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Chicas en conflicto

damsels1Título original: Damsels in distress
Origen: EE.UU.
Dirección: Whit Stillman
Guión: Whit Stillman
Intérpretes: Greta Gerwig, Carrie MacLemore, Megalyn Echikunwoke, Analeigh Tipton, Ryan Metcalf, Jermaine Crawford, Caitlin FitzGerald, Zach Woods, Domenico D’Ippolito, Nick Blaemire, Aubrey Plaza, Hugo Becker
Fotografía: Doug Emmett
Montaje: Andrew Hafitz
Música: Adam Schlesinger, Mark Suozzo
Duración: 99 minutos
Año: 2011


8 puntos


EL SOFISTICADO UNIVERSO DE WHIT STILLMAN

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

damsels2Siempre me resulta difícil hablar de sofisticación en el cine, porque en verdad si destacamos que un realizador es sofisticado indirectamente estamos señalando que nosotros también lo somos, o que al menos tenemos la capacidad de captar esa sofisticación. Sin embargo, no hay otra manera de hablar de algunos cineastas, como es el caso de Whit Stillman, sin hacer mención al refinamiento de su escritura, la cual se traduce a una sabia puesta en escena que resume perfectamente todas las ideas que rondan cada una de sus películas. Este año se pudo apreciar ese talento suyo en Amor y amistad, talento desperdigado en un puñado de films realizados en dos décadas, y que hace un lustro ya nos había regalado otra joya: esta Chicas en conflicto.

En verdad el título puesto por estas tierras falsea torpemente el mucho más preciso original, ya que lo que hace Stillman es jugar socarronamente con un mundo regido por reglas antiguas, cuasi de tiempos nobiliarios, con unas protagonistas que son, por refinamiento autoimpuesto, unas damiselas y no unas simples “chicas”. Violet (una perfecta Greta Gerwig) lidera a este grupo de damiselas que luciendo un vestuario naif y anacrónico, y apostando a una sensibilidad y comprensión extrema para con el otro, llevan adelante la oficina de asistencia al suicida dentro de un campus universitario. El universo que plantea el director y guionista es decididamente absurdo, con unos diálogos que refuerzan el sentido más anacrónico de la historia y una escritura digna de un arquitecto: Stillman es, como dijimos, sofisticado y refinado, plantea una mirada desde la intelectualidad, pero el humor muchas veces transita lo primitivo: así surcan el cielo de esta comedia impar y elegante temas como la religión, el amor, la infidelidad, lo femenino y lo masculino, el conservadurismo de las instituciones, la política estudiantil, el sentido de los claustros. Stillman puede ser impiadoso, hasta mofarse de muchas cosas, pero nunca pierde la humanidad, ni siquiera la sensibilidad en el retrato. Con personajes que son una tentación para el cinismo, el realizador se atreve a mirar a partir del punto de vista de estas chicas que habitan decididamente un mundo alternativo. Así como Violet y las suyas se resguardan del mundo hostil a partir de la confianza en su juego de códigos personales, la película elude la salida fácil al construir personajes tan lunáticos como queribles. Por eso también que el personaje que mira esto desde afuera, la Lily de Analeigh Tipton, es alguien que busca comprender al otro aunque nunca termine de encajar en esas reglas.

Stillman, maestro de la escritura, sabe que para que las ideas se terminen de concretar es necesario contar con intérpretes que decodifiquen acertadamente cada símbolo. Y si bien todo el elenco está perfecto, lo de Gerwig es increíble: habitual estrella del mumblecore, aquí acepta el reto de apostar por un concepto que busca menos lo naturalista y apuesta decididamente por un artificio controlado. Pero la actriz, demostrando un muestrario de recursos inagotable (es tal vez una de las mejores actrices norteamericanas surgidas en la última década), acierta en cada inflexión, en cada giro de su personaje, en la forma en que Violet encara cada decisión que toma y que motoriza la trama. Como no podía ser de otra manera, en una película que llena de luz cada minuto, el cierre es a puro baile y el personaje clave es un tal Freak Astaire. Claro está, un baile elegante y refinado, un homenaje a los viejos musicales que aporta otro elemento disruptivo más dentro de una película que incomoda no desde el desagrado o la sordidez, sino desde la constante búsqueda de la felicidad que emprende, incluso derribando leyes narrativas y oliendo un jabón.

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