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Fabio Junco: “estas tres abuelas generan cierto magnetismo en la pantalla”

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

flores unoCon dos décadas encima, el proyecto de Cine con vecinos que llevan adelante en la localidad bonaerense de Saladillo los realizadores y guionistas Fabio Junco y Julio Midú, ha brindado una serie de películas que se hacen fuertes desde su idea de producción: trabajo entre vecinos, totalmente amateur, con un aire artesanal pero progresivamente capturando una forma más profesional y con respeto por aspectos técnicos. Flores de ruina, que se estrena este jueves, se aleja de las historias habituales que forman parte de este cine (historias mínimas, amables, de gente bonachona de pueblo) para inscribirse en el mundo de la comedia negra, de historias oscuras y personajes perversos, pero con una cuota indispensable de humor.

Uno de los directores, Fabio Junco, charló con FANCINEMA sobre este estreno protagonizado por Ellen Wolf, Nélida Augustoni y René Regina -las tres tremendas hermanas ancianas involucradas en este cuento plagado de muertes y silencios de pueblo-, sobre la forma en que el proyecto se fue conformando y sobre aquello que redondea el concepto del Cine con vecinos. Todo esto, mientras trabajan como productores en una serie de proyectos a futuro: un film sobre la guerra de Malvinas, que dirigirá Rodrigo Fernández Engler y que se filmará en Córdoba, Bahía Blanca y Comodoro Rivadavia; la producción de otro film que dirigirá Fernando Basile, sobre una adaptación novedosa de la tragedia Edipo Rey, que se filmará en la zona norte del Gran Buenos Aires y se titula REX.

-¿En qué momento histórico del proyecto de Cine con vecinos llega una película como Flores de ruina?
Llega al cumplir 20 años del fenómeno del Cine con Vecinos en Saladillo. Cuando en 2013 llegamos al 10° Festival Nacional de Cine con Vecinos, se nos ocurrió hacer un SPOT de humor y lo protagonizaron estas tres mujeres. De allí surgió el deseo de repetir la fórmula de las tres en pantalla. Funcionaban muy bien juntas, en plano, hicieran algo o no hicieran nada. A la gente le gustó muchísimo ese spot y de allí surgió el deseo/necesidad “de hacer algo ya” con estas tres abuelas. En tres semanas elaboramos un guión express, intentando mantener algo de comedia en el planteo general pero con el deseo de llegar a una comedia negra o algo parecido. Ya habíamos hecho más de veinte largometrajes con los vecinos de Saladillo, y siempre el drama era el protagonista. Tema y género, siempre el drama. En Flores de ruina pensamos sólo en divertirnos con las tres “hermanas” en la ficción, haciendo tropelías, pero en un ambiente rural realista, algo hostil pero real.

-Se nota un trabajo de producción más depurado que en anteriores trabajos de Cine con vecinos. ¿Es la intención llegar a un espacio de mayor profesionalismo dentro del aire artesanal que tienen sus productos?
El aire artesanal creo que seguirá existiendo en tanto se trata de las interpretaciones de vecinas y vecinos, que de ningún modo sueñan con ser celebridades, ni siquiera actores o actrices de método. Pero sí nos interesa mejorar todo lo que se pueda la cuestión técnica, hasta el límite posible. Ese límite no es muy flexible. No podemos tener cincuenta personas detrás de cámara, como en nuestras películas industriales (Léase Hermanitos del fin del mundo, con Topa y Muni: más de 80 técnicos y actores y actrices, estrenada en 100 salas). En el cine con vecinos uno puede cuidar la cuestión del sonido (con dos personas sigilosas que no hagan alto despliegue) y no más de dos personas con la cámara (aún la mejor que se nos ocurra). El vecino y la vecina no tienen por qué saber esperar. A veces le ponen onda, pero en general, somos nosotros los directores los que tenemos que hacer malabares para que no entre el aburrimiento a matar a nuestros entusiastas intérpretes vecinales. El tiempo es fundamental en el proceso de rodaje. Dependemos de los vecinos, no de la técnica. Los planes de rodaje se hacen sobre la base de sus posibilidades. Y si una vecina nos dice que a la noche tienen un cumpleaños o que se va a pescar con el marido, pues se acabó. Nosotros somos los que aprendemos a esperar. Pero desde las cuestiones técnicas y de la calidad de sonido e imagen, tratamos de incorporar todo lo mejor que se pueda si ello no afecta el tiempo y la paciencia de los vecinas/as.

-¿Cómo se pensó el guión? ¿Fue siempre una comedia negra o el humor fue apareciendo progresivamente?
Siempre quisimos transitar la comedia negra. Pero el resultado es algo que depende también de los vecinos/as. De hecho, creo que se nos escaparon varios géneros, algo de policial, algo de suspenso. No podemos afirmar que Flores de ruina sea una estricta comedia negra. Pero sí controlamos las dos partes más atractivas que teníamos para trabajar: el delirio de estas tres mujeres juntas y el realismo de los lugares y personajes donde filmamos la película. Es decir, locaciones reales, ambiente real, personajes ficticios. Es una mezcla rara que se evidenció desde el principio, nos gustó y luego la mantuvimos/explotamos en la medida de nuestras posibilidades (y limitaciones, claro). Partimos de una escaleta extrema generada en pocas horas entre ambos, y luego desplegamos un guión en tres semanas para inmediatamente convocar a las tres abuelas y filmarla en sólo once días. Fue parte del delirio general.

-¿Hubo algunas películas de referencia para la historia que aquí se cuenta?
No de las ajenas. Sólo replicamos un dato del nazismo que es la columna central de una película anterior (2007) que se tituló El último mandado y en la que también actuó Ellen Wolf. Pero eso tiene que ver con un suceso real que se registró en nuestro pueblo natal, Saladillo.

-¿Las tres mujeres protagonistas cómo se involucraron con la película?
Las tres abuelas (ellas dicen que son “tres viejas”) se involucraron decididamente en el proceso express de rodaje. Eran como tres niñas jugando a hacer este delirio, personajes muy lejanos a sus formas de ser. No obstante, los personajes están pensados en ellas (hasta cierto punto) con en el sentido de aprovechar sus personalidades reales. Ellen es más imponente; Nélida es más comprensiva; y a René todo le da igual. Nos gustaba explorar esas claras diferencias. Eso se mantiene en todo el film, sus personajes descansan en sus personalidades, aunque no son como ellas, claro. Y por suerte.

-¿Cómo trabajaron las escenas de acción, con despliegue de efectivos policiales?
Pedimos colaboración a la Comisaría de Saladillo, como hicimos con la mayoría de nuestros rodajes. Algunos de los policías son reales y otros son vecinos con uniformes prestados por la misma policía. Un patrullero es real y el otro es ficticio, ensamblado con ploteos, imanes y falsas sirenas. Y acudimos a profesionales de los efectos especiales para que ese aspecto no fuera flojo (Piromanía FX).

flores dos-La película trabaja con ironía el discurso de la “inseguridad”, mientras muestra a tres adorables abuelas cometiendo todo tipo de tropelías. ¿El film intenta una mirada sobre ese tema o ustedes creen que es algo que está ahí, pero sobre lo cual prefieren no opinar?
Creo que es algo que está ahí. Y que al igual que con las simpáticas abuelas, nadie se anima a hablar. Como en cualquier pueblo de Argentina, se expande en dosis diferentes el tema de las drogas, el juego, el robo de ganado, el lavado de dinero, etcétera. Sin ánimo de exagerar, las mega-camionetas 4×4 conviven con los autos de alta gama, los tractores y los fumigadores de soja. No es un mundo nuevo, pero pareciera que no termina de conocerse. Y tal vez, al exponerlo en tono de comedia negra, nos liberamos del peso de darle tratamiento a un tema “del que no se habla”. Temas que “no existen, pero que los hay, los hay”. Como las brujas. Y tal vez no le llamamos “inseguridad”. Tampoco es el Far West, pero es una realidad con la que se convive sin más trámite. La contaminación creciente del agua y de los suelos a raíz del monocultivo de la soja también es un problema de “inseguridad” hacia la salud, en principio. Pero tampoco se habla de eso.

-En un contexto de humor bastante negro, de mirada satírica sobre la violencia, ¿por qué deciden incluir la secuencia del nazi detenido que lleva la película hacia otro lugar?
Tal vez lleve la película a otro sitio, no lo sé. La incluimos para recordarle siempre a nuestro pueblo (Saladillo) que nosotros también tuvimos un vecinito vinculado al nazismo pero -una vez más- de eso no se habla. Ni se habló jamás. Ese vecino ya falleció y hasta daba charlas a los alumnos de la primaria y secundaria sobre su participación (su versión) en la Segunda Guerra Mundial. Eso pasa y pasó en nuestros pequeños pueblos de Argentina. Y nosotros lo tuvimos. Pero nuestro “buen vecino” le daba de comer a las palomas. Y nadie se incomodó, jamás. En nuestro film El último mandado, pasamos la versión de este “real vecino vinculado al nazismo” a una ficticia “anciana alemana vinculada al nazismo” que interpretó Ellen Wolf.

-¿La película se ha visto en festivales? ¿Qué recepción ha tenido?
Sólo se exhibió en nuestro 10° Festival Nacional de Cine con Vecinos, en su work in progress. Y se proyectó en el 23° Festival Internacional de Cine de Paraguay, en septiembre pasado. Tuvo muy buena recepción. En Paraguay preguntaban sobre ese detalle del “vecino nazi” que les resultaba una situación lamentablemente familiar en Paraguay. Y por las repercusiones, más allá de si les gustaba o no la película, tenemos la certeza que estas tres abuelas generan cierto magnetismo en la pantalla. Juntas son una nueva entidad. Y eso es súper suficiente para nosotros. Fue una linda idea congregarlas para este desafío cinematográfico express.

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