Título original: Idem
Origen: EE.UU. / Inglaterra
Dirección: S. Craig Zahler
Guión: S. Craig Zahler
Intérpretes: Kurt Russell, Patrick Wilson, Matthew Fox, Richard Jenkins, Lili Simmons, Evan Jonigkeit, David Arquette, Fred Melamed, Sid Haig, Maestro Harrell, James Tolkan, Kathryn Morris, Zahn McClarnon
Fotografía: Benji Bakshi
Montaje: Greg D’Auria, Fred Raskin
Música: Jeff Herriott, S. Craig Zahler
Duración: 132 minutos
Año: 2015
8 puntos
LA VIOLENCIA COMO HORROR Y COMO ETICA
Por Rodrigo Seijas
El western es en la actualidad una paradoja: es un género que está prácticamente en extinción, pero también vivo, muy vivo en unos cuantos aspectos. Lo vemos haciéndose presente -a través de lo iconográfico, el diseño de los personajes, los códigos o hasta el paisaje- en relatos que van de la ciencia ficción a la acción, pasando por la animación, pero también apareciendo en formas más puras, aunque conviviendo con otras variables genéricas. Dentro de este panorama, un film como Bone tomahawk es una operación particular, por cómo incorpora elementos vinculados al horror.
Hay que reconocerle al director y guionista S. Craig Zahler que, a pesar de haber desarrollado previamente una carrera como escritor de reconocidas novelas, no deja que su film caiga preso de instancias demasiado asociadas a la textura literaria. Ante todo, lo que domina en Bone tomahawk es el movimiento, la temporalidad y principalmente la fisicidad propias del cine. Eso le permite al realizador ir delineando con precisión el relato, centrado en cuatro hombres que emprenden una misión casi suicida, buscando rescatar a un grupo de cautivos que fueron secuestrados por una tribu de caníbales que viven en una inhóspita zona de cuevas.
Pausadamente, el film va presentando a los personajes, con sus respectivas motivaciones y dilemas, incluso desde antes que se produzca el secuestro y los cuatro protagonistas deban iniciar ese viaje lleno de dificultades, en el que atravesarán una serie de paisajes totalmente hostiles. Las diferencias pero también las coincidencias entre ellos se irán marcando, más que nada, por las aproximaciones éticas y morales a la labor que tienen frente a ellos, y en eso son fundamentales las actuaciones de Kurt Russell, Richard Jenkins, Matthew Fox y Patrick Wilson, cada uno aportando una impronta compositiva distintiva y todos excelentes. Bone tomahawk se alimenta de la credibilidad que ellos aportan no sólo en los tiempos muertos que están marcados por lo dramático -y que podrían hacerse un tanto pesados con otros rostros en pantalla-, sino también por un humor con altos componentes de negrura.
Pero donde Bone tomahawk marca realmente la diferencia respecto a otros exponentes recientes del género es en su progresiva convivencia con lo horroroso, que se da paradójicamente a partir un brutal realismo. En su media hora final, va convirtiéndose casi en un film de horror, con la perspectiva de los protagonistas chocando abruptamente con los comportamientos y nociones más extremos y salvajes. A la película no le preocupa trazar un alegato ideológico sobre “civilización y barbarie”, sólo se hace cargo del miedo y el horror frente a seres incomprensibles y que en verdad ni siquiera buscan comprensión, pues sólo actúan, sin remordimiento alguno, porque eso es lo que son.
Apoyándose en su construcción narrativa y sus filiaciones genéricas, Bone tomahawk, a pesar de lucir un tanto estirada en ciertos pasajes, consigue cerrar con total lógica y pertinencia su historia, donde la violencia sin concesiones es también una decisión ética desde lo cinematográfico.