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Juegos de amor y de guerra


Muy Buena


EL TRIUNFO DEL ODIO

Por Mariana Jaqueline Ramirez

(@funcinemamdq)

Una larga mesa se impone en el centro del espacio escénico. Sobre ella hay varias gorras militares (símbolo de poder), que reposan a la espera de ser retiradas por alguien que ansíe el poder. De repente, aparece todo el elenco plantándose frente a los espectadores y dan comienzo a la función.

Juegos de amor y de guerra fue escrita por Gonzalo Demaría, y se ubica en el Buenos Aires de 1942. En ese contexto laten las fracturas de la guerra y el malestar social que se combina con los asuntos institucionales internos provocando un malestar aún mayor.

Dos relatos se presentan, primero el de la institución, y luego el de la familia, con todo lo que ambos implican. Allí, predomina el ansia de poder, las pasiones, los intereses personales que buscan incrementar sus protagonistas según la conveniencia de las partes. Cualquiera sea la forma de obtener lo que quieren será válida, no hay prohibición para la ambición. A raíz de eso, nadie se salvará del destierro.

La pareja protagónica comparte la ambición de poder y deseo por vivir un romance huracanado. Por un lado, la madre (un trabajo impecable de Luisa Kuliok, que da cuenta de toda su trayectoria), que es capaz de empeñar a sus propios hijos para conseguir lo que quiere y mantener el agrado de tener doble apellido. Por otro lado, el Teniente (interpretado por Diego Mariani), machista, manipulador, el hecho de llevar uniforme lo conduce a sacar beneficios. Hacia el final de la obra, él sufrirá en carne propia un cambio extremo, producto de la imprudencia y abuso de cargo que ha tenido. Así, entra a un estado en el que ni el uso del uniforme puede salvarlo. Para ellos ya no hay mucho para hacer, todo es causa perdida, solo les queda aceptar lo que le toca a cada uno. A partir de ese momento el motor que los mantendrá en pie es el odio.

El personaje clave es el hijo (interpretado por Walter Bruno), un joven que se está iniciando en el mundo exterior en todo sentido y aspira a algo mejor, que en verdad es el deseo de la madre. Este personaje desde el comienzo se encuentra en la oscuridad, sin un rumbo específico, las única certeza que tiene lo conduce a una muerte manipulada, lamentada por pocos.

Completa el elenco un personaje verdaderamente brillante, bien compuesto y con diversas mutaciones: Celeste Imperio (un trabajo inmenso de Sebastián Holz). Este artista extranjero travestido intenta manipular al joven coronel a través de unas fotos filtradas, pero el abuso de poder le termina jugando una mala pasada, despojándolo de toda su apariencia femenina.

La brillante pieza está a cargo del talentoso Oscar Barney Finn, quien tiene amplia experiencia en teatro como en cine; en este momento tiene otras obras en cartelera: La herencia de Eszter (Teatro LUDÉ, Montevideo 842) y El diccionario (El Tinglado, Mario Bravo 948).

Es destacable el trabajo de la escenografía y de la puesta en escena, notándose claramente la experiencia del director en el área cinematográfica. La pieza inicia en tiempo presente con un prólogo donde se destaca la aguerrida y despechada madre que va a pedir explicaciones al Teniente por lo sucedido con su hijo, pero solo logra hablar con el Cadete (un trabajo sólido de Diego Vegezzi, tanto a él como a Walter Bruno, dos jóvenes actores a los que les espera, sin dudas, un éxito arrasador en el ámbito teatral). Así, retroceden en el tiempo para representar lo sucedido, finalizando con un epílogo en el que vuelven al presente, concluyen los hechos y dan un cierre triunfal -como no podía ser de otra manera- de la mano de Kuliok. Asimismo, es excepcional la iluminación que, combinada con las bambalinas transparentes, produce un juego de planos, dando como resultado tres puntos de vista diferentes pero que tienen un lógica dentro del relato.

Entonces, ya sea porque su director posee una trayectoria artística indiscutible; por la destacable labor de los actores merece todos los premios; porque el equipo técnico cumple su función a la perfección; y además el texto dramático es impecable y refleja una historia verídica de nuestro país, Juegos de amor y de guerra es una opción indiscutible del teatro que está presente en el mapa teatral de la Avenida Corrientes.


Autor: Gonzalo Demaría Elenco: Walter Bruno, Sebastián Holz, Luisa Kuliok, Diego Mariani, Diego Vegezzi Vestuario: Mini Zuccheri Escenografía: Alejandro Mateo Iluminación: Leandra Rodríguez Peinados: Paula Molina Musicalización: Sergio Klanfer Fotografía: Javier Mollo Diseño gráfico: Leandro Correa Asistencia artística: Mónica Benavidez Asistencia de iluminación: Sofía Montecchiari Asistencia de dirección: Lucía Cicchitti, Mauro J Pérez Prensa: Alfredo Monserrat Producción: Mónica Benavidez Dirección: Oscar Barney Finn Sala: Centro Cultural de la Cooperación (Av. Corrientes 1543, CABA) – Viernes y sábados a las 22:30, domingos a las 20:00.

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