Por Rodrigo Seijas
ATENCIÓN: SPOILERS
Lentamente pero sin pausa, Negan se va convirtiendo en el verdadero protagonista de esta segunda mitad de temporada de The walking dead. Lo hace sin haber aparecido todavía frente a nosotros. Si el Gobernador hizo su aparición casi desde el momento en que se lo nombró, exhibiendo una superficie entre amable y carismática que escondía un verdadero ser despiadado y terrible, siempre encabezando las acciones del grupo que lideraba, lo de Negan es casi lo opuesto: su presencia se da por la ausencia, está por el momento en un permanente fuera de campo y acciona a través de intermediarios, sólo se conocen sus órdenes y quienes las ejecutan, sean sus subordinados de los Salvadores o la gente que le rinde tributo.
Lo cierto es que Paul Rovia/Jesús deja bien en claro desde el principio de Knots Untie lo que se viene: el mundo se empieza a hacer mucho más grande para el grupo de Rick y aunque no queda otra –la comida empieza a escasear en Alexandria-, esa expansión puede ser peligrosa. Por eso Rick se aparta cuando llega el momento de negociar con Gregory, el particular líder de Hilltop –Xander Berkeley demostrando una vez más que lo suyo son los personajes un tanto retorcidos-, dejando que sea Maggie la que se encargue de esa instancia. Si Rick es un hombre esencialmente de acción –por eso liquida a alguien, queda totalmente ensangrentado y aún así sigue como si nada-, Maggie –hija de Hershel, discípula de Deanna- puede ser la mujer pensante, dialogadora y capaz de conseguir beneficios por otras vías que Alexandria necesita. Ambos diálogos entre Gregory y Maggie son una lección de política y liderazgo, de negociación y poder, mostrando cómo puede cambiar en cuestión de minutos el balance entre una posición y otra, y por ende quién tiene la iniciativa.
Pero el diálogo es también una forma de violencia, y por eso la forma que encuentra Maggie para realizar un intercambio ventajoso con la gente de Hilltop es ofrecer los brutales servicios de Rick y su grupo. El mismo Rick lo dice: “la confrontación es algo con lo que nunca tuvimos problemas”. Y es cierto, pero la confrontación que se avecina con Negan y su gente parece ser distinta, sin instancias de negociación, sin apariencias, sin vueltas, definitivamente brutal. La pelea, como bien dice Maggie, les va a costar algo a los protagonistas. Y ese precio puede llegar a ser muy alto.
Todo esto se percibe en cómo a lo largo de Knots Untie surgen pasajes que resaltan los gestos de afecto entre los personajes –Rick y Michonne tomándose la mano, Glenn y Maggie pensando y accionando en función del bebé en camino, Abraham pensando en lo que sería asentarse definitivamente pero confundido con sus sentimientos y conmovido por el embarazo de Maggie-, como si The walking dead nos estuviera preparando a los espectadores para la pérdida de algunos de ellos. Negan, por ahora, es un cuco –descripción precisa de Daryl-, alguien agigantado por el relato de terceros, un ser un tanto inabarcable pero del que todavía no se conoce su verdadera dimensión. El desafío que tendrá la serie en los siguientes capítulos es seguir manteniendo la expectativa por este villano sin descuidar lo narrativo. Por ahora, la segunda parte de la sexta temporada es mucho más interesante que su predecesora.
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