Título original: The Rite
Origen: USA
Director: Mikael Håfström
Reparto: Anthony Hopkins, Ciaran Hinds, Colin O’Donoghue, Alice Braga, Toby Jones
Guión: Michael Petroni
Fotografía: Ben Davis
Montaje: David Rosenbloom
Música: Alex Heffes
Duración: 112 minutos
Año: 2010
4 puntos
Terror Qualité
Por Guillermo Colantonio
Hubo un tiempo en el que el terror fue hermoso y libre de verdad, con el fuera de campo, la cámara subjetiva y mucho más. En efecto, antes de convertirse en una exhibición de atrocidades, gozó de muy buena salud, ya sea por la función subversiva de sus mejores exponentes para inyectarse en el imaginario colectivo o por establecer conexiones referenciales con el resto de la serie genérica. Hoy (salvo honrosas excepciones) ya resulta redundante encontrar filmes que prometen y se desbarrancan rápido por una pendiente plagada de lugares comunes.
Esto es lo que inevitablemente sucede con El rito. Su director, el sueco Mikael Hafstrom, pone en juego durante los primeros quince minutos (los mejores) un arsenal de elementos que colocan a la historia en la cornisa: el simpático argumento de un joven (Colin O´Donoghue) que huye de su padre (Rutger Hauer) con quien comparte la singular tarea de preparar los cadáveres para los funerales y termina accediendo a un curso de exorcismo en el vaticano como si de una beca trascendental se tratara porque su escepticismo no le permite progresar en el sacerdocio. Allí se topa con el padre Lucas (Anthony Hopkins), un cura poco ortodoxo que es capaz de atender un celular en medio del ensalmo o despojar de importancia al acto en sí (guiño a los espectadores) cuando le profiere a su aprendiz “¿Qué esperabas encontrar, sopa de arvejas o cabezas girando?” en un juego de clara alusión a la clásica película de Friedkin, El exorcista, aún perturbadora.
En efecto, este tono ligero, acompañado por prolijos encuadres que toman distancia de lo observado, variedad de ángulos de cámara para mostrar personajes y paisajes solitarios como objetos inertes, más ciertos duelos dialécticos interesantes, cae por un precipicio el resto del metraje cuando se elige un tono pomposo, una grandilocuencia en los diálogos espantosa y una prolijidad que apesta (con infaltable lluvia acompañada de solemne banda sonora). A partir de allí, todo se pierde y es como si a los zombies de Romero les pusieran pelucas y los hicieran danzar al ritmo de Mozart. Luego, el devenir argumental se transforma en una sucesión ininterrumpida de lugares comunes, de una impersonalidad absoluta y de un esfuerzo por copiar las atmósferas de un Shyamalan, con un cura (a lo Gibson en Señales) que recupera la fe, y un Hopkins con sus infaltables tics de Hannibal Lecter pero horneado (ya verán por qué).
Lamentablemente, la película comete una triple traición: a sí misma en lo que dejaba entrever en su planteo; al género mismo, al caer en la ampulosidad y pretenderse como “culta” en lo formal, buscando poesía donde no hay; y al espectador por prometer no darle sopa de arvejas y servírsela luego en porción doble. Al final, lo que queda, es un forzado viaje narrativo con el héroe devenido en elegido y la chica que lo acompaña, es decir, los sedantes a los que nos tienen acostumbrados el ochenta por ciento de las películas industriales.
Poco claro, ser mas concistente algunas veces en los comentarios realizados pueden ser de gran ayuda para quienes buscamos criticas serias, Tu critica en esta pelicula me llena mas de dudas que de certezas, palabras intrinsecas que no describen nada. en Resumen no entendi ni J se mas claro y objetivo, ( de onda, no lo malinterpretes por favor)
Matías:
Poco claro. Ser más concreto en tu comentario puede ser de gran ayuda para quienes buscamos observaciones serias a nuestras críticas. Tus palabras sobre mi reseña me llenan más de dudas que de certezas; palabras ambiguas que no me dicen mucho sobre tus cuestionamientos. En resumen, no entendí. Tratá de ser claro y personal, (de onda, no lo malinterpretes por favor). Saludos