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BAFICI 2015 – Juan Schnitman: “entiendo que es una película muy dura, sobre todo si la vas a ver en pareja”

Por Rodrigo Seijas

(@fancinemamdq)

juan schnitmanDentro de la Competencia Internacional del 17º BAFICI se presentó El incendio, primera ficción en solitario de Juan Schnitman. El film, que viene de ser exhibido en la sección Panorama de la más reciente edición de la Berlinale, se centra en 24 horas repletas de tensiones en una pareja al borde de la ruptura. El realizador conversó con FANCINEMA sobre los tópicos que toca la película, el trabajo con los actores y la planificación de la puesta en escena, entre otros temas.

-¿Qué te movilizó para hacer El incendio? ¿Cómo se fue desarrollando este proyecto?
Inicialmente, yo quería hacer una película sobre las últimas 24 horas de una pareja, quizás porque he tenido muchas últimas 24 horas de pareja (risas). Por eso me interesaba desmenuzar un poco esos últimos momentos de desintegración en una relación. Luego empezamos a trabajar con unos amigos, con quienes empezamos a construir la historia y más adelante con Agustina, la guionista, y eso lo terminamos transformando en algo para mí mucho mejor, más incómodo, más extraño. Fueron apareciendo varios elementos nuevos, como la compra de la casa, que llevaron a la película a lo que es ahora, que en vez de ser las últimas 24 horas, son por ahí las peores 24 horas de una pareja, en un momento clave, álgido. La idea de comprar una casa juntos en muchas personas de mi generación ha reemplazado al casamiento, es como “el gran paso” que uno puede dar.

-Se nota en el film una permanente interrelación entre el drama de los protagonistas y lo opresivo de las diversas instancias espacio-temporales. ¿Cómo se fue trabajando ese aspecto desde la puesta en escena o desde los rubros técnicos como el sonido? ¿Hubo mucha planificación previa o se decidieron muchas cuestiones durante el rodaje o el montaje?
Lo de la unidad temporal, contar 24 horas en una pareja, era una de las premisas básicas de la película. A mí me gusta esa idea de contar todo lo que pasa en 24 horas porque hace que vos veas un recorte en la vida de los personajes y tengas que entender un montón de cosas y completar otras, sobre cómo pudo haber sido esa pareja en otros momentos o cómo son en otras circunstancias esos personajes. Uno tiene un recorte muy sesgado. Eso me interesa porque hace que uno complete mucho y porque genera un poco más de intriga. En cuanto a la puesta en escena, estaba pensada así desde un comienzo, sobre todo porque yo pensaba que la película podía ser mejor o peor de acuerdo a cuán extremas fueran las actuaciones. Me pareció entonces que la mejor manera de habilitar las actuaciones que la película necesitaba era lograr planos más largos, que les permitieran a los actores generar pequeños arcos dramáticos, actuando las escenas de corrido y sintiéndolas, porque son actores que vienen principalmente del teatro. A la vez, a mí me gustan los planos secuencia más bien largos pero que no se noten, me parece que esa es la gracia del plano secuencia, cuando no hay proeza técnica. Por eso la cámara está siempre muy cerca, es una película sin pies. No hay ningún plano general, en ningún momento. Con los sonidistas trabajamos también para que los ambientes sean pesados y densos, opresivos: por ejemplo, cuando ellos salen del banco, hay muchísimo ruido ambiente, se escucha una manifestación y el ruido del tránsito. En el departamento también: se escuchan los ruidos de los vecinos, perros que ladran, etcétera, siempre dando la sensación de un afuera bastante hostil, generando a la vez la idea de que la pareja, que debería ser el refugio de tanta hostilidad, también puede ser hostil.

-La trama hace foco en un momento particular de la pareja protagónica, cuando a partir de un hecho un tanto fortuito estallan todas las tensiones, alternando entre los puntos de vista de ambos, con sus dilemas particulares. ¿Cómo se fue desarrollando esa narrativa y las miradas contrapuestas de los personajes en el guión?
En ese sentido, está muy, muy pensado, hasta el más mínimo detalle, para equilibrar los puntos de vista y no generar un desbalance, un protagonista demasiado claro. Es muy adrede. Incluso hasta teníamos miedo de que se notara mucho que era adrede.

-En la película se puede apreciar cómo el sexo se convierte en un campo de batalla o la relación desigual de fuerzas entre los personajes, lo cual lleva a reflexionar, aunque sea lateralmente, sobre la creciente violencia de género en la Argentina. ¿Fue algo que tuviste en cuenta a la hora de pensar la historia o que aparece un poco por decantación?
Es la primera vez que me hablan de la violencia de género en la película. No creo que el film trate ese tema en absoluto. Incluso, si alguien tiene el poder en la relación, es ella. El tiene un cierto poder físico con el que la puede avasallar, pero ella está constantemente tratando de extraer esa violencia de él. Yo también creo que hay un grado de violencia dentro de una pareja de adultos que es consensuada. Acá no hay nadie sometido u obligado, no hay un desbalance de poder, y la violencia de género tiene que ver con una situación de poder de una persona sobre otra. Acá eso no existe, más allá del hecho físico de la violencia. El no tiene ningún poder sobre ella; al principio puede parecer que él es una persona dominante, pero hacia el final, la que indudablemente tiene el poder es ella. Por algo las decisiones finales las toma ella y a él se lo nota mucho más enamorado, con la intención de seguir con la relación, mientras que ella no, ella hasta tiene situaciones laterales en el trabajo, aunque la infidelidad no es algo que sea el centro de la historia. Lo que plantea la película es todas las pequeñas cosas que dejan de funcionar, que se van desarmando cuando una pareja entra en crisis y cómo una situación límite puede hacer que todas esas cosas que están un poco barridas bajo la alfombra surjan de golpe, con muchísima fuerza.

el incendio-Otro aspecto que atraviesa buena parte del relato es el dinero y la propiedad como nociones que definen la capacidad de las personas y sus visiones del mundo. ¿Cómo ves vos estos temas y por qué elegiste hacer hincapié en ellos?
Me interesaba ver esta postura dentro de dos tipos de la clase media argentina: una clase media un poco más acomodada, con un padre que de repente puede regalar una cantidad de dólares para la compra de un departamento; y una clase media más trabajadora, donde comprar una casa es una quimera. De experiencias cercanas que he tenido, esos temas terminan surgiendo en determinados momentos en las parejas. En los momentos feos, obviamente. Quizás estaba tratando de tocar demasiados temas a la vez, pero me parece que cada escena tiene que contar por lo menos dos cosas: lo que está pasando en la trama y alguna otra idea acerca de algo, alguna cuestión social, o individual de los personajes, sobre el cine incluso.

-Hay en la pareja protagónica toda una dinámica corporal, e incluso a través de los diálogos, que está plagada de avances y retrocesos, de demandas de afecto, de histeriqueos, de paranoias, de violencias físicas y psicológicas. ¿Cómo se trabajó todo eso con Pilar Gamboa y Juan Barberini para que esa química un tanto enfermiza surja fluidamente?
Hay parte de eso que es trabajo del guión y parte del trabajo lo hicimos con ellos. Nosotros la verdad que no ensayamos mucho para la película, sobre todo porque Juan está viviendo en México y vino dos semanas antes de que comenzáramos a filmar, y luego se fue. Entonces, más que ensayar, lo que hicimos en las semanas previas al rodaje fue leer, repasar todos los diálogos y escenas una y otra vez, para que ellos encontraran las voces de los personajes. Yo encaré el trabajo con ellos con la mayor humildad que me fue posible: lo primero que les dije fue que ellos sabían mucho más de actuación que yo, que iba a aprender muchísimo trabajando con ellos -y efectivamente así fue- y que los tres íbamos a hacer juntos esta película, que nos la jugábamos los tres juntos. Creo que ellos se sumaron a eso espectacularmente, proponiendo muchísimas cosas, inclusive colaborando en algunos momentos claves para encontrar los tonos apropiados o ayudándome a dirigir a los otros actores.

-No deja de llamar la atención cómo El incendio rompe con visiones lineales sobre los géneros: por ejemplo, tanto el hombre como la mujer son capaces de ejercer la violencia, o de expresar sus emociones hasta el límite del derrumbe, no hay una víctima o victimario definidos. ¿Pensás que desde el cine se pueden construir imaginarios que rompan con determinados estereotipos sociales?
Lo que nos interesaba era que los personajes fueron sorprendentes, no cerrarlos psicológicamente. El tener el recorte de un día te permite eso. Me interesa que los personajes estén siempre abiertos y que puedan sorprender, porque uno como persona muchas veces es sorprendente, hace cosas que no se imaginaba que podía hacer o genera situaciones en las que no se reconoce. Me interesan también esos momentos, donde uno deja de reconocerse a sí mismo.

-¿Tuviste películas o directores como referencia a la hora de pensar las distintas capas estéticas, narrativas o temáticas del film? ¿Cuáles?
Totalmente. Hay cuatro películas con las que trabajamos mucho. La primera es Rosetta, de los Dardenne, en lo que se refiere a ciertas cuestiones de puesta de cámara -igual ellos tienen la suerte de que ensayan durante seis meses y filman durante cuatro, y hasta refilman escenas, lo cual es espectacular-, aunque también me atraía porque es un film que siempre me transmitió sensaciones táctiles, muy directas, y yo quería transmitir eso, esa fisicidad, por ejemplo, a través del plano secuencia. Para las actuaciones, trabajamos mucho con Una mujer bajo influencia, de Cassavettes, y Perros de paja, de Peckinpah, teniendo en cuenta el desarrollo de los personajes, que son muy violentos, explosivos y sorprendentes. Finalmente, con Blue valentine, que es muy parecida en algunas cuestiones a El incendio: hay una entrega en las actuaciones de esa película que me atrae mucho, los actores están jugados un ciento por ciento ahí, no tienen miedo de ser feos, de ser malos, de quedar mal. Para mí eso es lo que hace a un buen actor: no tener ningún miedo a ser patético, malo o feo.

-¿Cómo ha sido la recepción hasta el momento en los festivales? ¿Qué comentarios has recibido del público? ¿De qué manera impacta la película en las audiencias?
La película está arrancando en los festivales: estuvo en Berlín, ahora estuve hace unos días en Dinamarca, luego estaremos yendo a Málaga y Barcelona, y tendremos más adelante Transilvania, Seattle, Israel… En Berlín, afortunadamente, la película fue muy bien recibida: el estreno estuvo agotado pero como fue bien recibida por la crítica, las funciones siguientes también se agotaron. Incluso la última, que era en una sala para 700 personas, también estuvo a llena, lo cual, a la hora de tener que presentar el film, fue un tanto intimidante. La gente queda en general golpeada luego de ver la película: yo antes de presentarla trato de hacer algún chiste, porque entiendo que es muy dura, sobre todo si la vas a ver en pareja. Yo, de hecho, a algunos amigos que han ido a verla con sus parejas, ya les pido disculpas por adelantado (risas). Pero en verdad, la recepción afuera ha sido muy linda y directa, sentí que les habían llegado muchas de las cosas que pretendía que llegaran, por lo que estoy muy contento.

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