Título original: Carriers
Origen: USA
Director: Alex Pastor, David Pastor
Reparto: Lou Taylor Pucci, Chris Pine, Piper Perabo, Emily VanCamp, Christopher Meloni
Guión: Alex Pastor, David Pastor
Fotografía: Benoit Debie
Montaje: William Goldenberg
Música: Peter Nashel
Duración: 84 minutos
Año: 2009
6 puntos
Sin reglas
Por Cristian A. Mangini
El debut de este dúo de directores españoles en Hollywood, los hermanos Alex y David Pastor, dista de ser demasiado original tanto desde la trama, los personajes o el apartado visual. La película continúa en la línea de algunos films de Romero (particularmente The Crazies) o Exterminio (sobre todo la primera), aunque también tiene una intensidad dramática que guarda cierta proximidad con otros films post apocalípticos como la reciente La niebla, de Frank Darabont, o La carretera, de John Hillcoat. Hay muchas ideas y algunos recursos explotados de manera ingeniosa, pero por momentos construye personajes demasiado unidimensionales para mostrar facetas que se extravían de la película y aparecen aislados, sin un trasfondo que los sustente. Por supuesto, uno podría pensar que en esta omisión podría haber un detalle interesante (precisamente, sucedía con la carencia de explicaciones de La carretera), pero lo cierto es que en el contexto en que está realizada la historia, y frente a un grupo de personajes que dista de ser heterogéneo, también se pone en juego la empatía que podamos sentir por quienes intentan sobrevivir bajo esas circunstancias trágicas. Sin embargo, también hay que mencionar que cuando comienzan a desdibujarse los estereotipos la película termina, no sin antes dejar un gusto agridulce en la boca donde vemos méritos y defectos por igual, con una prolijidad visual que no deja de ser un debut remarcable para este dúo de realizadores.
Entonces, tenemos a cuatro jóvenes en una carretera a bordo de un auto deportivo. Parecen estar de vacaciones, su ropa deportiva y el ánimo festivo de los diálogos sugieren eso tras un flashback en una playa que se puede asociar a las dos figuras masculinas: dos hermanos, uno mayor y uno menor, que luego asociaremos como Brian (Chris Pine) y Danny (Lou Taylor Pucci). Van acompañados por dos chicas, una es la novia de Brian, Bobby (Piper Perabo), y la otra es prácticamente una desconocida que tiene algún leve vínculo con Danny, Kate (Emily VanCamp). De repente el escenario cambia, surge el conflicto, un auto en el medio de la carretera bloquea el camino. El hombre (Christopher Meloni) no parece un enemigo y les pide por favor combustible. Hay tensión, el grupo discute, y de repente Kate observa que una niña en la camioneta que bloquea el camino tiene sangre en su barbijo. Esta “infectada”. Sin pensarlo dos veces Brian acelera a pesar de la desesperación del hombre y deja a la niña y al coche allí. Con este tipo de confrontaciones es con las que avanza la película: ¿supervivencia o integridad moral?, ¿es posible la convivencia de ambas o debemos abastecernos con una serie de reglas para evitar plantearnos el cuestionamiento y seguir adelante? De eso se trata, y esta introducción es sólo una pequeña viñeta del resto del film, donde los personajes conflictuados se mantienen en un margen que se va desdibujando a medida que se acerca el final del film, a medida que la amenaza se hace más próxima.
La amenaza es un virus mortal. No importa que virus, la cuestión es que es altamente contagioso y que no hay cura. De hecho, entre los planteos de las reglas de Brian se dice que “los infectados ya están muertos”. No hay esperanza. Entonces, volvamos a nuestro grupo de cuatro jóvenes conflictuados en una supervivencia imposible, intentando llegar a una playa de recuerdos de la infancia, mientras el camino y las situaciones se van haciendo cada vez más tensos, y tendremos el leitmotiv de la película. La supervivencia. Lo hemos visto antes, por supuesto. Aquí la peculiaridad está con la reglas y como atenerse o no a ellas, en como la moral o la humanidad pueden plantear un cuestionamiento en ese mundo paranoico, y como eso afecta a nuestros personajes. Hay engaños, giros previsibles y una evolución en la dinámica entre hermanos que logra picos dramáticos emotivos, con decisiones y recuerdos que demuestran las zonas oscuras y luminosas de cada personaje.
Hasta ahí se entendió la idea, la particularidad de este film que asoma entre el thriller y el terror. El problema está en que los personajes no aparecen tan definidos en ningún momento y que, por momentos los tendremos actuando como si se tratara de un film de terror serie B (piensen en un slasher en la línea de Viernes 13) o un thriller de supervivencia que incluye terror, en la línea de Exterminio. El primer registro es unidimensional y caricaturesco, mientras que el segundo mantiene un crescendo dramático más complejo, con personajes que se mantienen en la línea de un verosímil más elaborado ante una situación extraordinaria. Esto genera un distanciamiento inevitable porque veremos a los personajes actuar de manera aislada, bromeando luego de una situación traumática o sobreviviendo a cuestiones extraordinarias para luego caer presas de alguna estupidez que, repito, esperaríamos en un personaje de Viernes 13 pero no de esta película.
Pero el relato gana emotivamente. Hay una construcción visual y del sonido que nos dan una dimensión de la tragedia (fíjense sino en la sutileza del off en algunas secuencias o el imaginario apocalíptico de la carretera) y la relación entre los cuatro personajes centrales es coherente desde el primer minuto hasta el último, dejando a un doloroso desenlace del episodio con el personaje de Christopher Meloni como uno de los momentos más intensos de la narración. Sobra sangre y hay momentos perturbadores, pero no por nada es una película a la que le calza mejor el guante del thriller: todo aparece justificado para shockear desde lo emocional antes que desde lo visual e inmediato.
Por lo tanto tenemos a un film irregular, que alude de alguna manera a la gripe aviar (en una parte vemos una referencia a que los “asiáticos la trajeron”, demostrando las secuelas racistas del hecho), pero que abreva en el cine de terror de zombies, con planteamientos éticos que resultan universales. Quizá el guión no acompaña demasiado y el desenlace queda un poco en el aire, pero eso no quita que sea una película a tener en cuenta en función del verosímil que mantiene en el sombrío escenario que presenta.