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UNASUR Cine 2013: las crónicas fantasma (I)

Por Daniel Cholakian

(@d_cholakian)

ilegalEl fantasma tiene otro tiempo. Un tiempo diferente al del resto de los mortales. La espera ya es parte de su eternidad, de modo que ocho horas de espera en un aeropuerto, el cambio de un hotel a otro y -dentro del nuevo hotel- de una habitación a otra. La sutileza y la intemporalidad son inmanentes a la condición del fantasma. Es así que pueden intentar negarle el acceso al cine, pero no lo lograrán.

De todos modos, sombra capaz de colarse entre las sombras, el fantasma encontró a un solitario Nicolás Gil Lavedra frente a un madrugado café aeroportuario, y logró sonsacarle información sobre su próximo proyecto cinematográfico. Se trataría de una comedia cassavetiana que tendrá un claro foco generacional. De cualquier modo para pensar en rodaje, tendremos que esperar hasta bien entrado el 2014.

Amarrado al destino suramericano, el fantasma armó su derrotero andino para la primera jornada. Más allá de la fascinación que produjo la magistral Graciela Borges en un reportaje íntimo en el que desplegó no sólo su histrionismo y su manejo de la pequeña escena, sino que también puso su propia mirada a la historia del cine de la segunda mitad del Siglo XX, a partir de un generoso anecdotario general.

En las pantallas Ilegal.co desplegó un discurso a propósito de la guerra contra la droga desplegada sobre Colombia por el gobierno de EE.UU. y que se identificó a partir de comienzos de este siglo como “Plan Colombia”. En la película se presentan dos tipos de informaciones diferentes y concurrentes. Por un lado, un conjunto de datos sobre el desarrollo de este plan (cantidad de hectáreas sembradas, cantidad de toneladas producidas, participación de Colombia en la producción internacional de la cocaína, precios de comercialización de la misma) y por otro lado las opiniones de expertos internacionales sobre las nefastas consecuencias sociales de la criminalización del consumo y de las conveniencias económicas que implicaría la legalización, así como el impacto en la disminución de la violencia que la propia ilegalidad genera. Testimonios de pensadores tan diversos como Milton Friedman y Noam Chomsky, que desde planteos y perspectivas teóricas aproximan a una misma conclusión, son parte del recorrido que propone la película. Formalmente es su parte medular un documental de cabezas parlantes, aun cuando está pautado por imágenes históricas y animaciones que permiten relatar algunas instancias históricas que son claves para entender el proceso presente. La banda de sonido de la película es potente y atractiva.

Desde Ecuador, la cuencana Tania Hermida presentó En el nombre de la hija. En una hacienda serrana, Manuela y su pequeño hermano Camilo, son dejados por sus padres con los abuelos. Aquellos van a hacer la revolución en Venezuela, donde los dueños de casa son conservadores y católicos, propietarios de la tierra y patrones. El verano de la niña comunista y atea será el del encuentro con una familia desconocida que incluye primos, abuelos, y los sirvientes que sometidos siguen las reglas familiares. Hermida estructura la narración en la tradición de los relatos de vacaciones que cumplen con la función iniciática. Sin embargo lo que aparece aquí es el valor del nombre y la palabra. La palabra esclava, la palabra que significa, el nombre como palabra. La apropiación de la palabra. Ser dueño de la palabra, conocerla, utilizarla, resignificarla. Y las palabras en los ritos. El rezo como función de control y como forma de piedad. Tania Hermida hace una comedia de preadolescentes por momentos notable por su inteligencia y simpatía. Si bien el conflicto real tarda en concretarse, a partir de allí se despliega una llamada a la fantasía que abre la puerta también a la adultez de la misma Manuela, que puede ser, alguna vez, Alicia. Los actores pequeños de la película, son realmente enormes.

Esta noche empezó en la madrugada de anoche. Una madrugada lluviosa, gris y fría en un aeropuerto. Y este protagonista allí, viendo partir el avión en el que viajaban otros. Aunque esta vez no haya sido el comienzo de una bella amistad. Final que no fue y que el fantasma añora. No perdáis de vista que él será siempre mucho más melancólico que el resto de los (in)mortales.

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