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Gambit: un plan perfecto

poster gambitTítulo original: Gambit
Origen: EE.UU.
Dirección: Michael Hoffman
Guión: Joel Coen y Ethan Coen, basados en una historia corta de Sidney Carroll
Intérpretes: Colin Firth, Tom Courtenay, Alan Rickman, Cameron Diaz, Terry Dale Parks, Cloris Leachman, Obi Abili, Togo Igawa, Julian Rhind-Tutt, Stanley Tucci
Fotografía: Florian Ballhaus
Montaje: Paul Tothill
Música: Rolfe Kent
Duración: 89 minutos
Año: 2012
Compañía editora: AVH


6 puntos


No tan perfecto

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

gambit unoRemake de un film protagonizado por Shirley MacLaine y Michael Caine en 1966, Gambit: un plan perfecto (editada aquí en dvd por AVH) es una renovación estilística y temática de aquella película por la vía del cinismo que le imprimen sus guionistas, los célebres hermanos Ethan y Joel Coen. Sin embargo, no deja de ser curioso el contrapunto que se da entre la maldad de los hermanitos, la amabilidad chispeante del director Michael Hoffman y la elegancia entre irónica y torpe de Colin Firth. En ese sentido hay que decir que todos estos elementos parecen conjugarse en la presencia siempre ocurrente de Cameron Díaz: su PJ Puznowski es una grasa texana que resume la idiotez que le adosan habitualmente a estos  personajes los guionistas, la chispa del director en los diálogos más jugosos y la elegancia de Firth cuando tiene que asumir el rol de mujer fatal.

Gambit: un plan perfecto es la típica película de trampas sobre trampas, de plan maestro para robar una obra de arte, algo que parece un poco vintage y que Hoffman sabe cómo narrar al estilo de aquellas películas de los sesentas, cuando estas comedias brillaban: un poco de misterio, bastante de enredos, una picardía sofisticada y mucha ligereza en el tratamiento. Pero a través del trabajo de los Coen ese andamiaje clásico adquiere la vitalidad de la modernidad, y es donde la película logra sus mejores momentos (en ese sentido se parece mucho a El amor cuesta caro, ejercicio de los Coen): en el comienzo, cuando el protagonista imagina cómo deberían suceder las cosas; en una larga secuencia dentro de un hotel que funciona a la perfección con un humor asordinado e incómodo. Es en esos momentos, también, donde brilla Firth, quien parece estar imitando a Michael Caine y cuya representación se pega extrañamente con el tema de la falsificación, eje central del film.

El mayor problema de la película es que muchas veces todos estos elementos no logran construir un producto compacto. Es como si por momentos los Coen estuvieran más preocupados en ser cancheros y evidenciar su mano en el guión, que en centrarse en la historia y en los personajes, y Firth estuviera demasiado atento a ser la imitación de Caine. De todos modos, Gambit: un plan perfecto tiene algunas secuencias de mucha gracia y una personalidad que le impide preocuparse por el cine que la gente consume actualmente, todo esto gracias al control que logra a veces ese buen director de comedia que es Michael Hoffman. Igualmente, una película que tiene a Alan Rickman en plan “soy el malo más hijo de puta de la historia” no puede ser del todo mala.

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