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Funcinema

BAFICI 2017: mini-críticas de Funcinema

Un nuevo festival que cubrimos, y en este 19° BAFICI no podían faltar las mini-críticas del staff de Funcinema. Un recorrido por buena parte de la programación, ecléctico y veloz. (73 películas reseñadas)


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5 centimeters per second, de Makoto Shinkai / 8 puntos


Shinkai no es digno de ser encasillado en el Baficito ya que sus obras animadas son para un público juvenil y adulto que sabe lo que es transitar por diferentes procesos madurativos y emocionales. Estados alcanzados en el transcurso de la adolescencia o después de ella. Emociones que una y otra vez atravesamos siendo también grandes. Esta vez con un diseño y calidad técnica espectacular, el film comienza con una metáfora. Parece existir una explicación para tal metáfora donde las hojas de los cerezos caen con tanta velocidad como copos de nieve o como la vida misma. Así en tres capítulos diferentes, Shinkai cuenta la vida de dos almas enamoradas que nunca podrán estar juntas. La narración parte desde la niñez, el viaje de despedida entre los protagonistas y su posterior vida adulta por rumbos separados. La melancolía se presenta desde la nostalgia visual de estos dos seres junto a la sensibilidad de una banda sonora con piano. También incluye una paleta de colores donde abundan los tonos azules, rosados y lilas que resultan tristes, fríos y sugestivos. Sin embargo, Shinkai contrasta las estaciones climáticas de verano y primavera de maravilla. Nos teletransporta desde el invierno polar en Tokyo con paisajes llenos de nieve hasta a bellos días calurosos de playa y surf. Rosana López


Anarchy! McLaren westwood gang, de Phil Strongman / 6 puntos


Un recorrido por la vida del escocés Malcom Mc Laren. Su intención de ser parte del Mayo Francés luego de conocer el movimiento de la Internacional Situacionista -aunque nunca llegó a viajar a París-, el paso por varias escuelas de arte sin llegar a terminar los estudios, su relación sentimental con Vivienne Westwood con quien diseñó modelos de ropa y tuvo locales emblemáticos como Sex. Fue brevemente agente del grupo de rock New York Dolls, y en 1975 creó a los Sex Pistols, quienes fueron una de las bandas emblemáticas del punk rock. Posteriormente manejó a grupos como Adam and the ants y Bow Bow Bow. En 1983 comenzó su carrera musical, en donde se rescata un disco con sonidos grabados en Africa. Un trabajo documental extenso, que muestra varias entrevistas en las que Malcom y otras personas relacionadas cuentan su historia, pero se omite del relato a aquellos que fueron críticos con él (su propia pareja que aparece muy poco y John Lyndon, el cantante de los Sex Pistols). Da la sensación de que en algunos momentos los entrevistados buscan lavar la imagen del protagonista. Gabriel Piquet


Daguerrotype, Kiyoshi Kurosawa / 6 puntos


La nueva película del realizador japonés, colmada de apariciones fantasmales e interacciones “médium”, narra la llegada de un nuevo asistente contratado para colaborar con un reconocido ex fotógrafo de modas que, como nuevo oficio, retrata a su hija mediante la antigua técnica fotográfica. El arte del daguerrotipo, en este film, trata de marcar las imágenes de dos mujeres que transitan las fronteras de la vida y la muerte en un ejercicio de cine al estilo del “amour fou”. Constantemente, los personajes no pueden escapar de sus conflictos trágicos vividos en el pasado y la historia, a medida que transcurre, se vuelve un vaivén de situaciones paranormales entre la vida y la muerte que envuelven al personaje protagonista. Jesica Berman


Fala conmigo, de Felipe Scholl / 7 puntos


Un adolescente de 17 años roba información de uno de los pacientes de su madre psicóloga y aprovecha la situación para comenzar una relación con esa mujer que es aproximadamente 25 años mayor. Esta mujer, un tanto inestable por una ruptura reciente, aceptará el romance que le propone el joven. En este contexto su familia comienza a desmoronarse (sus padres se separan, su hermana menor queda sola muchas horas al día). La ópera prima de Scholl se anima a un tema que siempre trae controversia, este despertar sexual que podría ser tratado de forma solemne pero aquí se lo elude. Además, el carisma de su protagonista y la convicción con que encara la relación hace creer que lo que vemos durará para siempre. Un realizador a tener en cuenta, que aseguró haber leído mucho a Freud, aunque su película -como él mismo la describe- es muy lacaniana. Gabriel Piquet


Hoy partido a las 3, de Clarisa Navas / 7 puntos


Un equipo de fútbol femenino de una ciudad del litoral (se filmó en el Chaco) espera su turno para jugar, en un torneo que organiza un candidato a intendente. Este entorno servirá para conocer las relaciones de las jugadoras de los diferentes planteles. Un deporte tan machista como el fútbol sirve de escenario para esta película que retrata la idiosincrasia de muchas mujeres de una ciudad pequeña. Un acercamiento al universo lésbico sin necesidad de caer en trazos gruesos, las actuaciones semi-profesionales de algunas de las chicas le da más credibilidad a la historia. Los personajes se hacen querer, el espectador se puede identificar, los hombres están de adorno (salvo el personaje de Cacho, el entrenador del equipo y un animador de la fiesta que promociona la candidatura del intendente). El humor está presente en varios momentos, quitándole solemnidad al tema. La directora conoce lo que está contando y se nota porque es una ópera prima solida. Gabriel Piquet


Las malcogidas, de Denisse Arancibia / 8 puntos


Las Carmens, tres mujeres bajo un mismo techo: Carmen (la abuela), Carmen (la protagonista) y Karmen (el hermano gay). Particular comedia que presenta la historia de (valga la redundancia) Carmen, una chica con sobrepeso que trabaja en un cine porno venido a menos y que nunca ha tenido un orgasmo… pero irá por él. Enamorada de su vecino rockstar, Carmen pasa del anonimato a la presentación en público de su nueva actitud ante la vida, aunque el camino que un principio parece el correcto, termine no siendo el final feliz de cuento de hadas que podría estar buscando. Criticada pero querida por su abuela y con una relación de compañerismo y amor con su hermano Karmen, la protagonista enfrenta las situaciones que se le presentan, sobre todo su búsqueda de pérdida de peso. Con un humor inteligente, diálogos exquisitamente delirantes y unas actuaciones absolutamente pertinentes, Arancibia desde su rol de protagonista, directora y guionista hace que todo funcione realmente bien, hace reír y reflexionar en la misma medida. Rocío Belén Rivera


Los hermanos Karaoke, de Cine Humus / 7 puntos


Una pareja de músicos que hacen covers, viaja a una ciudad del sur del país en donde realizarán un show en Navidad. Al averiguar los precios de los hoteles y no llegar con su presupuesto, deciden acampar en el bosque. Allí conocerán a un chamán con conocimientos de marketing que intentará encontrar lo mejor del dúo para potenciar su carrera. Los músicos tienen una mirada bien definida, uno es el poeta mas utópico (el hombre) y la otra es la cantante que busca fama y ser reconocida (la mujer). El personaje del chamán alcanzará ribetes mefistofélicos e intentará de alguna manera dividirlos. Es interesante cómo se juega con tópicos opuestos en entornos cambiados, la naturaleza como contexto para que el personaje chamánico haga de productor creativo con todos los clichés que uno imagina de un gerente de marketing de la gran ciudad. Lo realmente divertido es el uso del lenguaje técnico que habitualmente usaría una empresa y que los personajes asimilan con naturalidad. Una comedia que mantiene el ritmo, no decae gracias a las actuaciones y utiliza los pocos recursos que tiene de forma convincente. Gabriel Piquet


Medea, de Alexandra Latishev Salazar / 7 puntos


María José es una chica que experimenta su sexualidad de forma libre, sin censuras y lo disfruta. Juega al rugby y lo disfruta. Retomó sus estudios, sale con sus amigos, se divierte, goza de la vida. Una chica, podría decirse, común y corriente, sólo una cosa la diferencia de las mujeres que la rodean: está embarazada y nadie parece notarlo. Con una panza prominente, la protagonista no deja de hacer su vida a pesar de su peculiar condición. En su ópera prima, Latishev Salazar retrata con una mezcla entre el realismo característico de la cinematografía latinoamericana y un realismo mágico que intenta ocultar el embarazo que la misma madre niega el trance de María José de niña a madre fallida, de niña a mujer, de una felicidad a una tristeza consciente. El film es crudo, llega hasta los huesos de los espectadores. Podría decirse que buscaba el impacto del público… y lo logra, en el buen sentido. Rocío Belén Rivera


Mimosas, de Oliver Laxe / 8 puntos


Este film, ganador de La Semana de la Crítica en Cannes, está dividido en tres episodios que llevan el nombre de las correspondientes posturas del rezo musulmán: Reverencia, Levantamiento y Postración. El director propone una historia donde el aspecto místico y la búsqueda de voluntad divina son el sustento de lo que acontece y de lo narrado. La introspección de sus personajes, guiados por la fe interior, se enfrenta a la naturaleza como algo sublime y a su vez, sagrado. En la película de Laxe, predominan los planos secuencia,  los tiempos largos y los paisajes bellos. Los protagonistas de Mimosas se funden en un viaje metafísico que, quizás, ocurre en un tiempo anacrónico y espacio indefinido. Jesica Berman


Niñato, de Adrián Orr / 6 puntos


Difícil de entender cómo este film español se terminó llevando el premio máximo de la competencia internacional. Ojo, no estamos ante una mala película, pero sí ante una apenas correcta, donde se puede intuir a un realizador con futuro pero cuyas habilidades y capacidades siguen ubicadas dentro del espectro de lo potencial. Hay que reconocerle a Orr su coherencia y hasta persistencia en su seguimiento del protagonista, un treintañero desocupado que busca el éxito dentro de la música hip-hop, pero que también debe lidiar con la crianza de sus tres hijos y sus propias limitaciones. Hay ciertas decisiones en la puesta en escena -por ejemplo, en una secuencia donde el padre levanta a sus niños de la cama para el desayuno- que muestran a un director que sabe posicionar la cámara en el lugar adecuado y explotar tanto los factores temporales como las interacciones entre los personajes. Pero también el propio recorte temporal que emplea el film para su relato, sin llegar a instancias realmente conclusivas, muestra cierto temor a ir más allá, a profundizar en los conflictos y desafíos que podría ofrecer la historia. Hay un acto de refugiarse en lo seguro, en recostarse en los hallazgos formales y en los diseños de algunos personajes, que le permite a la película conectar con un horizonte festivalero, pero que lo aleja de vincularse con otros espectadores. En el aceptable ejercicio que es Niñato falta esa fisicidad definitivamente política que constituye a las grandes películas. Rodrigo Seijas


On the beach at night alone, de Hong Sangsoo / 7 puntos


Una actriz viaja a Alemania esperando por un director de cine casado que nunca llega. Recorre varios lugares junto a una amiga que vive allí, contándole su situación sentimental. La segunda parte del film muestra a la actriz regresando a un pequeño pueblo de Corea, una reunión con amigos y su posterior encuentro con el director de cine. La película está construida por largos planos en los que los diálogos sostienen todo. Se habla de penurias, si se está calificado o no para ser amado, hay ingesta de alcohol en varias de las escenas y llevan a la protagonista a tener una honestidad hiriente para con sus amigos. Otra película del director que tiene como protagonistas a gente del cine, según dicen es autobiográfica. Gabriel Piquet


Salvadora, de Daiana Rosenfeld / 9 puntos


Es la tercera producción de la joven directora Rosenfeld, quien busca traer del olvido de la historia oficial a la figura de Salvadora Medina Onrubia, mujer clave en la militancia anarcofeminista de la década de 1930 en Argentina. Más allá del aspecto político que esta mujer representa, el documental recorre y reconstruye a través del relato de estudiosos sobre la impronta de Salvadora, así como también de las figuras históricas que la rodean (Natalio Botana, Simón Radowitzky, entre otros), la huella de Salvadora como mujer, madre, artista y militante, lo que convierte al film en una fuente riquísima para el estudio histórico, político, social y cultural de la Argentina de principios de siglo. Mediante un relato colectivo que construye las voces autorizadas de los historiadores, familiares y conocedores del tema, el documental expone sus tesis, la cual se complementa con fragmentos de las cartas, escritos y producciones artísticas de Salvadora quien, como si fuera poco además de madre, militante, periodista, era escritora de poemas y obras teatrales, las cuales también han quedado en los márgenes de la historia oficial de la literatura argentina. Rocío Belén Rivera


Sieranevada, de Cristi Puiu / 8 puntos


Una cámara situada a una distancia considerable como para espiar una esquina en un día más, frenético y plagado de ruidos de autos. Un tiempo para observar también a una pareja que sale de un lugar con una pequeña. Paredes pintadas de fondo sobre tonos azulados. No es una postal de presentación ni la búsqueda forzada de cierta estética complaciente; más bien un golpe de realidad donde el sonido directo altera cualquier idea de nitidez y de tranquilidad. Un plano secuencia que refuerza esa incomodidad sin reparos. Serán apenas los únicos minutos destinados a exteriores. Luego, un auto. Los planos se tornan cerrados y asistimos a una discusión poco soportable entre la pareja con signos de histeria. Ese pequeño universo con mucha gente adentro que transita los ambientes elásticamente es observado por una cámara espía que jamás se entromete y que trabaja sobre un discurso en base a rumores o tonos elevados según la posición que mantenga. Al mismo tiempo que alterna los detalles sonoros, lo mismo hace con los colores azules y marrones. No hay idea de completud sino fragmentos de un ritual familiar cuyos condimentos asoman paulatinamente siempre y cuando nos entreguemos con paciencia a las reglas que el registro propone. Se materializa un encierro familiar, por momentos con un tinte costumbrista, pero paradójicamente ese espacio siempre está abierto a las expectativas de que algo pase. Lo cotidiano deviene como una pesadilla de esas en las que uno tiene los pies empantanados y no puede correr. Hay en Sierranevada una especie de fascinación que impide que abandonemos el barco antes de tiempo aún con el marco claustrofóbico que utiliza. El contexto es un armado por parte del espectador paciente que sabrá dar forma a una serie de gestos privados cuyo signo recurrente, en medio de la muerte, es la amargura, sentimiento rastreable no sólo como consecuencia de la demencial situación europea actual sino por los restos de un país en el que la promesa capitalista reavivó los espectros de un pasado comunista. Las heridas están abiertas y bien visibles en esa coreografía familiar que no es más que un centro neurálgico más de la Rumania presente. Una propuesta radical y notable de un cineasta que con una corta filmografía dejó de ser una promesa. Guillermo Colantonio


Tonsler Park, de Kevin Jerome Everson / 5 puntos


Este documental muestra primeros planos de varios afroamericanos encargados de mesas electorales en una ciudad del estado de Virginia. Filmada en blanco y negro durante las elecciones del 2016 que vieron ganador a Donald Trump, se observan los gestos y acciones de estas personas, mientras se escucha las voces de otras que indican reiteradamente lo que se tiene que hacer para votar. Contemplar durante varios minutos las caras de los trabajadores, mientras se escucha repetidamente que escanean la boleta, que tienen lapiceras por si necesitan o si pueden darle el documento, se vuelve tan aburrido que a los 30 minutos del documental uno quiere que se termine. Por más que se quiera encontrar lecturas políticas interesantes, el tedio supera lo que se ve. No siempre el documental contemplativo es bueno, en este caso el seguimiento de un día electoral lo confirma. Gabriel Piquet


Veredas, de Fernando Cricenti / 7 puntos


Amor, traición, descubrimientos, sorpresa. Se trata de una comedia sencilla, de esas que tan acostumbrados nos tiene Hollywood pero que tanto faltan en el cine nacional. Con una historia simple, el encuentro casual de dos seres desconocidos, el film plantea un relato lleno de frescura y liviandad sobre las relaciones humanas, los procesos de duelo, el control sobre las situaciones y sobre lo bella que es la vida que nunca para de sorprendernos. Con una bonita fotografía que retrata una Buenos Aires bohemia, diálogos cargados de espontaneidad y de un humor sencillo, el film presenta unas actuaciones naturales, características que sirven para ensalzar a Veredas como una bocanada de aire fresco en las comedias románticas nacionales. Rocío Belén Rivera


ANTERIORES


20th century women, de Mike Mills / 7 puntos


El director de Beginners regresa con otra historia que tiene elementos formales y temáticos similares, y que posee otra vez una rara mezcla entre drama y comedia que nunca termina de estallar en ninguno de los dos sentidos. Se podría decir que se trata de películas “como la vida misma”, pero es una frase hecha tan berreta que es justamente de lo que escapan las películas de Mills. Escapan de eso y de lo prefabricado: otra vez un vínculo de padres e hijos, aunque esta vez es una madre y son múltiples los puntos de vista desde donde se cuentan los hechos. Porque cada personaje se explica y, trata, de explicar a los demás a través de voces en off que surgen esporádicamente: está la madre (Annette Bening, formidable), el hijo (Lucas Jade Zumann), una amiga y amor platónico del joven (Elle Fanning), una inquilina de la madre (Greta Gerwig) y un inquilino (Billy Crudup). Y está, de fondo, la Norteamérica de 1979, un año clave y que anticiparía en algunos eventos lo que vendría, la era Reagan y el neoliberalismo más atroz. En ese contexto se mueven los personajes, y Mills tiene la enorme sensibilidad para hacer un retrato coral que respeta individualidades, puntos de vista, formas de enfrentar los hechos: la cultura, sus cambios, la manera en que cada uno los asimilan… o lo intentan. 20th century women sobresale en dos niveles: el primero, es el de una mirada femenina y, en ocasiones, feminista, sobre la sexualidad, los cuerpos y la independencia de lo masculino; y segundo, y más importante, el de la forma en que padres e hijos se relacionan y tratan de entenderse, aunque no lo logren del todo. Ese respeto que es el que Mills tiene, además, por el espectador con su buen gusto para la puesta en escena. Mex Faliero


Album, de Mehmet Can Mertoglu / 7 puntos


Las primeras imágenes son desconcertantes. Plano fijo, encuadre frontal, sonido directo, son las herramientas que utiliza el joven cineasta turco para presentarnos un ámbito frío, de carácter científico, donde una vaca pare ayudada por dos hombres. La facilidad del acto funciona como contraste irónico ante lo que veremos a continuación: una pareja que intenta adoptar un niño en forma clandestina. Esta especie de montaje intelectual prepara el terreno para una comedia cerebral, negra, lacónica y con ribetes absurdos. Bahar y Cüneyt no parecen tener más horizonte que su rutina y consumir algunos programas de tv. La inmovilidad en la que están sumidos es apenas mostrada con dos o tres pinceladas que trazan los ambientes laborales. Así están planteadas las cosas en esta película donde lo cotidiano se exprime hasta la última gota para sacarlo de su lógica y llevarlo al límite del automatismo. En ese avance narrativo escueto a base de elipsis, el marido saca fotos y entonces se va develando un secreto: ambos participan de un juego, asumen el rol de un matrimonio a la espera de un bebé. La coartada se hace visible cuando finalmente adoptan por izquierda un bebé y agregan los últimos detalles de una trama escénica que les permitirá en apariencia continuar con el esquema diario de consumo televisivo, algunas reuniones con una pareja amiga y no mucho más, hasta que un incidente los saca de la monotonía. La composición virtuosa de cada plano mantiene la misma temperatura emocional de tantos films provenientes de festivales, sin embargo, más allá del humor negro y de cierta pose en la mirada con que se trazan los perfiles, hay un marco contextual terrible que permite comprender en algún punto las decisiones de los protagonistas, a saber, que la infertilidad es motivo de vergüenza femenina en Turquía. Y es en esa línea de indicios socioculturales donde la película adquiere fuerza simbólica dado que el género funciona como una cáscara capaz de cubrir pequeñas señales que el director arroja en la historia como fugaces destellos. A través de ellos miramos el otro lado de la tarjeta postal, una sociedad donde triunfan los burócratas y los materialistas y donde la xenofobia está anclada en todos los sectores (hay un pasaje en el que la pareja rechaza a un bebé por su aspecto kurdo). Tal vez sea ese el lazo que nos permita saltar el cerco expresivo que propone, la falta de empatía con sus criaturas y su gesto retraído. Guillermo Colantonio


Araby, de Affonso Uchoa y Joao Dumans / 7 puntos


Hay algo así como un marco en la película que abre una dimensión social desde lo privado. Un obrero llamado Cristiano, de frondoso prontuario, tiene un accidente en una fábrica de un barrio industrial de Ouro Preto, Minas Gerais. Una enfermera voluntaria le pide a uno de sus protegidos que busque documentos y ropa en la casa del joven convaleciente, hecho que lo pone en contacto con unos cuadernos donde Cristiano cuenta su vida. Entonces accedemos a las imágenes que derivan de la escritura, un ejercicio de taller teatral. A partir de allí, el relato construido desde lo privado será una vía simbólica y política que funciona como alegoría del desarrollo económico de la región en desmedro de las relaciones laborales, fundada en la explotación de los grandes granjeros. La diferencia es que dichas tensiones son mostradas desde una óptica alternativa donde una mirada intimista desplaza el foco de conflicto (no por desinterés, sino porque no hay nada que hacer al respecto, un gesto de absoluta resignación) y se concentra en el itinerario del protagonista por diversos lugares, retratando fundamentalmente rituales de supervivencia y evitando la épica característica en esta clase de films. De allí la morosidad de su tono aletargado, contemplativo, de planos fijos que contrastan con la dinámica de la dialéctica de la lucha de clases. Allí donde se supone deberíamos asistir a una confrontación discursiva propia de un campo de tensión ideológica, encontramos una puesta en escena que muestra lo contrario y que, en todo caso, repara en valores de camaradería (la música) y solidaridad (en un mundo de restos vinculares). Claro está, la fugaz felicidad convive con otros momentos de inevitable violencia. Mientras tanto, todos tienen derecho a una voz, a un relato. Guillermo Colantonio


Atrás hay relámpagos, de Julio Hernández Cordón / 7 puntos


Atrás hay relámpagos parece, en principio, atada a una necesidad de captar parte de la realidad costarricense mediante las historias personales de dos jóvenes, Sole y Ana, cuyo pacto las mantiene unidas en un destino abierto al juego, al azar y al tránsito libre frente a las reglas sociales. No sabemos ni de dónde vienen ni a dónde van, no hay historias previas, como si el presente absoluto gobernara sus corridas y sus rituales. Esta libertad de vivir en un mundo a la deriva es un motivo de felicidad, pero por todo tiene un precio. Un macabro hallazgo pondrá a prueba la simbiosis que han armado con sus voluntades. En uno de los autos del jardín de la abuela se esconde un cadáver en descomposición, hecho que origina un debate moral sobre qué pasos seguir y una confrontación de puntos de vista. Ahora bien, a la hora de continuar el carril lógico del crimen en cuestión, elige una mirada dispersa, focalizada en las andanzas de las chicas y sus amigos, integrantes todos de una tribu urbana consagrada a mantenerse lejos de cualquier sistema de reglas impuesto. Hay en este sentido una exploración de las formas en que hablan (las dos actrices colaboraron en los diálogos) y gesticulan, de sus divertimentos, pero no es la visión fría de quien observa a la distancia. Todo lo contrario: la cámara se posiciona como uno más e intenta contagiar el impulso lúdico de sus actos. Despojada la película de la posible trama policial las imágenes están destinadas a hacernos partícipes del grupo conviviendo en el jardín, entre los autos, en una celebración eterna del tiempo libre. Es como si el mismo director renegara de los mandatos narrativos y abordara el camino de la dispersión, no por desconocimiento sino por convicción. No obstante, todo gesto humano conlleva un peligro inminente, aun aquellos que pretendan darle la espalda a una civilización enferma. Por ello, si el juego que abría la película era exitoso, hacia el final asomarán algunos nubarrones. Nadie tiene garantizada la eterna diversión. Mientras tanto, la vida sigue. Así lo demuestra el abrupto corte que clausura esta historia descentrada. Guillermo Colantonio


Austerlitz, de Sergei Loznitsa / 8 puntos


austerlitzLoznitsa instala la cámara como si fuera una mosca en la pared en los campos de concentración nazis y observa a miles de turistas que transitan el lugar. Los planos son fijos y hay un tiempo prolongado para mirar, lapso en el que frente a la transparencia de lo que vemos se nublan progresivamente los pensamientos, sobre todo cuando la tragedia que ocurrió en ese lugar se transforma en un cúmulo de selfies y personas voraces por registrar postales para la foto familiar. Es interesante al respecto el efecto alienante que provoca la multitud caminando como si fuera por un shopping: nadie se conmueve un segundo, todos repiten itinerarios y rituales sin el menor gesto de consideración. En un momento un guía turístico explica que en unos palos colgaban a las víctimas para que los prisioneros escucharan sus gritos de dolor. Inmediatamente el grupo se retira a otro sector y una pareja permanece. El marido se pone para la foto en el lugar de la tortura y levanta sus brazos en pose. Ese gesto condensa la bestialidad implícita en todo el film. No obstante, no todo pasa por la vista. Diversos sonidos atraviesan la pantalla al borde de la saturación y entre ellos se destacan los de teléfonos y aparatos de traducción. En el lugar donde debería reinar el silencio, las máquinas suplen cualquier atisbo de emoción, de respeto por el dolor. La farsa ha llegado para quedarse en el Siglo XXI. Guillermo Colantonio


Bliss, de Christos Pitharas / 6 puntos


Anna es una joven que trabaja en un estudio de fotografía, vive sola en su casa, pasa la mayoría del tiempo mirando su computadora, durmiendo e inventando viajes y excusas para no ver a sus amigas. La relación con su madre no es buena. Un día al volver a su hogar, pegado en la puerta encuentra un papel con un número, y comenzará una cuenta regresiva que la irá volviendo cada vez más paranoica. Siguiendo la tradición del terror psicológico a lo Roman Polanski (Repulsión, El inquilino), la película relata el deterioro mental de su protagonista y le delgada línea entre realidad y locura. Si bien la trama y la forma en que lo muestra no aporta nada nuevo, para ser una ópera prima maneja muy bien el ritmo narrativo, creando climas de a poco que logran mantener la tensión hasta el final. Gabriel Piquet


Casa coraggio, de Baltazar Tokman / 5 puntos


Cuenta la historia de una familia de trabajadores de una funeraria, la relación entre sus integrantes (el dueño, su hija, la madre, la abuela materna) y algunos integrantes más de la familia (el hijo de la protagonista y una sobrina). Hay una relación amorosa entre un empleado nuevo y la hija del dueño. Al comenzar, Tokman aclara que quería para “actuar” a los protagonistas a no actores (padre e hija en el film), lo que resulta ser el mayor de los aciertos ya que están muy naturales en sus roles. Por el contrario, donde se nota más lo forzado, tanto en los diálogos demasiado impuestos como en las actuaciones, es con los actores profesionales. La película es un híbrido entre documental y ficción, nunca llega a ensamblarse bien, dejando expuesto que muchos temas fluirían mejor si no los actuaran, como el momento en el que la protagonista cuenta la historia de su tatarabuela mapuche a su novio y otra amiga. Algunas escenas demasiado largas que no ayudan al desarrollo, hacen que por momentos se pierda interés de lo que se cuenta. No siempre el tener personajes carismáticos garantiza buenos resultados. Gabriel Piquet


Casi amor, de Christopher Geitz / 6 puntos


Película que muestra tres relatos en donde el amor aparece de forma imprevista o usual. Esta comedia filmada en España, utilizando un formato de video, con una iluminación un tanto amateur, logra salir airosa por grandes momentos en cada una de sus historias. En la primera llamada Flor de plástico, un joven nerd enamorado de su vecina tiene la oportunidad de conocerla cuando esta escapa de la propietaria del piso que alquila y se mete en el de él, posteriormente en forma de agradecimiento la chica lo invitará a conocer su departamento. Es sin dudas la más fallida de las tres historias porque no logra que el drama se ensamble con la comedia romántica, creando un solo momento divertido que es la canción que le compone el joven nerd (chiste que se alarga un poco). El segundo relato llamado Hoy es mi día cuenta la historia de amor que nace entre un joven que busca cerrar una entrevista de trabajo importante y una novia que se fuga de su boda, es la que más funciona de todas las historias, la química entre los protagonistas es muy buena, dándole un paulatino crecimiento a su relación romántica, que la hace creíble. La última historia tiene algunos momentos efectivos y otros que la llevan por los terrenos de la incomodidad, aunque no termina tampoco de funcionar de la mejor manera. Una chica que ejerce como psicóloga en lo que parece ser un jardín de infantes o colegio primario, tiene una cita con un chico que tiene como “cualidad” decir todo lo que piensa de ella sin guardarse ningún comentario. Pero en vez de alejarse, la pareja comienza a conectar más. Buen intento de comedia independiente que se va un poco de las fórmulas más conocidas, no siempre saliendo bien parada, pero arriesgando, como lo mejor de este género sabe hacer. Gabriel Piquet


Casting, de Nicolas Wackerbarth / 6 puntos


Alguien atraviesa una puerta y comienza la alterada aventura de una audición. El ambiente parece histérico. Divismo, confusión y discusiones. El objeto: una remake de Las lágrimas amargas de Petra von Kant de Rainer Werner Fassbinder. Todo se dirime en un set televisivo. Vera (la directora) es exigente, no resigna su toque personal. Se enfrenta incluso a las estrellas. Las hace ensayar el papel y parece adivinar que la cosa no funciona. Entonces, pone en crisis incluso el propio rol de espectador, que duda de su ojo observador y comparte la impaciencia del resto. Hasta que aparece Gerwin Haas, un partener sin filtro, políticamente incorrecto, aún con las actrices consagradas. El tipo está detrás, sirve café, divierte a los demás. Juega hasta que consigue el papel de Karl. Es la atracción, el personaje que dignifica la comedia y que pone en crisis la ley del texto como la solemne situación de casting, desde su aparente inocencia y su afán por divertirse. Su presencia parece eterna, como si siempre hubiera estado ahí. Buscando a Petra, Vera encuentra a Gerwin. La película gira en torno a la identidad, en tanto qué se muestra y qué se oculta en el proceso de selección, hasta dónde se puede y cómo interviene la intimidad frente a la cámara. Tal vez sea eso lo que supla a los espejos del melodrama del director alemán. Desde esta perspectiva, vemos un film de tesis: la única manera de adaptar una película de Fassbinder pasa por actualizar exponencialmente de un modo escindido el juego del amor en base al poder de los involucrados. Pese a todo, la complejidad discursiva no logra apaciguar una puesta en escena estática y la sensación es que se trata de un ejercicio que mezcla acidez con humor pero que no puede desprenderse nunca de cierto tono frío y distante. Guillermo Colantonio


Certain woman, de Kelly Reichardt / 5 puntos


Reichardt propone una trama dividida en tres historias -algunas narradas en paralelo- en torno a mujeres comunes que buscan su respeto en un pueblo machista. Son historias cotidianas al estilo Historias mínimas de Carlos Sorín con un lenguaje pausado, sencillo y claro. Situaciones que sin embargo al precipitarse el cierre son truncadas por distintos factores internos y externos en tramas inconclusas. Y allí reside la belleza: en lo inalterable. Reichardt juega con lo que podría ser para luego quitarnos esa posibilidad. El motivo conceptual pone su énfasis en la lucha de estas mujeres actuales ganadoras de espacios de socio-poder en un mundo prejuicioso. Tenemos a una abogada acosada psicológicamente y ninguneada en su oficio por su cliente “mal indemnizado”. El cual entra en razón de su situación cuando asisten a un colega masculino que le explica exactamente lo mismo que su defensora planteó hace meses. Por otra parte, una familia joven donde la mujer es la jefa de hogar. Y que con el motivo de construir una casa serán “rebajados” por un anciano chapado a la antigua. Mientras que una joven profesora de abogacía imparte clases de derecho -para no caer en un empleo de vendedora- y una tímida alumna queda enamorada de ella. Rosana López


Cetáceos, de Florencia Percia / 5 puntos


La ópera prima de Percia retoma unos cuantos lugares del cine argentino de las últimas épocas: los tiempos muertos, los personajes apáticos, los conflictos que antes que estallar se insinúan, las acciones erráticas. Se podría pensar que el film intenta realizar una operación de relectura y actualización, a partir de su relato centrado en una mujer que, cuando su pareja se va de viaje, empieza a abrirse a situaciones y actividades que van por fuera de su rutina habitual, lo que propicia un cambio en su persona. Pero en verdad no hay relectura, actualización o revisión, sino una simple (y un tanto vacua) repetición. La película tiene un horizonte de espectador (el público festivalero, particularmente el “baficero”) demasiado pensado y definido, lo cual le resta una enorme cantidad de riesgos. A la directora se le nota una indudable capacidad para trabajar el encuadre y hasta el manejo de determinados diálogos, pero su desafío a futuro es crear personajes tangibles, que generen una real empatía. Quizás la clave pase por pensar (y pensarse) más allá de esa frontera invisible que es un festival de cine como el BAFICI. Rodrigo Seijas


Charco: canciones del Río de la Plata, de Julián Chalde / 7 puntos


Un recorrido por la historia musical de Buenos Aire y Montevideo a través de la voz de varios de los grandes cantantes de ambos países. El músico Pablo Dacal es el conductor de este viaje que servirá para charlar con emblemáticos intérpretes que versionan temas suyos o de otros artistas importantes, la mayoría en actividad. Se habla de la poesía, las letras, las influencias de los ritmos negros, lo melancólico de ambas ciudades y hasta la comparación de Buenos Aires con un cementerio (mucho mármol), y de la llegada de los instrumentos con los conquistadores. Todo esto, mientras se escuchan versiones muy originales de canciones de todos los estilos (tango, folklore, rock, cumbia, candombe). Quizás lo que falta es un poco más de riesgo en la búsqueda de nuevos artistas, ya que los más jóvenes que aparecen son caras conocidas (Onda Vaga, Sofía Viola, Franny Glass, Martín Buscaglia, por nombrar algunos). Gabriel Piquet


Cicero impune, de José Celestino Campusano / 6 puntos


Filmada en Brasil, la película cuenta sobre una especie de pai que supuestamente sana o cura a mujeres que concurren a visitarlo, aunque en realidad las droga para después violarlas. Apañado por el entorno político-policial, siempre logra que las denuncias sobre su accionar no se concreten. El novio de una de las víctimas intentará vengarse, fallando en su primer intento. Conocerá un grupo de personas que lo ayudarán a vengarse, aunque es otro grupo de mafiosos que aprovechará la situación para utilizarlo. La película tiene todos los vicios que su director viene trayendo desde el comienzo de su carrera, para algunos ya están agotados para otros (entre los que me incluyo) tienen su sello personal que a esta altura lo trasforman en un autor de los más fáciles de reconocer. Hay violencia, sexo, marginalidad, todo es filmado en una ciudad que tiene puntos en común con las que el filma en el Conurbano; es directa y va hacia delante en su narración. Tiene algunas lagunas en el guión que hacen arbitrario cómo se llega a ciertas situaciones, pero el pulso para contar hace que se le puedan perdonar algunas cosas. Los actores están más dirigidos que en algunas de sus películas anteriores, y eso le da más credibilidad a las actuaciones que es uno de los puntos por los que se lo suele atacar. El cine de Campusano es para dejar o tomar, me gusta que filme como si sus películas fueran de los 70’s, sin tibiezas. Gabriel Piquet


Dark night, de Tim Sutton / 6 puntos


Un día en la vida, pero no cualquiera. Seis personajes cuya conexión es la ira. Y una especie de paisaje suburbano por donde desfilan zombies pero sin estar muertos. La pesadilla cotidiana se manifiesta de día y se consuma una noche en un Cineplex, pero eso lo sabemos desde el comienzo. El resto es una sumatoria de actos, gritos y rituales que conforman el huevo de la serpiente. La mirada es de acompañamiento, siempre bajo un cielo gris y en varios tramos matizada por canciones de espíritu indie, bien oscuro. El hecho en sí queda fuera de campo porque eso implicaría incurrir en una lógica televisiva que la película elude, más preocupada por mostrar el deambular de una juventud perdida en el anonimato de los deseos insatisfechos o conectada al vacío, idea un tanto subrayada y opresiva, que no ofrece margen de error y cercana a una peligrosa tesis determinista. Sin embargo, el clima se acerca al terror en tanto y en cuanto los potenciales asesinos caminan entre nosotros sin que los veamos (ni querramos verlos): pibes que pasan horas entre skates y videojuegos mientras juegan con armas en algún tiempo libre, mujeres obsesionadas con registrar su cuerpo en las redes sociales, jóvenes sin perspectiva que odian el colegio, adultos sin trabajo que practican tiro, todos ellos dentro de una visión monocorde que no aspira más que a enseñarnos que de este panorama sólo resta esperar una masacre. Al respecto hay varias secuencias donde el tirador en cuestión (de rostro escalofriante, sobre todo por sus ojos) ensaya la puesta en escena para su futuro crimen colectivo o pasea naturalmente con el arma a la luz del día sin que los vecinos, ocupados en sus menesteres, adviertan alguna clase de peligro. El tema es no ver al otro. Por ello, cada plano da la sensación de que el mundo es un lugar vacío. En el esquema terminal de Sutton, siempre hay alguien al acecho que intentará liquidarte. Por ende, parece confirmarse la versión punk de El principito en cuanto a que “lo esencial es invisible a los ojos”. En EE.UU. es la muerte perpetrada por el uso y el abuso de las armas, algo que Michael Moore y que Gus Van Sant habían mostrado ya a su manera, y que Sutton actualiza con estética Walking dead. Es una postura que no deja alternativa y que asfixia, un castigo terrenal hacia todos aquellos que colaboran con el germen de tamaña violencia, promoviendo y apoyando el negocio de las armas. Los políticos están fuera de campo porque siempre formarán parte de esferas inalcanzables. Aquí el planteo está orientado hacia aquellos que habitan la tierra, aunque la visión no puede evitar cierto esquematismo perjudicial para la salud. Guillermo Colantonio


Dhogs, de Andrés Goteira / 6 puntos


Este film es extraño, dividido en capítulos, aparecen personajes que se cruzan en breves momentos, con elementos enrarecidos en sus acciones. Un taxista lleva en un viaje a un ejecutivo, este conocerá una mujer, tendrán sexo casual, la mujer se va del hotel en donde estuvo con el ejecutivo, la comienza a seguir en la calle otro personaje que tendrá injerencia en otro de los capítulos. Esto se repite en otra historia, la película utiliza mecanismos del cine de género pero los trastoca constantemente. Hay influencias notorias, personajes que observan a otros sentados como público en una sala, con algún parecido al Bigas Luna de Angustia, una escena de violación similar a la de Irreversible de Gaspar Noe (innecesaria). Es una película que puede generar opiniones dispares, lo que sí no va dejar indiferente a nadie. Gabriel Piquet


Dick Verdult: it is true but not here, de Luuk Bouwman / 7 puntos


En nuestro país la carrera de Dick Verdult está ligada a su alter-ego musical “Dick, el demasiado”. Lo que muestra el documental es su faceta de artista plástico vanguardista, su paso universitario estudiando cine a comienzos de los 70 filmando cortometrajes experimentales, y la constante búsqueda en la deconstrucción de ese ritmo latinoamericano que es la cumbia. Con imágenes en súper 8 donde se ve su niñez en Guatemala, posterior paso por la Argentina (su padres casi van a vivir a Tailandia), este multiartista muestra su constante creatividad en el uso de las palabras en castellano, dándole significados que nosotros no utilizaríamos. Recomendar sus shows en vivo para cuando venga a tocar nuevamente, un espectáculo que no se ve todos los días. Gabriel Piquet


Droles d´oiseaux, de Elise Girard / 6 puntos


Una joven encontrará un nuevo trabajo en París, en una librería que es atendida por un hombre mayor, bastante malhumorado. De a poco se conocerán y comenzarán una relación sentimental, que será interrumpida por un hecho del pasado que persigue al hombre y lo obligará a dejar todo para desaparecer un tiempo. Si bien algunos diálogos y escenas están muy bien, en otras hay un registro inverosímil que nos aleja e impide la empatía con los personajes, forzando una relación de amor que nunca llega a nada. Gabriel Piquet


El bar, de Alex de la Iglesia / 7 puntos


Un variopinto grupo de personas queda atrapado en un bar luego de que alguien dispara y mata a una persona en la puerta del local. Con el pasar de los minutos, se darán cuenta que tienen a una persona infectada con un virus dentro local y deberán ponerse a prueba para ver cómo salen sin ser heridos. Nuevamente el director español trabaja con un espacio cerrado (un bar, un sótano, los desagües) para crear los climas e interacciones humanas que serán el motor generador de la película. La desconfianza y el egoísmo irán ganado terreno, y la subsistencia hará salir lo peor de cada uno. El humor y algunas situaciones escatológicas le bajan el clima de tensión y suspenso, que en algunos pasajes cobra mayor relevancia. Hacia el final se hace un poco extensa, y se pierde en situaciones que se hacen reiterativas. Gabriel Piquet


El candidato, de Daniel Hendler / 7 puntos


El hijo de un empresario quiere lanzar su candidatura, reúne a un grupo de asesores de marketing para que armen un spot e ideas de campaña para cambiar su imagen. Reunidos en un casco de estancia, a medida que la película avanza se generara un clima tenso y paranoico. Alguien quiere boicotear la imagen de Martín Merchand, y él piensa que es alguno de los integrantes del equipo que trajo. La película tiene actuaciones realmente convincentes como la de Diego de Paula (Martín) y José Luis Arias, que hace de un jefe de seguridad con una voz finita que está en constante observación de cada uno de los movimientos del equipo de trabajo. Otro de los importantes es Matías Singer, que representa a un diseñador gráfico que dice ser apolítico. La película pasa del humor negro a la tensión tipo thriller, gracias a los diálogos y situaciones que se generan. La escena en que un asesor de imagen le enseña a Martín cómo moverse y que lo delata de sus expresiones nos hace pensar en varios políticos actuales. El candidato plantea la idea de los que quedan en el medio, los que no comparten ni un lado ni el otro, aunque el director en algún pasaje del film diga en qué lugar se pone. Gabriel Piquet


El día más feliz en la vida de Olli Maki, de Juho Kuosmanen / 7 puntos


Como “El panadero de Kokkola” es reconocido el boxeador finlandés peso “gallo” Olli Maki en sus épocas de gloria. Esta ficción relata su acenso y previa preparación para la competencia de 1962 por el título mundial contra el estadounidense Davey Moore. Ollí ya venía ganando en el Campeonato Europeo en peso pluma pero la fama nunca lo enceguecía. Y justamente en eso se centra el relato de Kuosmanen. En esta ocasión con un soberbio blanco y negro y una rica ambientación de principio de los 60′ observamos la sencillez de un deportista que se delibera entre continuar su relación amorosa y el sacrificio de una carrera en el boxeo. Un mundo que por suerte aquí no está ligado a mafias, apuesta o agresión física como se acostumbra al género. Por el contrario encontramos una historia franca, sencilla pero entretenida. Hay cierto paralelismo al entrenamiento oficiado en Foxcatcher (2014) entre representante y boxeador donde todo era captado por una cámara para su posterior documental. Pero sin ese halo de perversidad que guardaba aquella. Sí observamos el típico mundo masculino donde las mujeres acompañantes están desplazadas y son meras observadoras de las vivencias de su pareja. El film sorprende al reflejar un hombre más interesado en el amor que en su desarrollo profesional y que funciona como la antítesis de perseguir un sueño como La la land. Pero sin embargo, se pierde mucho metraje en este enfoque humanista descuidando la adrenalina del combate. Rosana López


El Pampero, de Matías Luchessi / 6 puntos


Un hombre que tiene una enfermedad terminal, trata de aislarse de su hijo quien lo llama y no recibe respuesta. Saca su barco y se dirige al Delta, pero luego de un tiempo navegando descubre que en su baño hay una mujer escondida cubierta de sangre, supuestamente de un crimen que no cometió. A medida que se conocen entablan un contacto que no será correspondido por el hombre. A esta situación se les agregará un tercero en discordia, el policía de la zona, que intentará seducir a la mujer. La historia es pequeña y se nos vienen a la mente títulos como El cuchillo bajo el agua o Terror a bordo, pero en este caso las tensiones están más contenidas y se juega con lo que nunca se mostraría en una película totalmente de género. Se sostiene mucho con los diálogos y se esconden algunos datos que se van revelando a medida que los personajes avanzan en el relato. Las actuaciones son correctas, y el que sobresale es el uruguayo César Troncoso, que genera incomodidad en los otros personajes y en los espectadores con un personaje que puede estallar en cualquier momento. Gabriel Piquet


Estiu 1993, de Carla Simón / 8 puntos


Simón se atreve valientemente al desafío y ofrece un sincero, legítimo y conmovedor retrato de la tristeza desde la veraniega mirada melancólica de una niña increíble. No hay grandes relatos; sí dos o tres momentos hermosos que valen la película. La historia encierra un drama, sin embargo esto no implica que la directora lo explote continuamente ni que exacerbe situaciones que conduzcan al llanto fácil. No sólo tiene en claro que trabaja con niñas y que hay una corriente miserabilista capaz de sacudir a la butaca con mensajes sensibleros, además, sabe que hay allí un potencial de belleza fotogénica. Por ello se consagra a capturar momentos, lapsos de tiempos muertos, donde el rostro de Frida (la niña de seis años que afronta como puede la pérdida de su madre con su nueva familia adoptiva ese verano que reza el título) escribe en pantalla el dolor contenido con la gracia que sólo el cine puede ofrecer cuando hay alguien sensible detrás de cámara. Y como la mirada es la una pequeña según el período estival que le toca vivir, vemos con ella el mundo de los adultos desde los bordes, espiando a través de las puertas, escuchando en las cercanías de conversaciones, golpeando las ventanas para llamar la atención por su condición de extranjera en un hogar que le imponen con bondad y amor. El tiempo se cocina en una sumatoria de planos cuya búsqueda apunta a no soltar jamás a Frida y no hay arbitrariedad en esta decisión (como ocurre con gran porcentaje de films festivaleros) dado que existe un punto de llegada a la mejor escena de la película, tan natural como dramática, tan pura como creíble: es el despertar a la vida. Cuando todo parece conducir a un camino reparador, hay un brote de genuina tristeza que conmueve, el último eslabón de una cadena de logros de Estiu 1993. Guillermo Colantonio


El espanto, de Martín Bechimol y Pablo Aparo / 7 puntos


En un pequeño pueblo de la provincia de Buenos Aires llamado El Dorado, la mayoría de sus habitantes se sanan a través de diferentes formas relacionadas con la curandería. Una mujer que está enferma, no logra mejorar, y los curanderos le dicen que tiene “el espanto”. Nadie de ellos ni los médicos se lo pueden sacar, según sus propias palabras, la única persona capaz de lograrlo es Jorge, un enigmático hombre que tiene una técnica que nadie acepta como solución al problema. El relato coral de los entrevistados va armando esta historia que parece un capitulo de Twin Peaks. El documental muestra algunas situaciones que se vuelven más turbias cuando escuchamos a los lugareños opinar sobre ciertos temas. La aparición de un hombre muerto en un arroyo incrementa los comentarios maliciosos, generando miedo. Lo arcaico de algunos pensamientos también queda plasmado en un casamiento entre dos jóvenes del lugar. Un tema que sirve de disparador (los curanderos y su fe) lleva a conocer una serie de personajes y situaciones que hacen de este documental un hallazgo. Gabriel Piquet


Fin de semana, de Moroco Colman / 6 puntos


Carla regresa después de un prolongado período de ausencia para acompañar a Martina, quien afronta la muerte de un hombre. El carácter controlador de una afecta y cae como un lastre para la otra, abierta a un duro juego sexual con un joven mayor que ella. Un moretón aparece como el primer indicio. “Me gusta el sexo fuerte” dice la chica; “no es gracioso”, le advierte Carla. Es apenas uno de los pocos intercambios que mantienen luego de un reencuentro frío donde las implicaturas son más fuertes que lo hablado. El presente es privilegiado y los perfiles se arman con el mismo tiempo de enunciación, como si el cerco comunicacional que mantienen las protagonistas se extrapolara a los espectadores, quienes deberán reponer información emocional elidida. No sabremos incluso con certeza qué lazo mantienen entre sí. La lógica de búsqueda que propone el film se prolonga hacia un desafío formal en la medida en que se escogen diversos formatos de encuadre según los bloques de equilibrio y de leves alteraciones emocionales. Y si bien el virtuosismo técnico y cierta idea de montaje seducen visualmente, tal vez el corazón de la película parece invisible ante tanto cálculo. Un cambio de registro y una pequeña ruptura abren el juego. De la palidez de la casa y los tonos azulados diurnos pasamos al rojo de una fiesta en la que Carla participa y se cruza con un amigo con el que compartirá un trío. A la vuelta, la experiencia parece poner a las dos mujeres en el mismo escenario, como si el tejido vincular se recompusiera a partir del dejarse llevar por el placer. A esta altura, el fin de semana deviene en un redescubrimiento, en una especie de resignación y de aceptación: somos lo que podemos ser. Guillermo Colantonio


From the diary of a wedding photographer, de Nadav Lapid / 7 puntos


Lapid siempre es bien recibido en el BAFICI y se ha convertido en uno de los realizadores favoritos. En esta oportunidad, presenta un mediometraje en donde, con breves retazos, contrapone lo matrimonial con lo político. La rabia abiertamente expresada en los personajes por su presente amoroso es la rabia de un país en la encrucijada de liberarse de sus símbolos o permanecer atado a los mismos. Sin duda, el director pone en este caso el foco en el género femenino: fomenta la libertad de la mujer por ser obligada a asumir un papel que no quiere. El relato toma de un día de reportajes y el fotógrafo va desgranando recuerdos de bodas pasadas de ese mismo año, donde no hubo un momento en que la novia quedara libre. Lo repasa como un libro de experiencias personales fallidas, en las que no pudo impedir ni plantear, ni siquiera a su propia hermana, el error de someterse a una institución represiva. Mientras recuerda las últimas ceremonias, hace que los novios posen de manera ridícula, tal como todos hemos visto una y otra vez en paisajes idílicos y en actitudes románticas, en escenas que en el momento de una ruptura futura serán las primeras en ser destruidas. Jesica Berman


Godspeed, de Chung Moon-hong / 6 puntos


Un perdedor es contratado para hacer de mula y llevar un paquete de droga. Un taxista que necesita lograr sumar viajes para llevar dinero a su casa lo convence de llevarlo en su viaje al sur de Taipei. En paralelo, el traficante que envió a la mula y su sicario irán a controlar cómo sale la entrega. Godspeed es una película que tiene elementos del cine de Kitano, violencia extrema en momentos puntuales, algo de humor y una historia dramática que relaciona al taxista con su pasajero. Como muchas de las películas asiáticas la duración extensa hace que por momentos se pierda y no mantenga un ritmo contaste, lo cual se profundiza con tiempos cansinos y que no son tan habituales en este tipo de propuestas, más relacionadas con lo frenético. Gabriel Piquet


Hora-Día-Mes, de Diego Bliffeld / 5 puntos


Seguimos algunos momentos de la vida de Nardo (interpretado por el actor Manuel Vicente) durante aproximadamente una semana. Trabaja en una cochera, tiene una rutina monótona, es un personaje algo gris, descubrimos que un hecho trágico de su pasado lo terminó llevando a trabajar en ese garage. La voz en off de Marcelo Cohen narra y subraya varias partes de los diálogos, mientras Nardo interactúa con los otros personajes se remarca lo mismo que escuchamos en off. Estamos ante un recurso que es utilizado al principio como elemento gracioso, pero que no lo logra e inclusive tiende a desaparecer mientras avanza la película. Hay una especie de separadores, algunos funcionan (él que cuenta cómo fue pasando de dueños un Renault 12) otros se vuelven poco interesantes y es en donde el recurso pierde efectividad. En un momento Cohen dice que esta película no tiene conflicto, ni desenlace y se le nota, nunca termina de cerrar ninguna de las pocas historias que comienza: la romántica, por decirlo de alguna manera, en la que el personaje recrea una especie de ópera con los sonidos de varios autos (es muy lograda desde lo visual y sonoro) a una mujer que va a estacionar su coche (la actriz Romina Pinto, que acá no puede lucirse pero tiene interesantes papeles en cortometrajes de comedia); o la historia del asiático que queda en una mera anécdota y podría haber sido un disparador para algo mejor. Una historia circular que denota mucho el universo que transitan los productores de la película en alguno de sus trabajos (El ciudadano ilustre o El hombre de al lado), pero que acá no termina de cerrar. Gabriel Piquet


Killing ground, de Damien Power / 6 puntos


Una pareja viaja hacia la Australia profunda, su intención es pasar unos días de campamento en un lugar entre los árboles junto a un arroyo. Al llegar, ven una carpa armada cerca de ellos aunque no hay presencia de gente en el lugar. En paralelo vemos a dos hombres con pasado delictivo que por sus acciones esconden algo, uno de ellos se dirige hacia el lugar en donde se encuentra la pareja, y ahí estallará un conflicto. Si bien no sucede toda en el bosque, se podría decir que esta película tiene mucho de ese género llamado terror rural (Deliverance), con gente de la ciudad acosada por cazadores. La violencia es el eje de la trama, lo interesante es cómo muestra en paralelo dos historias (la de la familia y la de la pareja) creando un salto temporal que arma la narración del relato. Si bien vemos venir hacia dónde va, algunos giros relacionados con un bebé y el personaje masculino de la pareja pueden ser originales para este tipo de films. Gabriel Piquet


La Mort de Louis XIV, de Albert Serra / 8 puntos


Serra, esteta como pocos, construye un réquiem y la muerte opera en un doble sentido. Es la del personaje histórico en cuestión pero también la de ese enorme rey de la pantalla llamado Jean-Pierre Léaud. Su exquisita composición de la agonía de Luis XIV en medio de la atmósfera decadente que impregna el film opera como un contraste inmediato con aquel chico corriendo por la playa hacia el final de Los 400 golpes de Truffaut. Por ende, hay una dimensión emotiva presente en el imaginario de todo cinéfilo al ver ese cuerpo gastado por el paso del tiempo y que ahora se consagra a interpretar al poderoso monarca en sus últimos momentos. Lo vemos descansar, padecemos su dolor, acompañamos los estados febriles y observamos sus miradas como si siguiéramos los versos en un poema. La película se sostiene sobre los pilares del silencio y de los parsimoniosos movimientos de quienes rodean al rey, con predominio de planos de conjunto y primeros planos que otorgan a cada momento un sentido pictórico, no en su acepción de decorado, sino de cuadros vivientes. La propuesta de Serra es sensorial, es el cine en su estado más material, allí donde reina la belleza. Guillermo Colantonio


La vendedora de fósforos, de Alejo Moguillansky / 6 puntos


Una película que abarca muchos temas en donde interactúan varios personajes interesantes. A un hombre lo contratan para dirigir una ópera que está montando un alemán en el teatro Colón de Buenos Aires, su mujer necesita dinero y trabaja para una pianista, tienen una hija chica que acompaña a su madre al trabajo y mira una película con la que queda enganchada. Este film está dividido por capítulos, la historia central podría ser la que se cuenta más arriba (la ópera basada en un cuento de Andersen). Aparecen otros elementos como el alemán que hace música avant-garde, los conflictos en el Teatro Colón mientras ensayan, la hija de los personajes que se fascina por el burro de la película de Robert Bresson (Al azar de Baltazar), la historia de amor entre un guerrillero alemán y la pianista argentina. La película es algo pretensiosa al abarcar tantos temas, incluso algunos terminan siendo meros adornos como lo del burro que no aporta mucho. Desde lo estrictamente visual tiene planos realmente muy buenos y logrados como el de las nenas diciendo frases del cuento de Andersen frente a un fósforo encendido. Es una película interesante, que en algunos momentos se dispersa y no logra mantener el nervio necesario. Gabriel Piquet


Las cinephilas, de María Alavarez / 7 puntos


Varias historias que tienen denominadores comunes, la cinefilia por delante, pero también se recorren temas como la soledad, se habla del mal humor (según una de las protagonistas característica general de muchos de los que pisan los ciclos de cine de la cinemateca) y por la edad de las protagonistas también el tema de la muerte, cómo esperar esos últimos años de vida escondiéndose o perdiéndose y hasta quedar retratado en las películas. Podría ser un tema aburrido si se resume en señoras de la tercera edad que van al cine todos los días. Pero cuál es el factor que hace que el documental tengas grandes momentos: el humor. Las reacciones y algunas ideas que expresan las mujeres que son entrevistadas nos llevan en más de una oportunidad a reírnos. Hay un gran personaje/persona, la uruguaya Lucía, con una memoria envidiable y un talento para construir realidades falsas que podría tener su propia película. El momento en el que muestra una foto del que dice ser su marido, mientras los espectadores reconocen al verla que en realidad se trata de un actor famoso, es un gran gag. Siguiendo la línea del documentalista Néstor Frenkel, Alvarez los deja hablar y se involucra en algunos momentos: para algunos puede ser tomado como burla, pero no juzga las actitudes de lo que hacen o dicen, más allá de algunos momentos manipulados, como la escena de la anciana que espera a la chica que la cuida para ingresar al cine y esta no viene. En su conjunto, Las cinephilas es un buen documental que refleja la pasión de todos los que amamos el cine. Gabriel Piquet


Lo que hicimos fue secreto, de David Alvarez García / 6 puntos


El inicio del movimiento punk en la ciudad de Madrid, desde las primeras bandas de lo que después se llamó la movida madrileña (Kaka de Luxe, Alaska y los pegamoides, Parálisis permanente) pasando por las que imitaban más el sonido de Londres (La broma de Satán, Larsen). Cómo se dividían entre los que eran de una clase social más alta y podían viajar a Londres a comprar discos y los de clase trabajadora, que compraban las cosas en mercados callejeros. La posterior evolución política que tomaron varias bandas luego de escuchar a los británicos de Crass. Los movimientos que se fueron volcando al hardcore, la ocupación de espacios abandonados que los transformaban en lugares para tocar. El respeto a Bilbao y sus músicos punk por toda la movida que lograron, llegando a tocar de forma masiva mientras en Madrid eran rechazados por la sociedad. El documental se vuelve un poco extenso y eso hace que se reitere, aunque es rescatable todo lo que se informa y se desconocía del movimiento en España. Gabriel Piquet


Los territorios, de Iván Granovsky / 6 puntos


Una película descontracturada, tanto en el aspecto narrativo como en la postura que toma el director mostrándose a sí mismo viajando por el mundo intentando buscar el sentido de su obra y, seguramente, de su vida. Atraviesa distintos países: Francia, País Vasco, Bolivia, Chile, Israel, Palestina, entre otros. Todas las zonas que recorre Granovsky se encuentran o estuvieron en guerra o en conflictos geopolíticos. Al ser el hijo de un importante periodista internacional, empieza a interesarse por esta temática, lo que lo lleva por el mundo, por iniciativa propia, a entrevistar colegas de su padre y demás personalidades relacionadas a este campo. La película podría llegar a ser un gran registro de lo sucedido en los distintos conflictos geopolíticos mundiales, pero queda a medias, de a momentos se centra más en su vida privada que en lograr una idea consistente para llevar a cabo. Jesica Berman


Ma vie de Courgette, de Claude Barras / 9 puntos


Un niño sin padre mata accidentalmente a su madre, una mujer alcohólica. Procedimiento policial mediante, va a parar a una casa donde otros huérfanos y descastados lo acobijan y con los que se va relacionando progresivamente. Ma vie de Courgette es el primer largometraje del suizo Barras -especialista en cine animado-, y también un ejemplo de concentración dramática: con apenas 65 minutos le alcanza para construir un relato de una intensidad y un espesor inimaginable, pero también de una dulzura que no precisa del golpe bajo ni de la manipulación emocional. La historia se vale de personajes al límite para encontrar luz en los arrabales más marginados de la sociedad: está la hija de una mujer que fue deportada, otro que es hijo de dos drogadictos, otra que vio cómo su madre mató a su padre. Y las cosas no terminan ahí, ya que desde lo oral los niños exploran, con el rigor de su universo infantil y lúdico, los entretelones de esa vida de orfanato, las suposiciones del mundo adulto, incluido lo sexual. El muestrario es tenebroso, horroroso, pero Barras se aleja de la mirada condescendiente y le otorga a esos episodios la textura de lo humano con una enorme honestidad: sí, por más que nos guste animalizar lo que consideramos “anormal”, no deja de ser otra forma posible de lo humano. La técnica en stop-motion es notable y la imagen es luminosa, con preeminencia de tonos claros, contradiciendo de alguna manera el subtexto terrible que habita a cada personaje. El final es de amable redención para nuestro protagonista, pero también melancólico y ejemplar en cuanto a que ni las alegrías ni las tristezas son completas. El amor y el cariño sinceros, al fin de cuentas, nos terminarán salvando de la atrocidad circundante. Mex Faliero


María (y los demás), de Nely Reguera / 7 puntos


María es una joven que cuida de su padre enfermo de cáncer desde hace mucho tiempo. Al recuperarse, en una cena familiar, su padre anuncia que se casará nuevamente con la enfermera que lo atendía en el hospital (la madre de María lleva 20 años muerta). Esto no le cae nada bien a la joven que empezará a ver como una competencia a la nueva mujer. El tratamiento de las relaciones de todos los personajes está muy bien, dejando marcadas las características de cada uno. Los hermanos hombres de María, uno que debe afrontar el ser padre otro que quiere realizarse dejando de cocinar para los demás, poniendo su propio restaurant. La nueva novia/mujer que se mete en la vida del padre de María, quien no sabe muy bien cómo actuar entre los celos de las dos mujeres. Un amante ocasional con dos hijas que sólo quiere tener una relación basada en el sexo, creando un vínculo con la protagonista que se imagina algo más serio. Todos conforman un universo en que los diálogos fluyen y las actuaciones son convincentes, generando muchos gags desde la incomodidad de las situaciones. Cuando el personaje de María comienza a desmoronarse, también esto se ve real logrando que haya una mixtura interesante con el drama. Un producto que si bien tiene antecedentes en comedias románticas norteamericanas, logra ser autóctono y tener personalidad en su tipo de humor. Gabriel Piquet


Melanie: the girl with all the gifts, de Com Mc Carthy / 6 puntos


Mucha expectativa para un film de zombies/infectados basada en la novela de Mike Carey -guionista aquí- que parece sólo una decente continuación a Exterminio de Danny Boyle. La poca humanidad que está al borde del abismo por un virus que gana hordas de muertos vivientes, se encuentra alojada en una base militar. Allí soldados tratan con violencia a niños atados a sillas de ruedas. También usados como ratas de laboratorio. El guión juega a confundir al espectador poniéndose del lado del más débil y cuestionando el accionar de los adultos. Preparando una sorpresa durante el desarrollo de la trama. Y esta premisa inicial es la más acertada. Con un reparto sólido como Gemma Aterton, Glenn Close -y su declive actoral en papeles- y Paddy Considine, sin embargo todos ellos quedan en un plano secundario destacándose el protagónico de la niña Melanie (Sennia Nanua). La naturalidad y frescura descolla en su inocente pero maduro rol. Una pequeña demasiado intelectual con un origen mutante, por la cual es rechazada pero necesitada como última esperanza. Esa sensación de agobio y encierro inicial da paso a un cambio de locación externa que vuelve a la película rutinaria. Cayendo a lo trillado fuera de toda propuesta brillante que podía esperarse. Rosana López


My entire high school sinking into the sea, de Dash Shaw / 5 puntos


Una escuela secundaria caerá en el agua luego de un sismo por la negligencia de su director, quien no tomó recaudos para prevenir este hecho. Esta animación tiene a varios actores del indie norteamericano en las voces, algunos de ellos ya consagrados (Jason Schwartzman, Lena Dunham, Alex Karpovsky), y muestra los diferentes estereotipos de la escuela secundaria. La película sigue la estructura del cine catástrofe, lo que le falta es ser más irónica en su tono, ya que muchos de los personajes (actores) juegan con el humor pero se quedan ahí, sin ir más allá en su irreverencia, que es en definitiva una de las características en muchos de los productos en los que trabajan. Gabriel Piquet


Orione, de Toia Bonino / 7 puntos


Una película que toma la distancia necesaria para mostrar cómo una madre vuelve a recordar la vida de uno de sus hijos, abatido por la policía luego de ser delatado por un integrante de su propia banda con la que hacían secuestros exprés. Imágenes de grabaciones hogareñas recorriendo veranos en familia, entrega de diplomas, cumpleaños, ayudan a conocer un poco más del joven muerto. Mientras la madre hace actividades de cocina, se van develando detalles de cómo su hijo fue cayendo en la delincuencia y ella no pudo ayudarlo a salir, poniendo ahora todo su esfuerzo en criar a su nieto. El documental va ordenando piezas por testimonios y grabaciones que terminan de armar un relato que involucra a jueces, policías, mecánicos que retocan autos robados, todos ellos de alguna u otra forma involucrados en el caso. Gabriel Piquet


Otra madre, de Mariano Luque / 5 puntos


Una madre soltera con dos hijas y el entorno familiar que incluye a su tía, hermanos, primas, interrelacionando. La película de Luque es confusa, no se llegan a conocer bien los vínculos filiales de los protagonistas porque se regatea información. La historia parece un loop en el que las mujeres son seres sufridos que llevan adelante sus vidas sin la presencia de hombres (aparecen, pero como figuras colaterales). Se podrían rescatar los diálogos entre el personaje de la madre (Mara Santucho) y su hija menor, que logran una fluidez como pocas veces se ha visto en el cine nacional. El final congelando la imagen hace pensar que vemos a los protagonistas en un futuro, aunque eso no es más que una intuición ya que el realizador hace un fundido previo que desconcierta al espectador. Gabriel Piquet


Out there, de Takehiro Ito / 6 puntos


Hay documentales que nacen con un horizonte de referencia pero en el camino se encuentran con problemas que obligan a tomar decisiones. Es un desafío que, si no conduce a la desesperación, funciona como aliciente para fomentar la creatividad. Existe una multiplicidad de películas al respecto con resultados diversos. Y este parece haber sido el derrotero de Out there, primigeniamente concebida como un film sobre el director Edward Yang y cuyo resultado es un ensayo, un híbrido, una estructura abierta al tránsito reflexivo y metadiscursivo sobre el hecho de hacer una película o, al menos, de buscarla. Toda la primera parte transcurre entre anotaciones, bosquejos argumentales y bocetos, acompañados de suaves golpes de un piano melancólico. Las fronteras difusas desde el punto de vista genérico se corresponden con los desplazamientos topográficos entre dos ciudades (Tokio y Taipei) y varios ambientes. Ito traza (a veces con subrayados) una analogía entre ser y filmar. Y el puente vinculante es un joven y sus patines en busca de un sentido de pertenencia, a la deriva, el actor que están buscando e interrogan para la nueva película. En ese intercambio verbal que sostienen con el director, ambos comparten una sensación de estar afuera de algo, hecho que Ito se encargará de mostrar con los permanentes cambios de color a blanco y negro, o con la utilización de formatos que alternan de 16mm a Widescreen digital. Al principio de la audiencia el joven manifiesta su duda ante la existencia; terminada la película pareciera que el mismo Ito le regala la posibilidad de “ser” en una pantalla. El tiempo de enunciación trabaja en estado suspendido, de manera tal que en esa búsqueda constante de un centro que nunca aparece, hay momentos interesantes desde el punto de vista visual, ya sea cuando el protagonista recorre las calles con los patines o cuando explora lugares Pero también, dentro del riesgo a la dispersión y a la arbitrariedad, queda la impresión de que muchas veces el gesto formalista se impone y deriva en un ejercicio autorreferencial sin alma donde sobran unos cuantos minutos. Estiramiento que podría perpetuarse en su estructura espiralada. Guillermo Colantonio


Pagliacci, de Marco Bellocchio / 7 puntos


Cortometraje dirigido por el gran Bellocchio, presentado en el 73º Festival de Venecia, se trata de un drama familiar dentro del contexto del ensayo de la ópera Paglicci, de Ruggero Leoncavallo. Triángulos amorosos, un esposo celoso, una madre asfixiante y avara y los hijos que intentan de manera constante y frustrada estar a la altura de las circunstancias. Utilizando el recurso que se respeta en la ópera “la obra dentro de la obra”, desde el teatro a la casa familiar, la cena y una sesión de hipnosis, surgen las quejas y molestias de los dos hijos hacia su madre y la imposibilidad para ellos de deshacerse de ella. Son dieciocho minutos construidos como una tragedia griega, con un clímax ascendente manejando la concentración emocional como sólo el realizador italiano puede hacer. Jesica Berman


Queen of earth, de Alex Ross Perry / 8 puntos


Bellísimamente asfixiante es la propuesta de Ross Perry, un experto en cine independiente. Claro que le da esas gotas de ambiente misterioso y claustrofóbico de la forma más elegante. El film nos cuenta cómo dos jóvenes amigas se hacen compañía en una suerte de “retiro espiritual” en una hermosa cabaña junto al lago. La luminosidad natural aprovechada al máximo y la fotografía captan hasta la mínima partícula de pelusas que viajan por el ambiente y corta ese aire tenso. Entre estas dos mujeres que ya poco se soportan a pesar de su amistad. Catherine, la principal, con ojos chorreados totalmente hundida en su depresión ante la muerte de su padre artista plástico y la separación con su novio, está desolada en su mundo interno. Virginia se cansa de ser su sostén y prefiere abandonarla o invitar a un affaire alegando que se trata de su propiedad. Y ahí comienza este roce, con una mezcla de sentimientos de envidias, rencores, narcisismo, rabias y muchos flashback pasados. Salto temporales que encuentran a estas damas en posiciones emocionales diferentes a las actuales. Tal vez alguna resultados del presente. Un drama diferente y extraño. Incómodo y exquisito a la vez. Rosana López


Super taboo, de Su Hui-Yu / 8 puntos


Una orgía forestal leída por un hombre en medio de un ambiente bucólico. La fuente es una novela pornográfica de la década del ochenta. La pantalla recorta dos cuadros partidos al medio mientras escuchamos su voz y el de una cascada de agua. Recluido en una literatura que exige gestualidad y compromiso sonoro, el hombre parece huir de una rutina laboral para consagrarse al acto de lectura en soledad. Luego, la cámara se desplaza hacia otros sectores para mostrarnos su infancia de censura, en una original forma de insertar flashbacks. Luego, las mismas escenas de la novela se reproducen como cuadros vivientes mientras el río corre y cambia sus colores. Por un lado está el registro cinematográfico del paisaje en sí y por otro lado el artificio inserto dentro del cuadro con esas figuras recortadas en un tiempo suspendido, congelado, como si quisiera eternizarse más allá de cualquier atisbo de civilización. Al final, volvemos al marco inicial como si hubiéramos quedado hipnotizados por una experiencia sensorial pictórica. La libertad momentánea del hombre se corresponde con la gracia experimental del director y el resultado es más que estimulante. Guillermo Colantonio


The assignment, de Walter Hill / 5 puntos


El director de la mítica The Warriors incluye a Michelle Rodríguez y Sigourney Weaver en una de acción y venganza tirada de los pelos. A Rodríguez, que es un asesino a sueldo “traicionado” por sus colegas, la vemos irreconocible en su aspecto masculino. Hill se esmeró por ofrecer un plano frontal al desnudo para mostrar un personaje con órganos varoniles. Imagen que en definitiva poco aporta y sólo aggiorna la técnica visual empleada. Será su antagonista, Weaver, en calidad de cirujana plástica que cambiará como ajuste de cuentas la condición de este “machote” sicario y así convertirlo físicamente en una sensual mujer. Casi como La piel que habito de Almodóvar pero quitando toda carga dramática. Desde allí comienza una escalada de represalia y tiros a mansalva que entretiene pero no es convincente. Simula cierto estilo a los films de Guy Ritchie (RocknRolla y Snatch, cerdos y diamantes) en su ritmo narrativo. Pero en esta oportunidad, sin alcanzar la calidad de esas obras. No se sostiene como otras historias del género que salieron más airosas como la descabellada pero querida John Wick. Muy por el contrario, se vuelve olvidable y vemos una Rodríguez fingiendo ser un Machete trucho. Rosana López


The edge of seventeen, de Kelly Fremon Craig / 8 puntos


Pequeña joyita que vuelve a abordar ese universo tan transitado como rico que es la adolescencia estadounidense. Lo hace a través de Nadine (Hailee Steinfeld), la típica adolescente looser, que encima carga con una historia problemática detrás: hace unos años, su padre, que era con quien mejor se entendía, falleció súbitamente, y a partir de ahí su único sostén pasa a ser su mejor amiga Krista (Haley Lu Richardson). Pero la vida para ella se complica aún más cuando Krista empieza a salir nada más y nada menos que con su hermano mayor Darian, quien ha sido siempre el hijo perfecto y es de los más populares de la escuela. A partir de ahí, el mundo de Nadine se reduce exponencialmente, aunque esa reducción irá cambiando y paradójicamente, expandiendo su perspectiva. El subtexto de la película es, precisamente, las perspectivas que desarrollamos, cómo miramos el mundo, cómo entendemos el punto de vista del otro o más bien, cómo nos hacemos cargo de que el otro existe y también tiene sus problemas. Progresivamente, el film va desarrollando una narración donde la adolescencia es un aprendizaje que implica superar el ombliguismo y el egoísmo. Lo hace sin eludir el dolor y la oscuridad -por momentos es directamente un drama hecho y derecho, sin ambigüedades-, pero también con un humor que transita lo insólito, la acidez, la incomodidad y la ironía con igual facilidad. Se le podrá criticar que arriba a ciertas resoluciones un tanto abruptas, pero aún así, en ellas demuestra una gran sabiduría en la economía de recursos a la que apela, en cómo dice mucho mediante gestos como un abrazo o un simple mensaje telefónico. En su ópera prima, Fremon Craig hace honor a la sensibilidad e inteligencia características de buena parte del cine adolescente estadounidense. Y nos vuelve a entregar otra actuación brillante de Steinfeld, pura humanidad en cada una de sus acciones, en cada una de sus lágrimas. Rodrigo Seijas


The garden of the words, de Makoto Shinkai / 8 puntos


Una historia sencilla y elegante es contada por el respetado dibujante Shinkai con una animación japonesa magistral. La calidad queda plasmada en bellísimos paisajes hiperrealistas que hacen dudar a más de un espectador con respecto a su verismo visual. El detalle de los dibujos como si de fotografía se tratase se entremezcla entre la naturaleza y el clima. Los exteriores y los espacios cerrados se conjugan. Shinkai vuelca toda la melancolía en este mediometraje casi atemporal entre dos personas diferentes. Una mujer de 27 años depresiva y alcohólica varada en la garita de un frondoso parque; dama que no quiere ahondar en su vida privada con desconocidos. Sitio donde también se detiene un quinceañero llamado Takao, futuro diseñador de calzados. Mientras afuera llueve y así pasan los meses entre estos dos solitarios. Sus encuentros fortuitos ya son una excusa para compartir compañía y una creciente amistad. Amistad que borda confusión en uno y fraternidad en otro. Una pieza exquisita y madura para asiduos al género que buscan un drama romántico fuera del convencionalismo ofrecido en films con actores reales. También para aquellos que quieran explorar un mundo más amplio fuera del cine de Hayao Miyazaki pero continuando la misma línea. Rosana López


The hedonist, de Jia Zhang-ke / 8 puntos


En este cortometraje, el realizador chino nos mete en el terreno de la sátira política a través de la historia de un grupo de operarios que quedan desempleados al cerrar la fábrica minera en la que habían estado trabajando por años. El despido es colectivo y no discrimina a nadie, ya que todos los empleados quedan sin trabajo por la pérdida del negocio. Los tres personajes (los hedonistas del título) asumen el desempleo de forma ligera y emprenden una nueva búsqueda de trabajo juntos, animados por un espíritu que por momentos es irónico y burlón. El buen humor que los personajes plantean contrasta con la seriedad con que los empleadores afrontan los procesos de selección para los dos puestos a los que postulan como guardaespaldas para un joven “nuevo rico”, y como figurantes en un parque de atracciones dedicado a explotar el pasado imperial del país. Jesica Berman


The intestine, de Lev Lewis / 6 puntos


A esta altura de la historia del cine no sé si esta película es vanguardia pero sí que trata de coquetear con algunos géneros, principalmente el suspenso y el drama. La protagonista es una chica que soporta un hogar destruido, su madre es una adicta a la heroína, tiene un trabajo que no le gusta y le pide por favor a su amiga que la deje vivir con ella, aunque no tenga demasiada aceptación. Una noche sale sola en busca de diversión, en un callejón vomitando se encuentra con un joven gay de clase alta. A la mañana siguiente amanece en la cama del chico, la casa realmente es muy linda y representa todo lo soñado por la joven. El chico nunca aparece y la hermana de éste llegará para saber qué sucedió con su hermano, echando a la joven que parece una okupa más que un huésped. La película genera momentos de suspenso entre los dos personajes femeninos, y por momentos se utiliza un zoom para generar una textura de extrañamiento pero es un recurso demasiado intermitente. Cuando se descubre un secreto, The intestine se acerca a películas del estilo de Chabrol o Dominick Moll, pero sin la sutileza de estos para lograr climas. Acá todo es más explícito. Es un buen intento de un director que maneja algunos recursos interesantes, habrá que ver cómo sigue su carrera. Gabriel Piquet


The love witch, de Anna Biller / 7 puntos


Impecable homenaje a los 60’/70’ hacia las cintas de terror mezcla de gótico y erotismo europeo con un ambiente de feminismo y brujería al mejor estilo de La estación de la bruja de George Romero. Filmada en Tecnicolor y con un vestuario pomposo, algo que sorprende a su limitado presupuesto según su directora. Cuenta la historia de Elaine, una bruja que busca su príncipe azul. Para ello prepara diferentes pócimas sumando al plus de su sensualidad facial y corporal, lo que genera en el pueblo un reguero de víctimas masculinas que caen mortalmente rendidos a sus encantos. Biller propone parodiar este tipo de films con cierto tufo rosado donde las mujeres eran esclavas sexuales a los caprichos masculinos. En esta ocasión redobla la apuesta al tener una protagonista en plan “viuda negra” con un feminismo solapado pero presente que recuerda Al ataque de las vampiras de Jesús Franco. Un halo de hipnotismo visual y misterio completo que, sin embargo, cae en un sinsentido narrativo. Después de media hora comienza a flojear con sus innecesarios y extensos 120 minutos. The love witch es sólo para nostálgicos o ávidos de algo fresco pero vintage. Para aquellos sin demasiadas pretensiones. Rosana López


The void, de Jeremy Gillespie / 4 puntos


Estamos frente a un mal homenaje al cine de ciencia ficción y fantástico de los 80’ estilo The thing, Hellraiser, un poco de David Cronenberg y algo más carpenteriano como The mist. La premisa parecía interesante donde un grupo de supervivientes dentro de un hospital a punto de cerrar, tratan de hacer frente a una secta de locos que están afuera. Pero todo eso no es nada sumado a las monstruosidades que se esconden en aquellos pasillos. Y aunque con buenas dosis de gore para los amantes del terror y utilización de efectos especiales de “la vieja escuela” con el empleo de látex, la trama se desinfla. Pierde todo tipo de frescura en las actuaciones y cae en los clichés de los personajes típicos: policía “salvador”, enfermera humanitaria de turno hasta un matón conflictivo. La narración se vuelve algo confusa y tediosa. Si bien Gillespie junto a Steven Kostanski -su otro director- tienen una participación estelar con su corto producido dentro del oscuro y excelente compendio de directores independientes El ABC de la muerte, este producto de menor presupuesto no les hace justicia. Una gran decepción para quienes esperan algo interesante tras una importante promoción publicitaria en festivales europeos del género. Rosana López


Un suelo lejano, de Gabriel Muro / 7 puntos


Un profesor de filosofía de la universidad de Asunción del Paraguay emprenderá un viaje al interior del país para averiguar más sobre Nueva Germania, un pueblo que fue fundado por la hermana del filósofo Friedrich Nietzsche. El documental muestra al docente en primera persona, quien por una serie de charlas que tiene que dar pasará por este pueblo creado por antisemitas que querían traer su idea de raza pura, pero fallaron por ser gente que no conocía el trabajo en el campo y no lograron hacer prosperar los cultivos. A través de las cartas que Nietzche se escribía con su hermana, conocemos mucho de la fundación y el pensamiento que se tenía, y lo que trataban de imponer en ese lugar. La constante desaprobación que tenía el filósofo a las ideas que promovía su cuñado Bernard Forster (el otro fundador, junto a Elisabeth Nietzsche, del pueblo) y cómo terminaron sus días en el lugar. Todo esto acompañado de diálogos con los lugareños que cuentan lo que es vivir en Nueva Germania hoy (su actividad principal es la cosecha de yerba mate) y los preparativos de la fiesta de la ciudad que todavía mantiene tradiciones alemanas. Gabriel Piquet


Una aventura simple, de Ignacio Ceroi / 3 puntos


Hay una parte (lamentablemente importante) del cine argentino reciente que tiene una llamativa facilidad para malentender (y posteriormente aniquilar) géneros nobles como la aventura. Este film tenía a priori una premisa atractiva, centrándose inicialmente en un hombre que encuentra una escultura en una excavación arqueológica, obsesionándose con el hallazgo y llevando a cabo un viaje al medio de la selva, donde termina desapareciendo sin dejar rastros. Muchos años después, emprende su propio viaje para encontrarlo. Allí había elementos vinculados a la aventura (la exploración, la fascinación ejercida por ciertos objetos y sus posibilidades); pero también al drama paterno-filial y a los relatos de crecimiento. Sin embargo, el debutante Ceroi elige centrarse en los eternos deambulares de los protagonistas -todos de rostros impertérritos- y en situaciones donde no pasa absolutamente nada, como si no hubiera nada que contar. En Una aventura simple no hay nada parecido a una aventura, ni siquiera a una historia: sólo una pose desganada que termina siendo sumamente irritante. Rodrigo Seijas


Una hermana, de Verena Kuri y Sofia Brockenshire / 5 puntos


Un auto aparece prendido fuego en un descampado al lado de un río, la hija de la dueña del vehículo desaparece. Desde ese momento la hermana de la desaparecida comenzará, por sus propios medios, la investigación para encontrarla. Tenía todos los elementos de una gran película con un tema que está vigente, el de los femicidios, pero no logra que el personaje principal sea interesante; además algunos de los personajes secundarios están deambulando por el film o descubren cosas de forma forzada (el joven que es testigo cuando se quema el vehículo o la mujer del aeroclub). Por su parte, la hermana desaparecida aparece casi fantasmalmente para guiar a los involucrados en la investigación, aunque este recurso está mal desarrollado. Policial fallido que promete más de lo que finalmente da. Gabriel Piquet


Una ciudad de provincia, de Rodrigo Moreno / 5 puntos


Si bien este documental de observación cumple con la premisa de su título al pie de la letra, no le alcanza para ser interesante. Un recorrido por las diferentes actividades de la ciudad de Colón en la provincia de Entre Ríos, mostrándonos algo que ya hemos visto muchas veces y si vivís en ciudades o pueblos por fuera de Capital Federal lo tenés en tu día a día. Trabajo municipal administrativo, trabajo municipal en la calle, empleados haciendo su tarea en negocios de artículos regionales, partidos de truco en bares, salidas nocturnas en boliches, entrenamientos y partido en un club de rugby. Todo esto parece un institucional de la ciudad para mostrar cómo es. Los mejores momentos son cuando deja dialogar a personajes que tienen actividades no tan comunes (como los pescadores del río) o el seguimiento de dos mujeres que andan en moto mientras cuentan trivialidades de su entorno familiar. En su conjunto no aporta nada nuevo al género, en algunos pasajes se hace reiterativo haciendo que uno pierda interés en lo que está viendo. Gabriel Piquet


Vergel, de Kris Niklison / 5 puntos


Una mujer de origen brasileño viene a intentar repatriar los restos de su marido muerto. Mientras intenta acelerar los burocráticos trámites para llevárselo, tendrá que quedarse esperando en un departamento de Buenos Aires. A medida que pasan los días, comenzará a relacionarse con una vecina del piso de abajo. Una historia de amor entre mujeres, que si bien no está mal contada, no trae nada nuevo. Es un tema que ya ha sido visto bastante en festivales, podría rescatarse las actuaciones de las protagonistas. Algunos de los diálogos en off con personajes como el cordobés que llama por teléfono y repite un chiste con el tequila quedan de relleno, siendo efectivos la primera vez que se escucha. Cuando se repite, pierde la gracia. Gabriel Piquet


Wind, de Tamara Drakulic / 7 puntos


Al comienzo es un espacio edénico pero con mucho viento. Luego, una mirada que contempla y que transmite tranquilidad, goce. Más tarde, personajes que se van sumando: un padre y su hija y una pareja. Estos dos frentes son materia de registro sin saber a dónde conducen. Una tierra que parece gigante, apenas ocupada. Cuando la narración asoma tímidamente sabremos que la protagonista, Mina, no tiene las mismas expectativas que su padre con respecto al lugar. Se niega al disfrute y ni siquiera accede a aprender surf con Sasa, el joven instructor que deambula por el lugar con su novia. Si hay algo que no escatima la cámara es entregarse a la naturaleza abierta y ofrecernos un tiempo para mirar. Sobre todo para elevar la vista más allá de nuestro horizonte frontal para ver el accionar del viento y escuchar su sonido. Sin embargo, mientras asoman tímidamente los encuentros verbales entre los personajes, sabremos que el lugar puede ser un paraíso o un infierno, según como se mire, a juzgar por Mina, escéptica y alejada del desprejuiciado andar de los otros. La directora filma los encuentros de la pareja como si fueran Adán y Eva, al mismo tiempo que ofrece planos donde la solitaria protagonista evidencia su tristeza. Pero elige un camino saludable: no regodearse en el sentimentalismo y ejercer libremente el ojo de manera tal que por momentos parece que habitáramos un universo idílico al estilo de una canción de los primerizos Beach Boys. Por eso no faltará oportunidad de escuchar el clásico de Needles and pins versionado por Jackie de Shannon mientras los personajes regresen en moto luego de un ritual playero. Son esos lapsos los que posicionan a la película como una excusa para compartir instantes fugaces. Es un egoísmo saludable huir de vez en cuando de la civilización e internarnos en una playa del Mediterráneo aunque más no sea para ver el amanecer. Ese parece ser el espíritu juguetón de este inocente film de que intenta impregnar de melancolía cada fotograma de un verano adolescente. Guillermo Colantonio


Yourself and yours, de Hong Sang-soo / 8 puntos


De apariencia sencilla, con el tiempo justo y medido, cuenta una pequeña historia con personajes inseguros, obsesivos y románticos, y con un recurso parecido a Ese oscuro objeto del deseo de Buñuel en el trabajo con el rol femenino. Lo destacable de esta película y de esta etapa del director es la exclusión de los guiños autorreferenciales al mundo del cine que habían alcanzado un grado de saturación. En este caso, hay un personaje excluyente femenino que tiene a mal traer a los hombres que se le pegan y que cada vez que aparece niega ser quien es. La conversación como modo privilegiado continúa con la línea de diálogos ingeniosos, banales, histéricos, graciosos, pero que dejan entrever la tragedia de la soledad y la inmadurez del amor. La diferencia de Sang-soo con otros directores (véase el ejemplo de la película ganadora en Competencia Internacional) es el juego con el tiempo, la ambigüedad misma del dispositivo que utiliza para representar las situaciones, la naturalidad de los personajes que no necesitan ser sometidos a torturas ni ser mostrados con trazos gruesos. Cada acto, cada unidad dramática separada por una suave orquestación, es una delicia que cuesta soltar. Guillermo Colantonio


Zoology, de Ivan Tverdovsky / 6 puntos


El comienzo ya traza la sintonía típica del personaje miserable cuya vida será recreada con la prolijidad estética de quienes prefieren modelar una pose antes que recrear un drama humano. Natasha tiene 55 años y su vida no sale de una rutina asfixiante, de esas que vemos desfilar unas cuantas veces por los festivales. Su trabajo en el zoológico es un martirio porque las compañeras la hostigan con una frecuencia poco soportable y cuando regresa a su casa la espera su anciana madre, perseguida por delirios místicos y paranoias religiosas. Dentro de ese esquema tortuoso, el director nos regala de vez en cuando alguna dosis de oxígeno. Son aquellos momentos en los que la protagonista descansa, fuera del infierno laboral, frente al mar. Es el único lugar en el que puede reencontrarse consigo misma. Sin embargo, un malestar en la zona inferior de la espalda, la conduce al médico. Mientras espera acostada boca bajo en la camilla vemos que asoma un apéndice en forma de cola, una escena que haría reír al mismísimo Cronenberg. El tema es que la aparición no supone un escándalo para la vista del doctor, quien se mostrará interesado y atraído por Natasha. Al mismo tiempo, esta adoptará una actitud más vital frente a la posibilidad de un amor inminente. Por supuesto que todo este renacimiento en la protagonista es momentáneo ya que en el panteón de Tverdosky no hay lugar para la felicidad. El momento clave será un intento de relación sexual (dilatado) en el zoológico, filmado de modo que caigamos en ese terreno intermedio entre la risa y la bronca, situación que provocará una profunda decepción en Natasha. Dentro del marco narrativo disperso -que ya se afianza como un rasgo propio en la actualidad- hay lugar para otra historia: en la ciudad se habla de un espíritu maligno que posee a las personas, hecho que activa en la madre la necesidad de generar un exagerado santuario en la casa para ahuyentarlo. Los pocos instantes de ternura que manifiesta la película son engañosos y confirman una vez más las verdaderas intenciones. Se dan cuando ella interactúa con los animales, una maniobra para mostrar que es una más de ellos. El problema es cuando el director se posiciona más cercano al tipo piola que al que denuncia el carácter monstruoso de un cuerpo social que discrimina y se corre espantado del que se ve diferente o escapa a la lógica de lo mismo. Y este es el riesgo constante al que se expone el director. Guillermo Colantonio

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