
Título original: Flicka: Country Pride
Origen: EE.UU.
Dirección: Michael Damian
Guión: Jennifer Robinson
Intérpretes: Clint Black, Lisa Hartman, Kacey Rohl, Lily Pearl Black, Teryl Rothery, Siobhan Williams, Max Lloyd-Jones, Emily Bett Rickards, Laura Soltis, Katharine King, Kelsey McNabb, Landon Blackstock
Fotografía: Ron Stannett
Montaje: Seth Flaum
Música: Mark Thomas
Duración: 90 minutos
Año: 2012
6 puntos
CABALLOS Y BUENA ONDA
Por Mex Faliero
En 2006 se estrenó Flicka, adaptación de la novela de 1941 My friend Flicka que ya había tenido una adaptación previa en 1943. El film, un moderado éxito para el pequeño presupuesto utilizado, contaba con un elenco que tenía algunos nombres de relevancia, como Alison Lohman, Tim McGraw y Maria Bello. Como suele ocurrir en estos casos, la industria del cine norteamericano encuentra en el mercado hogareño un buen territorio para explotar el producto con menos riesgos que los que se expone una película estrenada en una sala de cine, especialmente dentro de ese multitarget conocido como “cine familiar”: esta es una historia básica de emociones básicas, que tiene como centro el vínculo de una joven con un caballo salvaje. Flicka 3 es, entonces, la explotación de ese producto ameno con resultados aceptables para los estándares televisivos.
En 2010 Flicka hace su salto al cine hogareño, con una película que se aprovecha del moderado suceso de la primera pero replanteando el asunto: el protagonista sigue siendo el caballo, pero los personajes son otros. Así, la franquicia repite ese concepto de las viejas series de tv donde un animal o personaje de carne y hueso se relaciona con diferentes personajes, resolviéndoles algunos problemas en el camino. De aquella segunda parte, Flicka 3 -que es la que nos convoca-, sólo permanece Clint Black, reconocido cantante country que interpreta al bonachón vaquero Toby, propietario del caballo con poderes sanadores para nuestros protagonistas. Aquí el conflicto se centra en un establo que alquila su espacio para caballos de competencia, pero que está a punto de quebrar. En este marco, la hija de la dueña, que aún sufre la pérdida de su padre, se debate entre continuar con su trabajo de mantenimiento del lugar o volver a las pistas y competir.
Flicka 3 tiene el mismo problema que el Batman de Nolan: si el título hace mención a un personaje, el pobre equino carece de relevancia dentro de la trama. Es apenas una excusa para devolverles integridad a la joven protagonista, y a todos los demás. El film de Michael Damian se sostiene básicamente porque conoce los resortes que movilizan este tipo de historias, y no se excede en las emociones, más allá de una buena onda general que invade las acciones sobre el final: los enemigos se terminan sincerando y recuperan sus vínculos, los buenos ganan y los malos pierden, pero tampoco tanto. Más allá de eso, poco hay para reprocharle a una película que ofrece aquello que uno más o menos imagina, sin exagerar el rasgo. Y que la última media hora esté absorbida por una competencia deportiva, y que la película haga de las disciplinas ecuestres algo interesante, no es para despreciar. En todo caso, es reconocible el gran vínculo que el cine norteamericano mantiene con el caballo, noble especie que aquí es nuevamente enaltecida desde los diferentes tipos de encuadres que se le dedican a sus movimientos. Un film honesto.
Flicka 3 https://t.co/fjPYTxRClz https://t.co/erGLbsW0qT