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Crónicas salvajes

cronicas1Título original: Pawn Shop
Origen: EE.UU.
Dirección: Wayne Kramer
Guión: Adam Minarovich
Intérpretes: Paul Walker, Matt Dillon, Brendan Fraser, Kevin Rankin, Vincent D’Onofrio, Norman Reedus, Chi McBride, Elijah Wood, DJ Qualls, Pell James, Lukas Haas, Sam Hennings, Ashlee Simpson, Michael Cudlitz
Fotografía: Jim Whitaker
Montaje: Sarah Boyd
Música: The Newton Brothers
Duración: 112 miutos
Año: 2013


4 puntos


DEMASIADO (O MUY POCO) PARA CONTAR

Por Rodrigo Seijas

(@fancinemamdq)

cronicas3A priori, un film como Crónicas salvajes no prometía nada particularmente nuevo, a partir de su tránsito por un subgénero ya largamente abordado como es el de la suma de relatos vinculados a la esfera de la criminalidad y la marginalidad, donde lo insólito y absurdo se dan la mano con la violencia. Pero también es cierto que su reparto multiestelar -compuesto por nombres como Vincent D´Onofrio, Paul Walker, Chi McBride, Matt Dillon, Brendan Fraser, Lukas Haas, Elijah Wood, Thomas Jane y Norman Reedus, entre varios más- y cierto tono inicial vinculado al Tarantino de Tiempos violentos y Perros de la calle permitía albergar algunas esperanzas.

Pero la expectativa que generan los primeros minutos, donde se deja claro que todas las historias tendrán como eje en común a una tienda de empeños bastante decadente, pronto se ve defraudada, porque el director Wayne Kramer no consigue mantener aunque sea un mínimo equilibrio. Es que aunque el tono predominante sea el del desborde permanente, algún tipo de eje se debe encontrar, para darle de esta forma una coherencia a toda la narración. Pero a Kramer le sucede lo mismo que en otro de sus films, Golpe de suerte (2003, con William H. Macy, Maria Bello y Alec Baldwin), donde la mixtura de géneros también se le terminaba yendo de las manos: la intersección entre situaciones, personajes y escenarios no tiene fluidez, la arbitrariedad se hace norma y los distintos elementos que componen la película se acumulan sin un orden pertinente.

Y esto a lo que lleva es a pasajes impostados en su humor, como el de la primera historia, sobre un robo perpetrado por unos adictos a la heroína donde todo sale mal; otros donde la violencia es totalmente irresponsable, como el del relato centrado en un hombre que busca desesperadamente a su esposa secuestrada; y algunos definitivamente aburridos, aún con sus rasgos de interés, como el de la historia final, focalizada en un imitador de Elvis. Crónicas salvajes da toda clase de vueltas y giros, se pretende atrayente en sus personajes patéticos, astuta en sus diálogos e impactante en las situaciones que crea, pero detrás de toda su sangre, sudor y lágrimas (y también gritos, muchos gritos) hay un vacío absoluto.

En su permanente pose acelerada y vertiginosa, Crónicas salvajes jamás llega a darle un sentido a su batidora de tonalidades y estéticas. Es un film vacuo, irrelevante, que ni siquiera tiene alguna idea capaz de generar polémica. A veces, mucho termina siendo demasiado. O muy poco.

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