Encuentro con el mal

(@mexfaliero)

Un hombre al que las cosas no le van demasiado bien ni profesional ni familiarmente (está a punto de quedarse sin trabajo, tiene una relación algo difícil con su esposa) se cruza con un desconocido que necesita ayuda. Convengamos que el desconocido (Richie, un Samuel L. Jackson desatado y a sus anchas) no es muy confiable que digamos desde el arranque, pero es tan persistente en su accionar que termina involucrando al pobre John (Luke Wilson) un poco a su pesar: además de insistente parece un poco peligroso, así que mejor hacerle caso. Ese punto de inicio es el arranque de Encuentro con el mal, un thriller que con cada giro evidencia su esencia televisiva, pero que tiene la habilidad de enrular el rulo cada vez más a partir de la eficiente dirección de Chris Fisher (un tipo con enorme experiencia en TV, productor y director de Person of interest, por ejemplo), quien sabe construir el suspenso con cierto rigor, incluso jugar con el fuera de campo y la sugerencia hasta un final bastante poco tranquilizador.

El raid que une a John y Richie tiene la consistencia de una road movie y es bastante violento. Si bien por momentos resultan excesivamente arbitrarios los motivos por los cuales Richie elimina a todas sus víctimas, y de las maneras sanguinarias en que lo hace, también es cierto que todo eso ocurre en un espacio off que permite jugar al thriller con diversas posibilidades: ¿y si todo es un sueño del pobre John como hemos visto en cientos de estos films berretas? Fisher parece bastante consciente al respecto, y va tirando puntas tanto para un lado como para el otro. Lo real es que si bien uno duda un poco desde el comienzo, acostumbrados como estamos a estos telefilms que suspenden cualquier verosímil en pos de los giros sorpresivos, Encuentro con el mal resulta un buen entretenimiento, sostenido en sus dos experimentados protagonistas.

Claro que la base del film es la novela de Thomas Berger, que tiene los componentes habituales del autor: cierta ironía, algo de sátira y en ocasiones una mirada bastante oscura sobre los ciudadanos comunes y la vida familiar y suburbana, aunque no tengo muy preciso si el director entendió la parodia intrínseca. Si bien Fisher, de la mano de Jackson, dota de algunos aires un poco exagerados al personaje de Richie, es sobre el final que termina por dar el giro que convierte a la película en algo más atractivo. Cuando estos films suelen declinar hacia el desenlace, comprobando que los planes del villano eran medio patéticos, Encuentro con el mal opone un modelo en el que nada queda demasiado claro, y donde a la resolución del conflicto central le sigue algo más ominoso aún, como aquella película mucho más virtuosa que fue Perdida. Incluso es elogiable cómo Fisher logra eludir el machismo que la historia parecía esconder en sus entrañas, para reflexionar de manera totalmente amarga sobre el matrimonio y la salud de los vínculos afectivos. Y todo esto, a pesar de algunas vueltas de tuerca y situaciones que resultan un poco chuscas.

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