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Ricardo Aiello: “se piensa más en el tenedor y cuchillo que en el propio plato o comida”

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

Hace unos meses la gente de Revista Ajo me pidió un informe sobre el cine marplatense (léanlo acá), el cual terminó siendo un extenso resumen con una serie de opiniones de peso: realizadores, críticos y gestores de espacios cinematográficos dejaron su parecer sobre aquello que está ocurriendo en la ciudad. Pero ese informe, por la sumatoria de voces y por las dimensiones lógicas que debía tener el texto, acercó sólo algunas de las ideas de cada entrevistado. Nuestra intención en Fancinema es, entonces, recoger todas esas opiniones sin recortes y ofrecer un dossier con las diferentes miradas. Lo que verán, día tras día, será un cuestionario similar para cada entrevistado. Lo que importa, claro, son las opiniones que cada referente tiene para ofrecer.

-Hoy, Ricardo Aiello: es docente y guionista, también dirigió un documental sobre la vieja terminal de ómnibus de Mar del Plata.

aiello-¿Existe el cine marplatense?
No sé si existe un cine marplatense. Lo dudo. Podría decir que existe gente en Mar del Plata que hace cine. Pero creo realmente que todavía “no le encontramos la vuelta” a un relato genuino de nuestra ciudad (lo asumo, me siento marplatense más allá que no nací acá). Tendríamos que redefinir -o de pensar- casi desde lo semántico qué sería un cine marplatense. Si es la producción que se realiza en la ciudad, por gente de la ciudad… pues sí, existe. Si es un cine que dé cuenta de nuestras vivencias, de nuestra realidad, de nuestro modo de ser… creo que aún estamos todos en deuda. Y es una pena porque la ciudad amerita un buen relato.

-¿Qué es lo que define la figura de un cine regional -en este caso marplatense-?: ¿la aparición de más gente filmando en un mismo lugar o la presencia de símbolos culturales identitarios y comunes entre películas?
Creo que un poco lo respondo en el punto anterior. Desde mi óptica, un cine regional debería definirse por una cierta presencia de símbolos culturales propios del lugar donde se filma. Y no sólo eso: se debe amalgamar esa presencia de signos propios con una mirada propia, nativa; no vemos iguales los marplatenses que los mendocinos o tucumanos o incluso los balcarceños, por citar ejemplos.

-¿Qué diferencias encuentra entre las producciones locales actuales y las que se hacían -por poner una fecha- hace una década?
Si hablamos de ese lapso de tiempo, no creo encontrar muchas diferencias, al menos desde lo temático. Hay posiblemente una variación desde lo tecnológico, desde el “fierro”, al decir de la industria. Pero somos deudores del progreso narrativo. Parece que se piensa más en el tenedor y cuchillo que en el propio plato o comida. Hay una gran ausencia en la enseñanza de la creatividad (que es imposible de enseñar).

-¿Cuánto ayuda a la proliferación de realizadores la posibilidad de una tecnología al alcance de la mano? La pericia técnica, ¿lleva invariablemente a la presencia de mejores artistas?
Vuelvo a caer en la respuesta anterior. Decididamente creo que no. Estoy convencido: la pericia técnica sólo es un paso hacia la construcción de un mejor artista. Pero hasta diría que no es excluyente. Un buen narrador audiovisual debe sentir la película en su interior, en su corazón primero, después en su cabeza. Allí aparece el lenguaje (inevitable siempre), para dar a entender la idea, la visión personal a un equipo de trabajo. Hay un gran déficit en ese sentido.

-¿Es posible hablar de un cine marplatense sin un público que acompañe estas propuestas? ¿Hay público? ¿Cómo se debería construir?
Hay una tendencia bastante nueva en diferentes ciudades (Buenos Aires, Tandil y Mar del Plata, por ejemplo) de crear escuelas (no en el sentido formal del término, no desde lo institucional digamos) para construir o formar espectadores. No me parece mal, en tanto no signifique una elitización. Es decir se puede estimular siempre a un mejor espectador: más crítico, más ávido, más completo. Ese es un primer paso interesante y creo que, con el tiempo, se va a sentir el impacto. Ningún cine, ninguna obra, ninguna expresión artística tiene vida sin el espectador. Y desde hace años el espectador es un ser viciado. Lamentablemente esto ocurre con los propios artistas-espectadores. Hay que trabajar mucho. Pero no desde la soberbia, ni desde la posición elitista de decir “arte es esto”; hay que trabajar desde la apertura, desde el sentimiento.

-¿Parte del problema es la imposibilidad de profesionalizar las diversas actividades que involucran lo cinematográfico? ¿Hay campo de acción en la ciudad para eso?
Efectivamente, la imposibilidad de la profesionalización (o la demora, o la dificultad en acceder al campo de trabajo) es un problema. Afortunadamente en los últimos años, gracias a los planes de fomento y de las políticas estatales (INCAA, TDA, entra otras) se ha logrado avanzar en ese sentido. Pero se requiere persistencia en las políticas (la Ley de Medios es un instrumento fundamental que debe ser afianzado y estimulado) y una concientización de los profesionales y de las empresas privadas (productoras, canales). En la ciudad hay un campo de acción propio (que obviamente es limitado) y un campo que se abre a partir de producciones que llegan. Lamentablemente todavía no se coordina bien en ese punto. Hay falta de comunicación y falta de compromiso político (genuino) en muchos realizadores. Cuando hablo de compromiso político me refiero a trabajar por el trabajo del otro. Desde la Asociación Realizadores Audiovisuales venimos peleando denodadamente al respecto.

-¿Es posible desarrollar la idea de un cine marplatense, sin el acompañamiento de técnicos y actores que ayuden a modelar una estética?
Sin el acompañamiento de técnicos idóneos es imposible avanzar en la idea de un cine nuestro. Pero lo que hay que entender es que la formación debe ser integral, no sólo desde la pericia técnica, sino también desde lo humanístico, desde lo social, desde el espíritu. Todavía sueño. La idea de una estética comprometida con lo nuestro -al estilo de Birri- puede ser posible. Los actores de la ciudad vienen de una formación teatral que, obviamente, fue su primera escuela. Pero últimamente, con el crecimiento de las producciones, van adquiriendo (muchas veces a pesar de los propios directores) técnica y conocimiento del medio audiovisual. Hay que formar también en ese sentido.

-¿Cuál cree que es la presencia del Estado comunal y si le parece que debería involucrarse más? ¿En qué aspecto sería más necesario?
Por supuesto que el Estado debería tener presencia, siempre. Esto lo vemos a nivel nacional (donde se creció muchísimo desde 2003), a nivel provincial y en, menor medida, a nivel municipal. Pero en la última gestión hemos, felizmente, sido escuchados. Muchas veces (o siempre) se carece del apoyo económico, pero siempre el Estado abre puertas.

-En lo personal, cuando ve un film local, ¿busca algo con cierto nivel de profesionalismo o prefiere profundizar en el terreno de las ideas cinematográficas, aún a costa de cierto amateurismo?
Siempre busco lo mejor. Que me conmuevan. Sea un blockbuster de Hollywood o un film netamente local. No aspiro a menos. Si no punza, no llega; si no llega, cae en la indiferencia del espectador, acaso la peor desgracia del artista.

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