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Recapitulación de Hannibal: …And the Beast from the Sea

Por Cristian Ariel Mangini

(@Masterzio84)

hannibalMientras alcanza su final, y con tan sólo dos episodios para cerrar esta tercera temporada, Hannibal demuestra ser una serie que cuando parece tener todas las cartas sobre la mesa se reserva algunas sorpresas. En particular porque si bien podemos conocer el material original -la obra de Thomas Harris o cualquiera de sus adaptaciones cinematográficas-, la serie a veces acude a seguir a rajatabla el relato de Harris y en otras toma una idea pero la explota en otra dirección. Es que, después de todo, este Hannibal y este Will son a esta altura más de Bryan Fuller que de Harris. En particular Will, que si prestamos atención a algunos detalles visuales, podríamos especular con un giro del cual dice mucho el nombre del último episodio, The wrath of the lamb[1]. Pero no nos adelantemos y veamos qué fue lo que nos deparó este capítulo once.

Sabemos que el hada de los dientes ataca en las noches de luna llena y también sabemos que Hannibal ha tenido la amabilidad de darle los datos de la casa de la familia de Will a Dolarhyde, con lo cual las consecuencias eran inevitables. En particular cuando finalmente pronuncia una de las frases más icónicas del libro, “Sálvate, mátalos a todos”, lo cual lleva a una de las escenas más tensas que haya realizado la serie. Sabiendo dónde se encuentran, Dolarhyde comienza a acechar a la familia (los pobres perros de Will siempre son las primeras víctimas de todo lo que le pasa) hasta la brillante secuencia dirigida por Michael Rymer, uno de los directores que ha realizado algunos de los capítulos más esplendorosos de la segunda temporada (en particular Yakimono y Tome-Wan). Presintiendo algo, Molly (Nina Arianda) se despierta y reacciona lo suficientemente rápido como para salvar la vida de Walter (Gabriel Browning Rodríguez) y, con astucia, eludir los ataques de Dolarhyde. El suspenso no abandona al espectador en ningún momento mientras Dolarhyde busca a la familia entre las oscuras sombras del pasillo de la casa (elogioso el trabajo de fotografía a lo largo de toda esta secuencia) e incluso, cuando los vemos fuera, seguimos temiendo por la vida de Molly y Walter. Si bien no salen indemnes y un desconocido con muy mala suerte muere en el proceso, sobreviven al ataque de Dolarhyde. Esto lo llevará a un ataque de ira considerable.

Quizá sobre este “ataque de ira” haya opiniones divididas aunque uno no puede dejar de sentir que en cierto sentido esta secuencia, algo torpe, subestima al espectador. Sabíamos que Dolarhyde ejercía violencia contra su persona por resultar un personaje torturado por su pasado –aunque aún no se ha profundizado lo suficiente en este aspecto-, por lo tanto mostrarlo de esa manera sobraba y abandona las sutilezas que suele tener Fuller en el trabajo a lo largo de la serie. Lo que sí se resuelve de forma solvente es cómo abandona finalmente a Reba, a quien cree que podría hacerle daño si el dragón rojo, su alter ego violento, finalmente lo consume. Pero Dolarhyde no es el único que sufre un gusto amargo en su boca tras su derrota. A pesar de salvaron sus vidas, el vínculo entre Will y Molly se vio deteriorado tras el ataque, ya que fue el extraño nexo entre Hannibal y Will lo que casi acaba con la vida de ella y su hijo, Walter. A esto hay que sumar el desprecio con el que Will ahora se refiere a Jack, siendo consciente de que fue utilizado nuevamente y la angustia de Jack por no poder resolver el caso. Por si fuera poco, Hannibal, que se mantenía como el titiritero detrás de la cortina sin verse afectado notablemente, también comienza a sufrir las consecuencias de su cinismo al perder a manos de Alana todos los derechos que le daban algo de comodidad en su celda, tras resultar en un fallido enlace con Dolarhyde a través de una comunicación telefónica, advirtiendo que lo estaban escuchando.  Lo que se dice, están todos a punto de estallar.

Pero nos centraremos en Will porque algunos encuadres de Rymer atípicos para la serie –en particular un apenas picado primer plano de Will- y la violencia del diálogo final con Hannibal, que alude a la posibilidad de un cambio en su personalidad, nos hacen pensar que esa bomba que ha visto tantos asesinatos y ha sufrido tanto por su desorden de personalidad, finalmente ha decidido tomar la ofensiva. Veremos adónde nos llevan los dos últimos episodios.


[1] La traducción sería La ira del cordero, que mantiene correlación con los otros episodios de esta segunda mitad de la temporada con nombre bíblicos, en particular porque se basan en los nombres de las pinturas de El dragón rojo, de William Blake. Sin embargo, llamativamente, el nombre de este episodio no tiene nada en común con las pinturas. La alusión al cordero parece hablar más de Will que, dado el nombre del episodio, podría dar lugar a un giro.

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