Por Mex Faliero
El leit motiv para promocionar la temporada final de Mad Men fue “el fin de una era”, frase que suena tal vez algo pretenciosa y exagerada, pero que en definitiva tiene una lectura principal en el recorrido histórico que trazó la serie de Matthew Weiner: una mirada de época hacia la masculinidad y la femineidad que va de los 50’s a los 70’s, atravesada por el mundo empresarial y la cultura de masas simbolizada en el fenómeno de la publicidad. Pero tal vez aquella frase no sea tan pretenciosa al fin de cuentas, si pensamos a Mad Men como serie y la vinculamos con otras épocas, donde la televisión ofrecía otro tipo de entretenimiento. Yo fui chico en los 80’s, y por entonces entretenimiento era Brigada A, por ahí algunos más osados veían V – Invasión extraterrestre, la comedia familiar vivía de Blanco y negro o Alf, y los adultos miraban cosas como Dinastía. Es verdad, los sesentas y setentas, con la aparición de la ciencia ficción y los policiales duros fueron mucho más atractivos. En los 90’s la cosa no mejoró mucho, nunca fui muy amigo de Expedientes-X ni de Twin Peaks, tal vez la comedia dio algunos pasos de interés con dos series muy diferentes como Friends y Seinfeld. Lo acepto, es un repaso demasiado rápido y acotado. Pero es un repaso que evidencia aquello de que Mad Men simbolizó una era diferente de la televisión norteamericana, cuyo comienzo puede rastrearse en Los Soprano, también The wire o Six feet under y que nos ha brindado exponentes tan brillantes como Boardwalk empire, Breaking bad o Lost, este último otro tipo de fenómeno: el de las redes sociales explotando y con los fanáticos discutiendo segundo a segundo de cada capítulo, o cada plano. Mad Men representa otra cosa, ha sido una serie adulta y refinada en aspectos formales, de ambientación y temáticos, capaz de traer en espíritu la esencia de Billy Wilder para retratar el mundo laboral y de Raymond Carver para hablar del aspecto humano. Una serie que marcó tendencia durante un gran rato, que tal vez se estiró un poco por el medio pero que hoy la encuentra en su mejor forma. Si miramos el panorama de series que queda, hay pocos fenómenos como los mencionados en pantalla (apenas The walking dead y Game of thrones tienen ese plus de la masividad y la aceptación crítica), y es por eso que Mad Men simboliza el fin de una era donde la televisión norteamericana se animó a producir contenidos más pensantes, inteligentes y originales que el cine de ese país, con herramientas discursivas que no tienen nada que envidiarles a las de la pantalla grande y con un piso de calidad notable, en todos los géneros posibles. Seguramente haya productos mejores en el futuro, no creo que todo tiempo pasado sea mejor. Pero el tiempo de Mad Men fue el del quiebre, el del cambio, el de avizorar una posibilidad. Esa era se termina hoy, con su representante más distinguido: Mad Men. Donald Draper, sin dudas, te vamos a extrañar un montón.