Por Rodrigo Seijas y Mex Faliero
-Lunes 21, a las 16:15 por Cinemax, Montecristo. Kevin Reynolds es de ese tipo de realizadores que tienen un lugar marginal dentro del mainstream hollywoodense, básicamente porque reivindica desde su aparentemente impersonal filmografía un género demasiado subestimado como es el de las aventuras. Acá conduce con habilidad y sabiduría una adaptación del clásico literario de Alejandro Dumas, apoyándose en los factores y elementos más pertinentes y productivos de la obra original: la sólida acumulación de misterios, la paciente construcción de conflictos, el humor combinado en dosis justas con el drama moral y la ambigüedad de los protagonistas. Jim Caviezel y Guy Pearce están perfectos en sus papeles, pero lo de Richard Harris en su breve rol es memorable.
-Martes 22, a las 11:20 por Max Oeste, El día del chacal. En los años 70’s el cine era pródigo en thrillers políticos y con una fuerte carga paranoica. Y este film de Fred Zinnemann es uno de esos ejemplos indispensables para pensar cómo el séptimo arte, además, se hacía cargo de ciertas inestabilidades del mundo: porque esta película protagonizada por Edward Fox, Michael Lonsdale y Derek Jacobi cuenta, con notable precisión narrativa, la operación secreta para asesinar al presidente de Francia, el general Charles De Gaulle. Tal vez algo olvidado en el presente, pero una referencia durante muchos años.
-Miércoles 23, a las 22:00 por Fox Classics, La patrulla infernal. Uno de los mejores films de Stanley Kubrick -probablemente el cineasta más sobrevalorado de la historia del cine-, por una razón muy simple: en 1957 el realizador no era tan conocido, con lo que era mucho más permeable a dejar su ego de lado y ponerse al servicio de una historia, que en este caso es apasionante y posee múltiples aristas. Una inteligente y potente reflexión sobre los dilemas éticos durante los conflictos bélicos y los códigos de la institución militar puestos en crisis, donde la épica propia del género brilla por su ausencia, lo cual no le quita vigor a la narración, sino todo lo contrario, gracias a las perspectivas puestas en tensión.
-Jueves 24, a las 16:00 por INCAA TV, Metrópolis refundada. Muy interesante documental que cuenta el particular viaje hasta nuestro país realizado por una copia con escenas perdidas de la legendaria película Metrópolis, de Fritz Lang, su hallazgo y el proceso de restauración a la que fue sometida. Un film que encuentra el tono justo para reflexionar no sólo sobre cómo se renuevan las discusiones y visiones sobre determinados clásicos, sino también sobre la materialidad que constituye al cine y los oficios que giran en torno al séptimo arte.
-Viernes 25, a las 12:00 por INCAA TV, El gran simulador. Néstor Frenkel es un gran documentalista, y este es de sus trabajos, seguramente, el que tiene mayor proyección debido al personaje que centraliza la atención: René Lavand. El documental lo encuentra ya grande en su casa de Tandil, repasando su historia, pero sin poder perder del todo las mañas de viejo contador de anécdotas que eran el marco ideal para poner en escena sus “trucos”. A él no le gustaba la palabra mago, era más una suerte de ilusionista con especialidad en cartomancia. Y Lavand, a partir de su trabajo, dejaba en evidencia el pacto tácito que existe entre el que hace el truco y el que observa: se sabe que hay una trampa, hay un verosímil quebrado, pero se lo acepta y se lo entiende como parte de esa construcción. Es que Lavand, y Frenkel así lo expone, era en definitiva el cine.
-Sábado 26, a las 22:00 por Max Este, Whiplash: música y obsesión. Cuando pareciera que el cine de EE.UU., ya sea en su mainstream gigantesco o en el indie adocenado, no tiene nada nuevo para decir, siempre aparece alguien que viene a renovar la esperanza. Damien Chazelle es en este caso el nombre, quien gracias a las notables performances de Miles Teller y J.K. Simmons como un alumno de música y su profesor -respectivamente-, construye uno de los dramas más intensos y perfectos en mucho tiempo. Chazelle explota por los aires el concepto de película sobre alumnos y profesores, y en vez de dar el giro positivo y biempensante, lo que hace es construir personajes obsesivos, dementes, políticamente incorrectos que logran, contra todos los pronósticos (pero siguiendo las normas del subgénero), triunfar. Lo interesante del film es lo que simboliza ese triunfo y la forma 
en que le permite dignidad a dos tipos realmente enfermos. Una película poco habitual y, más allá de sus logros temáticos, de una narración perfecta.
-Domingo 27, a las 23:00 por Max Oeste, Cae la noche en Bucarest. Dos por tres aparece alguna corriente que significa (más para parte del periodismo especializado en cine que para el público) un renovación y una ilusión sobre la supervivencia del cine como arte que se resignifica constantemente. Cuando el cine iraní comenzó a morir como fenómeno (más allá de la calidad de sus películas), los primeros años de este nuevo milenio confiaron en Rumania como el nuevo horizonte del cine festivalero y de discusión intelectual. Dentro de esta corriente, Corneliu Porumboiu es uno de los máximos referentes y este uno de sus films más celebrados. Al igual que en mucho de este tipo de cine, las películas son material indispensable: un rodaje es el origen, con el choque que se da entre un director y una actriz secundaria. A diferencia de mucho del cine de tesis, el rumano tiene humor. Un humor especial, pero humor al fin. Y una precisión quirúrgica para la narración, con géneros que confluyen aún en su aparente falta de fluidez.
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