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Funcinema

Miss Sloane

Título original: Idem
Origen: Francia / EE.UU.
Dirección: John Madden
Guión: Jonathan Perera
Intérpretes: Jessica Chastain, Gugu Mbatha-Raw, Alison Pill, John Lithgow, Sam Waterston, Mark Strong, Michael Stuhlbarg, Jake Lacy, Douglas Smith, Dylan Baker, Ennis Esmer, Cyndy Day, Meghann Fahy
Fotografía: Sebastian Blenkov
Montaje: Alexander Berner
Música: Max Richter
Duración: 132 minutos
Año: 2016


6 puntos


UNA DE MAS

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

El gran Aaron Sorkin parece haber dejado descendencia (o al menos demuestra tener admiradores), y en Miss Sloane el debutante Jonathan Perera entrega un guión repleto de diálogos veloces, filosos y memorables que hacen recordar mucho a los trabajos del guionista de Red social y que escudriñan buena parte del sistema de valores norteamericano además de meterse con sus instituciones fundantes: la justicia, la política, el capital. Claro que ahí donde Sorkin trabaja con directores capaces que logran ponerle un freno a su verborragia, al menos desde la puesta en escena, aquí el correcto John Madden se fascina tanto con la potencia de la escritura que termina haciendo una (o varias) de más y mostrando tanto los hilos que la película termina luciendo artificial.

El film comienza con la lobbista Liz Sloane, una inusualmente reptil Jessica Chastain -pero talentosa como siempre-, involucrada en una causa en la que se la acusa de otorgar beneficios irregulares a legisladores norteamericanos relacionados con un proyecto que incluye al gobierno de Indonesia. Pero el relato salta a un flashback que, ahí sí, pone en el centro el tema principal: que es la lucha corporativa de dos grupos de lobbistas que están de un lado y del otro en el conflicto por la aplicación de una ley que limite la portación de armas en Estados Unidos. Sloane, que es la mejor en lo suyo, termina pasándose de bando, para jugar del lado de los que quieren que el Estado controle de manera más precisa la portación. Miss Sloane es, entonces, ese entretelón gigante de la lucha lobbista, las manipulaciones y demás artimañas a las que se recurre para tratar de aprobar una normativa. Y, está claro, todo el relato del pasado explica en parte el por qué de la causa que se le inicia a Sloane, casi una maniobra revanchista de un sector sumamente poderoso como el armamentista. La película es por un lado un gran entretenimiento jurídico, en la senda de los relatos de Steven Zaillian (otro gran guionista), con diálogos mordaces a cargo de un reparto muy sólido (Gugu Mbatha-Raw, Alison Pill, John Lithgow, Sam Waterston, Mark Strong, Michael Stuhlbarg) pero que además aporta ese subtexto habitual de mucho cine político norteamericano en el que se explicita lo podrida que está una sociedad sostenida en instituciones decididamente corruptas.

El problema principal de Miss Sloane, pero fundamentalmente del guión de Jonathan Perera, es que toda esa construcción casi minimalista de la estrategia que lleva adelante el grupo comandado por Sloane (por momentos hace recordar a los grupos de trabajo de la serie Mad Men), de ese dibujo sombrío sobre el poder e incluso de la exposición a la que se someten las figuras femeninas que juegan en niveles institucionales tan altos, se adivina hacia el final como una mera excusa argumental para un desenlace ampuloso y forzado, en el que la película pasa de sofisticado thriller a un regular film con giro de guión inverosímil más preocupado en el impacto y la sorpresa de la trampa, que en el rigor argumentativo. Miss Sloane pierde así el norte y termina construyendo una suerte de anti-heroína muy poco convincente. En todo caso nos quedará en el recuerdo la inusual solidez con la que el mediocre Madden nos seduce con una serie de diálogos y secuencias con alma de bisturí.

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