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Iracunda tristeza


Buena


DE ENCUENTROS CASUALES Y SOLEDADES SALDADAS

Por Rocío Belén Rivera

(@funcinemamdq)

Un día de trabajo normal. Empleado y empleador se encuentran y esa reunión sirve para que cada uno descargue sus penas. Basado en el cuento Un día de trabajo, de Truman Capote, Iracunda tristeza expone el encuentro de dos seres solitarios un día de lluvia copiosa.  La obra se presenta en el teatro El Tinglado, lugar que cuenta con una recepción total y bellamente reacondicionada, y con una sala ideal para una obra que pretendía rozar lo intimista como el presente drama.

Matilde es la empleada doméstica de un escritor alcohólico y depresivo que fue abandonado por su mujer y que se encuentra temporalmente inhabilitado para escribir. A partir de reclamos de una y otra parte que abren una relación cerrada y esquiva hacia un encuentro de dos soledades, la obra intenta plantear cómo el lazo con los otros nos ayuda a salir delante de nuestros propios problemas. La intención es buena, pero no se logra concretar del todo en la puesta y las actuaciones son poco creíbles, forzadas, tensionadas, con un dejo de artificialidad que empobrece lo que los diálogos intentan transmitir, aunque tampoco lo logran. Con artificialidad me refiero a los personajes “hacen” que sirven café y “hacen” que toman café, por más que se ve todo es pura mímica y no de la mejor. Lo mismo sucede con el cigarrillo de marihuana que ambos personajes fuman: si bien en un principio fuman de verdad, luego el cigarrillo se apaga y el personaje masculino lo sigue fumando por más que claramente se ve que no hay pitada real alguna. Estos pequeños detalles molestan un poco al momento de interiorizar lo que la obra intenta exponer: el tratamiento de temas universales como la soledad, el desamor, el abandono, entre otros.

La puesta en escena es sencilla: los personajes se mueven en el estudio del escritor, un lugar escueto con un gran ventanal que presenta una proyección de la lluvia copiosa que inunda a la ciudad en ese día gris.  La musicalización es interesante, con un tema digno de destacar en el cual los personajes descargan toda la represión y censura que a ellos los inunda, al igual que el tema que cierra la obra. Anclándonos en el cierre de la presentación, el mismo no es del todo claro: al momento de terminar, los espectadores nos quedamos con la duda de si era un pequeño intervalo a la escena siguiente o si realmente había concluido.

Iracunda tristeza presenta buenas intenciones, que son más bien intuidas por el espectador que expuestas en la puesta. Con una historia que pretende abordar temas generales y universales para cualquier ser humano, la obra se queda con la mera mostración de una situación poco resuelta. Sin embargo, no está del todo mal para cortar la semana un día miércoles a la noche, más sobre todo si es lluvioso y solitario, al igual que el día que viven nuestros personajes.


Dramaturgia: Gilda Bona Dirección: Silvia Hilario Puesta en escena: Silvia Hilario Asistencia de dirección: Emilse Díaz, Camila Gallovich  Actúan: Gabriel Nicola, Marta Pomponio Músicos: Fernando De Marco Diseño sonoro: Alejandro González Novoa Producción musical: Fernando De Marco Música original: Alejandro González Novoa Letras de canciones: Alejandro González Novoa Vestuario: Alejandra Soto Diseño de escenografía: Claudio Larrea Diseño de luces: David Seiras Realización de escenografía: Arqc Animación: Santiago Caffarena Diseño gráfico: Marta Pomponio Asistente de producción: Juliana Corradi, Camila Gallovich Producción: Patricia Moreira Sala: El Tinglado (Mario Bravo 948, CABA) – Miércoles a las 20:30. Hasta el 10 de mayo.

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