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Federico J. Palma: “el verdadero tema de la película es la identidad”

Por Rodrigo Seijas

(@fancinemamdq)

federico_palmaFederico J. Palma es realizador de Exilio de Malvinas, documental argentino estrenado el jueves pasado que aborda tres historias sobre malvinenses que por distintas razones se ven obligados a dejar el lugar donde nacieron. Su principal virtud pasa por cómo encuentra una pequeña fisura en un tópico ya transitado numerosas veces en el cine nacional, con una puesta en escena sobria pero netamente funcional para lo que cuenta. El cineasta charló con FANCINEMA sobre los orígenes del proyecto, cómo se dio el proceso de acercamiento con los tres entrevistados, las elecciones formales para construir la película y las posibles recepciones por parte de los espectadores, entre otros tópicos.

-¿Cómo llegaste a las tres historias particulares que abordás en el film?
La idea de la película surgió en el proceso de mi anterior proyecto, la serie documental Piratas, pastores, inversores (2011) que trataba la historia de la presencia británica en la Patagonia. En ese marco grande me quedaron las ganas de hacer algo más puntual sobre Malvinas, y más específicamente sobre los kelpers. De todas las películas posibles, que realmente eran varias, fueron surgiendo con fuerza estas historias, que yo ya conocía del proceso del proyecto anterior y que al ponerlas juntas ofrecían una verdadera composición de miradas y experiencias sobre un mismo fenómeno: la vida bajo el colonialismo británico en las Islas Malvinas.

-¿Cómo fue la predisposición de los entrevistados? ¿Viste en ellos deseos de contar sus respectivas historias o dificultad para hablar?
Fue excelente desde el principio. Por supuesto que fue algo que fuimos charlando y explorando juntos durante cierto tiempo, en el proceso primero de definir la película que íbamos a hacer -dentro de varias otras posibles- y luego trabajando cada historia para llegar al guión. Todos ellos son bastante abiertos a la hora de contar sus historias, de hecho nos excedimos en las entrevistas, con un nivel de detalle que fue muy difícil de sintetizar luego en el montaje.

-¿Cómo se trabajó desde la puesta en escena y el montaje el seguimiento a los tres protagonistas abordados? ¿Se encontró algún tipo de dificultad?
Por un lado obviamente estaba la idea de ser muy cuidadosos y lograr una buena conexión e intimidad con ellos. Pero son gente muy simpática y dada, y nos entendimos muy bien desde el principio. También estaba el tema del idioma, todos hablan bastante bien el castellano, pero muchas veces se generaban confusiones o errores que en una charla pasan porque tenés contexto, pero que en la reducción y recorte que exige la pantalla pueden entorpecer la comprensión. Por eso, en cuanto a la puesta en escena, optamos por algo bien convencional, la entrevista plantada, y poner todo el foco en los testimonios, para trabajar luego con otros materiales. Un formato bien tradicional y convencional, pero que fue vital para poder lograr la película.

-¿Cuáles son las tensiones que se ven en los entrevistados entre los orígenes y la tierra que los adoptó? ¿Qué perdieron y qué ganaron en el camino?
Bueno, ahí hay toda una tensión que recorre la película, muy interesante que tiene que ver con la identidad. Yo no caería en pensar en «una tierra que los adoptó», primero porque las Malvinas son parte de la Argentina en un montón de sentidos diversos, y aún el más cabeza dura de los colonos es por derecho y casi por definición argentino. Aún en la negación. Pero lo que nos marcan los tres personajes es una identidad en constante desarrollo, a veces en armonía, otras en conflicto, pero siempre en movimiento, y donde el componente «argentino» tiene mucha fuerza. Conozco mucha gente de origen británico en nuestro país, y son perfectamente coherentes con ese grupo. Para darle mayor fuerza a esta idea, debo aclarar que lo del Exilio no es en si mismo el tema de la película: el exilio es una situación, un hecho, una sensación, pero realmente el tema de la película es la identidad. La identidad cultural en el contexto más amplio, y la identidad personal de cada uno en relación con su visión de las cosas y sus convicciones. Las pérdidas y ganancias se dan en ese marco. Tienen que ver con la identidad, con la pertenencia, con los lazos familiares -hacia adelante y hacia atrás-, con esto que decía de las convicciones, y la necesidad de plantarse ante un poder que intenta subyugarlos. Se pierden relaciones con familiares y amigos, pero se crean nuevas familias y nuevas amistades. Se pierde un lugar de origen pero se encuentra un lugar propio en el mundo. Es un poco la historia humana: los humanos somos seres móviles, por naturaleza migrantes. Nos movemos y no hay fronteras que nos detengan porque esa voluntad de movernos y ampliar horizontes está metida en lo profundo de nuestro ser.

-¿Cómo te parece que puede ser vista la película por un espectador británico y uno argentino? ¿Qué diferencias o similitudes podrían llegar a aparecer en las distintas visiones?
Es interesante la pregunta. Yo soy de la idea de que la película se termina de hacer no sólo en el interior del público, sino en lo que el público hace con la historia afuera del cine: qué comenta, qué rescata, qué le gusta y le disgusta. Abrir debates y ampliar también así horizontes. No voy a negar que es una película con el público argentino presente en su concepción, y tiene muchas cosas que pueden tener un fuerte impacto en un argentino, o que apelan más directamente a un argentino por cuestiones culturales, por todo este tema de la identidad kelper. Yo creo que eso a un británico también le va a llamar la atención, cómo es esto de los gauchos y las lenguas, pero lo que seguramente llamará más la atención es el trasfondo de persecución ideológica que sufrieron estas personas en un lugar como las Malvinas.

-¿Cuál creés que puede ser el valor de Exilio de Malvinas dentro de las discusiones culturales y políticas que se dan en la actualidad respecto al tema?
Te puedo decir lo que a mí me gustaría: que fuera un aporte para llamar la atención sobre la vigencia y continuidad de la causa de Malvinas. Existe la idea muy errada de que todo se reduce al conflicto armado de 1982, y aún peor tal vez, que ese conflicto haya dejado las cosas decididas. Nada más lejos eso de la realidad. Y de la mano de eso, ojalá sirva para tomar conciencia sobre quiénes son los malvinenses, quiénes son esos «kelpers» de los que se habla con ligereza en los medios. Porque muchos de ellos, son por derecho compatriotas nuestros, y tenemos la obligación de brindarles lo mejor de nosotros, aunque los intereses en juego conspiren en contra. Con los colonos británicos y de otros múltiples orígenes hay que tener también una actitud amistosa, es parte de nuestra forma de ser como Nación -con muchos bemoles, obvio- la de recibir a todos quienes quieran habitar el suelo argentino. Nadie quiere echarlos, ni quitarles nada, por el contrario, hay muchísimas cosas que tenemos para ofrecerles sin la necesidad de sostener una maquinaria de guerra inusitada como la que Gran Bretaña mantiene en las Malvinas hoy día.

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