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La era del rock

Título original: Rock of Ages
Origen: EE.UU.
Dirección: dam Shankman
Guión: Justin Theroux, Chris D’Arienzo, Allan Loeb, sobre el musical de Broadway
Intérpretes: Diego Boneta, Dakota Sage Grant, Julianne Hough, Tom Cruise, Matthew Rush Sullivan, Alec Baldwin, Russell Brand, Bryan Cranston, Catherine Zeta-Jones, Paul Giamatti
Fotografía: Bojan Bazelli
Montaje: Emma E. Hickox
Vestuario: Rita Ryack
Duración: 123 minutos
Año: 2012


7 puntos


En la ciudad de los sueños (rotos)

Por Rodrigo Seijas

Debo reconocer que no conozco tanto las reglas del musical, básicamente porque no soy un gran fanático del género. Pero si me tuviera que guiar por la experiencia de contemplar un film de Adam Shankman, director de La era del rock, podría decir que en este universo las canciones sirven como instrumento para delinear, mediante rápidos y precisos trazos, a los diferentes personajes, que son puro presente para el relato ofrecido al espectador: no importa tanto el cómo llegaron a donde están, sino que están allí y deben continuar avanzando.

En este sentido, Hairspray, el anterior musical de Shankman, era bastante más efectivo que La era del rock a la hora de presentar a su protagonista, Tracy Turnblad, a quien rápidamente se podía identificar como una fuerza de la naturaleza dispuesta a arrasar con todas las convenciones en el Baltimore de 1962. En cambio, Sherrie y Drew, la pareja cuya historia de amor y ambiciones son los ejes del relato situado en Los Angeles de 1987, al principio no cuajan adecuadamente en la trama y causan empatía. En parte esto se deba a que, en cierta forma, son lo opuesto a Tracy: no vienen a luchar contra un sistema establecido, sino a confirmarlo en sus propuestas. Ambos buscan triunfar en el mundo de la música y no están muy preocupados por el mundo que los rodea, sino sólo por sus motivaciones individuales. Recién a medida que la historia avanza, con la chance de que el club Bourbon, el lugar que los albergó, termine cerrando por presiones impositivas y políticas, entrarán en verdadera conexión con su contexto y, por ende, con el público.

La era del rock es, tras su superficie eufórica y alocada, un film sobre el final de una época. Mientras en Hairspray, también situada en un corte temporal y de pensamiento, los buenos representaban la nueva etapa que surgía (donde las minorías empezaban a hacer oír su voz, ganando espacios que antes les eran vedados), en La era del rock los héroes pelean por defender un espacio antes ganado, intuyendo a la vez que el posible triunfo va a ser sólo momentáneo, porque su instante está finalizando. En un punto, hasta la banda sonora indica la transición estética que vive el rock a finales de los ochenta: los temas Anyway you want it y I want to know what love is, reconfigurados no sólo en su forma sino también en su significado, son ejemplos paradigmáticos.

A diferencia de un musical como Rent, que busca hacer todo un alegato social y termina empantanándose enormemente, La era del rock toma el camino más vital, enérgico y explosivo. En esto es muy posible que tenga que ver el guionista Justin Theroux, quien también participó en los guiones de Una guerra de película (un film que destrozaba todo) e Iron Man 2 (que se permitía reflexionar sobre la forma en que los héroes y referentes eran mostrados por los medios de comunicación). Y si hablamos de Theroux, tenemos que hablar irremediablemente de la actuación de Tom Cruise, quien retoma buena parte de los elementos deconstructivos que aplicaba para su Les Grossman en Una guerra de película (es difícil encontrar un ser más despreciable en el cine de los últimos tiempos). Es cierto que el resto de los actores, como Catherine Zeta-Jones, Paul Giamatti, Malin Akerman, Alec Baldwin y Russell Brand, están todos en clave muy paródica, muy desatados, pero lo de Cruise es extremo: es como una mezcla de todas las estrellas rockeras con un toque del Coronel Kurtz de Apocalipsis now. Un alma desolada, pero muy divertida.

Si comparamos Hairspray con La era del rock, podríamos hablar de un retroceso por parte de Adam Shankman, un cineasta esencialmente desparejo, que también ha pasado de comedias muy interesantes como Una intrusa en la familia a bodrios como Una niñera a prueba de balas. Pero aún así, es un film que merece no ser desestimado tan rápidamente, como ya hizo la crítica y el público estadounidense (donde fue un fracaso). En la Argentina el panorama también pinta difícil, pero no estaría mal que se puedan vencer ciertos prejuicios.

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