Título original: Smashed
Origen: EE.UU.
Dirección: James Ponsoldt
Guión: Susan Burke, James Ponsoldt
Intérpretes: Mary Elizabeth Winstead, Aaron Paul, Nick Offerman, Megan Mullally, Octavia Spencer, Mary Kay Place, Kyle Gallner, Mackenzie Davis
Fotografía: Tobias Datum
Montaje: Suzanne Spangler
Música: Andy Cabic, Eric D. Johnson
Duración: 81 minutos
Año: 2012
Compañía editora: Blushine
6 puntos
Al borde del abismo
Por Rodrigo Seijas
La filmografía de James Ponsoldt parece ser típicamente border, en el sentido de que las historias que cuenta y sus protagonistas están siempre al borde del precipicio, de caer en los peores lugares comunes. Por ejemplo, su más reciente película, The spectacular now, es un relato que está amenazando permanentemente con derrapar por completo, y en determinado momento lo hace -a partir de la aparición de un personaje decisivo para la vida del protagonista-, pero que es capaz de reencauzar su camino a partir de cierto respeto y cariño por los personajes, por sus construcciones previas y objetivos en la vida.
Lo mismo se puede percibir de Comenzando de nuevo, su anterior película, que consiguió bastante respaldo crítico y de las audiencias en la edición 2012 del Festival de Sundance -donde ganó el premio especial del jurado-, aunque luego tuvo un desempeño discreto en la taquilla, sin trascender más allá del circuito independiente. El relato se centra en un matrimonio, compuesto por Kate (Mary Elizabeth Winstead) y Charlie (Aaron Paul), sostenido en esa herramienta ideal para divertirse y eludir los problemas llamada alcohol. Ambos están borrachos aproximadamente el 100% del tiempo que pasan juntos, con lo cual la pasan fenómeno, hasta que ella empieza a darse cuenta que el alcoholismo no es algo tan inofensivo, sino que puede afectar otras partes de su vida, como la laboral, donde se desempeña como maestra. Cuando decide dejar la bebida y entrar en los típicos procesos de recuperación, a contramano de Charlie, quien sigue emborrachándose como si nada, los problemas que el alcohol tapaba empezarán a salir a la luz, poniendo en crisis a la pareja.
En cierto modo, Comenzando de nuevo sigue el mismo proceso que la pareja y las borracheras: durante la etapa en que el alcohol marca a ambos integrantes de la pareja, el film roza en muchas ocasiones el patetismo pero no deja de tener un tono hasta alegre, casi fiestero, retratando a dos individuos que son hasta tiernos en su irresponsabilidad. Cuando el alcohol sigue presente pero a través de la ausencia -con Kate ganando el protagónico casi definitivo-, es donde empieza a pisar fuerte el drama, es decir, las cuentas pendientes de Kate con su madre, la incapacidad de Charlie para acompañar a su esposa, las amistades y/o entornos antes vistos como jocosos y ahora como nocivos. Allí aparecen cuestiones -como el embarazo que finge tener Kate frente a la gente de la escuela que trabaja- que podrían haber sido trabajadas de manera más sutil y parecen estar sólo en función de giros posteriores en la trama.
Por suerte Ponsoldt no quiere ser un Iñarritú que pone a los personajes en los peores lugares posibles para decirnos que el mundo está muy mal, ni un Solondz que los contempla desde un pedestal con total cinismo. En la puesta en escena se percibe una comprensión por el derrotero que transitan, por sus infinitas imperfecciones y su necesidad de redimirse, por lo que jamás se los juzga. Eso se puede hasta notar en el personaje encarnado por Nick Offerman, que amenaza con quedar estancado en el lugar del asqueroso pervertido, pero a través de cierto humor y sensibilidad se salva con lo justo. Lo mismo sucede con Charlie, que queda demasiado de lado, con lo que su construcción queda resentida, aunque al final se acomoda dentro de lo que propone la película.
Lo que además es notorio en Comenzando de nuevo es que Ponsoldt sabe de dirección de actores y encima contó con un reparto acomodado a lo que pedía la historia. No sólo los mencionados Winstead, Paul y Offerman están muy bien, sino también Octavia Spencer y Megan Mullally. Todos ellos le aportan dignidad a sus roles y por ende al film, cuyo interés primario no parece ser tanto exponer los efectos del alcoholismo, sino analizar cómo muchas parejas están sostenidas en base a dinámicas dañinas, que los aíslan por completo del mundo. Hasta que uno de los dos de repente decide terminar con eso. Y ahí es cuando empiezan los líos, porque ya todos sabemos que las parejas no se pueden construir con una sola persona.


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