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Jane got a gun

Título original: Idem
Origen: EE.UU.
Dirección: Gavin O’Connor
Guión: Brian Duffield, Anthony Tambakis, Joel Edgerton
Intérpretes: Natalie Portman, Joel Edgerton, Ewan McGregor, Noah Emmerich, Boyd Holbrook, Rodrigo Santoro, James Burnett, Sam Quinn, Maisie McMaster, Jenny Gabrielle, Alex Manette, Piper Sheets, Celia Kessler
Fotografía: Mandy Walker
Montaje: Alan Cody
Música: Marcello De Francisci, Lisa Gerrard
Duración: 98 minutos
Año: 2015


5 puntos


WESTERN DISTANTE

Por Rodrigo Seijas

(@funcinemamdq)

Seguramente Jane got a gun pase a la historia por ser una película maldita. Y esto se debe a los problemas de todo tipo que plagaron su producción, que incluyeron una gran cantidad de cambios en su elenco (Jude Law, por ejemplo, se bajó a último momento) y la renuncia de la directora Lynne Ramsay (Tenemos que hablar de Kevin) el mismo día en que comenzaba el rodaje por desavenencias con los productores, siendo reemplazada de urgencia por Gavin O´Connor (El contador, La última pelea).

Esos obstáculos terminan notándose demasiado en un relato donde el director no alcanza a imponer una mirada propia, el guión evidencia demasiadas costuras y los actores hacen lo que pueden. Y eso que había material como para generar un western pequeño pero atrapante, a partir de la historia de Jane (Natalie Portman), una mujer que un día ve cómo su marido Bill (Noah Emmerich) llega al hogar muy malherido, luego de tener un encuentro casi mortal con unos criminales. Las perspectivas no son buenas para Jane: esos criminales que hirieron a su esposo son parte de una banda mucho más grande, encabezada por un despiadado sujeto llamado John Bishop (Ewan McGregor), que tiene varias cuentas pendientes con Bill y Jane, a las que piensa saldar con creces. Desesperada, decidirá recurrir a Dan (Joel Edgerton), quien en algún momento fue su prometido, aunque ahora, claro, el vínculo entre ellos es muy distinto.

Quizás el gran problema de Jane got a gun es que su premisa la lleva a ser prácticamente una pieza de cámara, muy vinculada a lo teatral, con un espacio casi único y una temporalidad definitivamente lineal. Eso evidentemente al film no le alcanza y por eso hay continuos flashbacks que intentan explicar los vínculos entre los protagonistas y cómo llegaron a ese presente. Esa operación, que busca darles mayor profundidad y ambigüedad a los personajes, obtiene paradójicamente resultados opuestos: las figuras en pugna pierden capacidad enigmática (Bishop termina siendo una caricatura, Bill es poco creíble en su ingenuidad/bondad) y la narración se dispersa, con lo que no funciona ni el contenido romántico ni el suspenso.

La historia de Jane got a gun rápidamente se va deshilachando y hasta por momentos aburre, con lo que jamás llega a adquirir interés. De hecho, todo es excesivamente frío y hasta distante, cuando muy posiblemente las intenciones eran totalmente contrarias. Recién en los últimos minutos, cuando arriba a la instancia de enfrentamiento -y tanto la violencia como el choque entre el adentro y el afuera juegan sus papeles productivamente-, el film cobra vigor, aunque la resolución es cuando menos facilista y conformista. La sensación final es que la película que podría haber sido Jane got a gun quedó perdida en ese camino repleto de problemas de producción.

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