la novela de David Zeltserman
Intérpretes: Nikolaj Coster-Waldau, Robert Forster, Jacki Weaver, Molly Parker, Gary Cole, Macon Blair, Michael Kinney, Daniela Sandiford, Shawn Lawrence, Pat Healy, Eddie Holland, Jasson Finney
Fotografía: Andrew Wheeler
Montaje: Josh Ethier
Música: Brooke Blair, Will Blair
Duración: 90 minutos
Año: 2017


6 puntos


LA REDENCIÓN IMPOSIBLE

Por Rodrigo Seijas

(@funcinemamdq)

Basado en una novela de David Zeltserman, Delitos menores -particular film original de Netflix- es un relato de inusual amargura, cuya coherencia en el tono compensa algunos problemas narrativos y hasta momentos donde se impone el moralismo. De hecho, hasta puede ser una experiencia tortuosa, porque casi desde el principio se intuye un final que no va a ser precisamente luminoso.

La película de E.L. Katz se centra en Joe Denton (Nikolaj Coster-Waldau), un policía corrupto caído en desgracia que acaba de salir de la cárcel, luego de ser condenado por un crimen bastante violento, y retorna a su pueblo buscando reencauzar su vida de manera mínimamente armoniosa. Pero en cuanto llega a su hogar, se da cuenta que no va a ser nada fácil: su esposa y sus hijas se han mudado a otra parte con tal de estar lo más lejos posible de él; su madre (Jacki Weaver) aprovecha cualquier ocasión para recordarle las consecuencias de sus acciones pasadas; su padre (Robert Foster) acepta hospedarlo pero se nota que tiene algunos rencores guardados; todos los habitantes del pueblo le muestran su desprecio; y la única persona con la que puede conectar de manera sincera y despojada es una enfermera (Molly Parker) que no lo conocía de antes. Pero eso es apenas la punta del iceberg, porque todos sus compañeros del pasado (que incluyen otros policías corruptos, como el interpretado por Gary Cole) no han cerrado todos sus asuntos con él, con lo que Joe terminará arrastrado, casi irremediablemente, hacia nuevas acciones delictivas.

En Delitos menores se van creando climas alrededor del protagonista donde queda patente que esa redención que busca nunca va a aparecer, porque la cárcel fue apenas el castigo inicial y sus pecados, grandes y pequeños, lo van a perseguir por siempre. Pero también el film pretende decir que las barreras para alcanzar la redención no sólo parten de quienes rodean a Joe, sino principalmente de él mismo, a partir de su comportamiento que, pase lo que pase, será esencialmente autodestructivo. En ese deseo de decir algo, de emitir un mensaje ético pero también moral, de construir una pintura social a partir de un personaje central y el propio lugar de origen que lo expulsa, es que el film de Katz cae en cierta moralina y forzamiento de las circunstancias.

Lo mejor de Delitos menores no está en la discursividad explícita y la construcción narrativa -por más que el tono trágico vaya hilvanándose con rigurosidad-, sino en lo que transmiten los cuerpos. Por eso es destacable la actuación de Coster-Waldau, que interpreta a un personaje castigado física, psicológica y moralmente, sin caer en excesos y con absoluta dignidad. Una buena muestra es el plano final, que viene después de un giro que se ve venir a la distancia, en una búsqueda deliberada de previsibilidad. El cuerpo del protagonista dice mucho más que las palabras: a veces, esa salida que se quiere encontrar con desesperación no está, porque nunca existió.

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