Así, sí
Por Brian Macchi
Si se analiza que el último film de Juan José Campanella fue la espantosa y fallida Luna de Avellaneda en 2004, su nueva película, El secreto de sus ojos, podría ser una pseudo versión de El padrino para su filmografía, ya que aquí el director demuestra que puede hacer trabajos serios y de calidad, sin caer en la postura costumbrista, agobiante e innecesaria.
Esta reciente producción está basada sobre la novela «La pregunta de sus ojos» de Eduardo Sacheri, donde se cuenta la vida de Benjamín Espósito, un hombre que acaba de jubilarse después de trabajar como empleado en un Juzgado Penal. Para ocupar su tiempo libre, decide escribir una ficción tomando como base una historia real de un asesinato ocurrido en Buenos Aires en 1974, y de la investigación para hallar al culpable. Pero ya una vez abierta la puerta de ese pasado, al propio Espósito se le volverá imposible cerrarla.
A pesar de su sinopsis, este trabajo no se podría englobar dentro de la categoría de policial, ya que la trama va teniendo diferentes matices que, a su vez, cambian el género por el cual transita la cinta. Estas variaciones son perfectamente manejadas por Campanella, que opera con maestría los tiempos del film sabiendo cuando es el momento de la risa, del llanto o del espanto. Y quizás en este certero tratamiento se basa el trabajo para construir una historia que resulta atrapante y potente, que divierte, asusta y emociona a la misma vez.
Estos elementos son principalmente expuestos por una excelente creación en los personajes, siendo ellos quienes son amos y señores de la ficción, permitiendo que el espectador los tome como propios, identificándose con ellos y tomándolos como sus héroes. Estas características van acompañadas por un elenco que realiza brillantemente sus roles, en donde se destacan los protagonistas. Hablar de una nueva magistral actuación de Darin resulta ya algo obvio, pero hay que decirlo porque es la realidad. Su nivel ya se podría comparar (salvando las distancias) con Johnny Depp, ambos ya son una garantía de nivel actoral. Soledad Villamil demuestra su esplendor acompañando a Darin de manera excelente, sabiendo interpretar desde las risas hasta los silencios. Y el gran Guillermo Francella demuestra que no sólo es un admirable cómico, sino también un gran actor que supo darle a su rol como Sandoval las características necesarias para hacer un personaje querible e inolvidable. Del resto de las actuaciones, sobresale la tarea de Pablo Rago con una labor precisa y perfecta, junto con el sorprendente rol de José Luis Gioia como policía.
Además, se suma la destacada tarea en la reconstrucción de la época, mediante un acertado trabajo en la selección de la vestimenta y los objetos que se usan en cada lugar, como también la elección de los ambientes donde se filmó la trama, dentro de la cual se destaca la escena desarrollada en la cancha de Racing, que es la mejor de la producción. Ambos factores se unen y complementan en una excelente fotografía, realizada con detalle y precisión.
Más allá de todos estos componentes, la cinta contiene una sub trama en la cual se refleja mucho del ser argentino, ya que se muestran varias particularidades que representan a nuestro país. Desde el humor, pasando por las costumbres, hasta llegar a la referencia histórica. Aquí Campanella supo insertar su siempre presente “toque nacional”, pero de una manera inteligente y destacada. No obstante, lo que más impacta es la mención a lo que vivió el país durante algunos años. Según observó quien escribe estas líneas, la historia refleja gran parte de los acontecimientos que pasaron en esta tierra, dentro de la cual uniendo varios elementos, el asesinato y su posterior investigación podría ser una ingeniosa metáfora sobre la Argentina y es allí, en este mensaje escondido (que estima encontrar quien subscribe), se encuentra el punto más alto de la producción. Si se piensa de esta manera, los mensajes se encontrarán tan claros y precisos, en los cuales Campanella opina y critica como autor pero con el talento de no remarcar lo que expresa. La escena donde Ricardo Morales (Rago) le dice a Benjamín Espósito (Darin) “Usted dijo perpetua” es una muestra de ello.
Tal vez la principal falencia que tenga la cinta se encuentre en su parte final, ya que el director no logra que este tramo se encuentre bien ensamblado, resultando un cierre fraccionado, el cual nunca parece tener su desenlace por la búsqueda de no dejar cabos sueltos. Sin embargo, estos instantes resultan los más emocionantes del film, llevando a que se oculten medianamente los errores en la construcción del relato.
El secreto de sus ojos es una película que contiene todos los elementos como para ser recordada, por ser una producción nacional de buena factura donde la búsqueda es darle a la gente un trabajo de calidad, que la transporte a una eventual realidad, pero que a su vez la haga pensar en lo que está viviendo. En definitiva, brindarle al público ese maravilloso arte que es el cine. Y si este trabajo representa el despertar del mejor Campanella, un director que pueda mezclar lo popular, lo artístico y la excelencia, el cine argentino habrá ganado mucho. Ojala así sea.
9 puntos