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La maestra serial + Conurbano I


MUY BUENAS


La palabra como clave para desarmar la lógica del poder y de la historia

Por Daniel Cholakian

(@d_cholakian)

maestra serialDos muy buenas obras del dramaturgo Gonzalo Demaría se están presentando en Buenos Aires (se acaba de estrenar una tercera, El diario del peludo, a cuyas funciones no pude aún concurrir). La maestra serial dirigida por Martín Blanco, es un unipersonal con la actuación de Lucila Gandolfo, mientras que Conurbano I, dirigida por el propio autor, está interpretada por Fanny Bianco, Daniel Campomenosi y Fabián Minelli.

Pensar las obras de un modo común es posible, pues ambas se inscriben en un trabajo sólido sobre la palabra como modo de organizar el poder -y el humor en el juego de las palabras como forma de pensarlo críticamente-, una inteligente mirada sobre la historia argentina -reciente o no tanto- y por la construcción del humor basado en textos brillantes que requieren de trabajos actorales muy sólidos, con lo vocal como un instrumento no disgregado del trabajo corporal, sino como parte de la totalidad del actor en el juego teatral.

Como ya lo había hecho en la notable y sorprendente La anticrista y las langostas contra las vírgenes encratitas, Demaría parte del humor y de la historia de nuestro país (en Conurbano I parece adelantarse incluso a la elección del cardenal Bergoglio como Papa), permitiéndose toda forma de incorrección política. Aparecen en sus obras miradas absolutamente ácidas sobre la religión, la educación, la corrección política a propósito de la sexualidad, el régimen político impuesto por el matrimonio Juárez en Santiago del Estero, Sarmiento, Bergoglio, Magnetto e incluso un momento maravilloso protagonizado por el gran Guerrero Marthineitz. La perspectiva que esta forma del humor -de la risa- impone al espectador lo empuja hacia una ruptura con el respeto a todos los pensamientos cristalizados y las “verdades” que la historia impone en los relatos tradicionales. Y lo hace con un trabajo de “capas” en el texto, donde la trama visible teje un cuerpo que adquiere volumen en las subtramas y discursos sobre el mismo relato que trae al frente. Esa complejidad permite que el espectador disfrute mucho la obra durante y después de la representación.

LA MAESTRA SERIAL

Una maestra normal (la ambivalencia no es inocente) se enfrenta a un interrogatorio donde deberá responder por un delito que desconocemos. Ella es la descendiente directa de la última maestra estadounidense traída por Sarmiento al país. Mientas aquella bajó del barco el día mismo en que el imputado de fundar la educación pública en Argentina falleció, la actual maestra ha sido impunemente despedida de su cargo frente a un grado. Pero ella es una educadora nacional, y muñida de su guardapolvo blanco como uniforme de superhéroe justiciero saldrá a las calles a impartir educación a los desposeídos e incultos por las calles del conurbano bonaerense.

Demaría apela al lenguaje provisto en los viejos textos de manuales escolares y por el modo de pensamiento de una anquilosada matriz positivista sobre el uno y el otro en el campo de la enseñanza, que sin embargo no está ausente en la ideología de burguesía urbana. La risa funciona aquí como un elemento que devela lo que aquel discurso esconde en cuanto a la concepción autoritaria, discriminadora y ordenadora de la educación formal. Y eso que ilumina a la ideología de esta maestra serial, también echa luz sobre el legado de Sarmiento. Habiendo sido un hombre contradictorio, su concepción sobre la centralidad del blanco, sajón y educado en el proceso civilizatorio es una marca que no puede esconderse en la ideología con la cual se fundó la escolarización popular en nuestro país. Puesto en el presente, la relación entre aquella maestra decimonónica y esta del Siglo XXI y su mirada sobre el cartonero, el chino o el negrito no puede evitarse proyectarla sobre la totalidad del modelo de educación sarmientina.

Lucila Gandolfo realiza un trabajo sobresaliente para ponerle voz y cuerpo a esta maestra que, orgullosa de su estirpe, va a enfrentar a la barbarie que aún puebla estas pampas devenida desorden urbano. En ningún momento cede a los excesos y construye a un personaje cuyo timbre y tono vocal remiten a un sentido del poder y la autoridad que para esta humilde maestra, se han perdido para siempre en la educación pública argentina.

En sólo cincuenta minutos imparables, en cuyo desarrollo el ritmo está perfectamente dosificado, Gandolfo lleva al espectador de las narices hacia un final en el que Demaría da rienda suelta a su gran manejo del juego con las palabras, que la protagonista aprovechará para lucirse con un cierre sin fisuras.

CONURBANO I

conurbano iLa historia del falso Papa urbano es apenas una excusa para la desopilante obra. Lo que cada personaje es en realidad, lo descubre el espectador a medida que transcurre la pieza, lo mismo que aquel secreto que se esconde detrás de una puerta misteriosa. Una sensual mucama ingresa al invulnerable hogar de una autoridad religiosa. Esa suerte de invasión es también parte del engaño. En cuanto al pontífice, veremos que el purpurado se propone como el único verdadero sumo sacerdote frente a las autoridades oficiales del (entre ellos el cardenal Magnetto). Lo que es cierto y es falso entre los tres personajes es sólo una excusa.

En la obra el discurso oficial de la religión aparece, como en las otras obras de Demaría, repuesto en un contexto humorístico de modo que se revela a sí mismo como el mecanismo de instauración de poder. Al texto, a lo puramente dicho, se suman las ceremonias y la vestimenta como instauradoras de las relaciones jerárquicas. La risa desmonta el dispositivo de dominación y lo hace evidente. Pero además del discurso oficial de la Iglesia como institución, la obra se anima contra “discursos oficiales” de otros órdenes, como por ejemplo el “bien pensar” de las elecciones sexuales. Porque al reír de la homosexualidad de las impostoras autoridades eclesiales, de algún modo Demaría pone en juego cierta estructura del discurso oficial de algunas organizaciones gays de un modo más que interesante.

Con un trabajo notable de los actores -más allá de la primacía del personaje que interpreta Fabián Minelli- la obra no se sostiene sobre un discurso unificado ni una estructura demasiado elaborada. Conurbano I es una construcción basada en la acumulación de situaciones que, desde la aparente incoherencia, reconstruyen el universo de la obra de Demaría: el lenguaje como dispositivo de poder, la jerarquía institucional, el negrito conurbano como “el otro”, como un diferente, dueño de una vitalidad primitiva y sensual. Nuevamente aquí el trabajo de los actores y la integración del decir más allá de la voz son centrales para la eficacia de la obra.

La risa es inevitable. La sensación de culpa del espectador frente a lo que le produce aquella gracia puede ser un efecto colateral no esperado.


Obra: La maestra serial. Dramaturgia: Gonzalo Demaria. Dirección: Martín Blanco. Intérpretes: Lucila Gandolfo . Vestuario: Sofía Di Nunzio. Iluminación: Gonzalo Córdova. Escenografía: Gonzalo Córdova. Música: Hernán Vives. Sala: El camarín de las musas (Mario Bravo 960; Ciudad de Buenos Aires), los jueves a las 21:30, viernes a las 21:00 y domingos a las 18:00.



Obra: Conurbano I . Dramaturgia: Gonzalo Demaría. Dirección: Gonzalo Demaría . Intérpretes: Fanny Bianco, Daniel Campomenosi, Fabian Minelli. Vestuario: Julio Suárez. Iluminación: Gonzalo Córdova. Escenografía: Alberto Díaz Navarro. Sala: Hasta trilce (Maza 177, Ciudad de Buenos Aires), los viernes a las 23:00 .

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