Una máquina precisa
Por Brian Macchi
7 puntos
El automovilismo es una disciplina que causa furor en Argentina. Se podría decir, que ocupa el segundo puesto en importancia después del fútbol, junto con el básquet. Es una actividad que mediante sus dos principales categorías, el Turismo Carretera y el TC 2000, convocan una importante cantidad de público que, seguidos por la pasión y el fanatismo, llenan las gradas de los circuitos donde se realizan las carreras.
A pesar de esta característica, sorprendentemente no existen muchos films que retraten este ámbito que constituye un importante movimiento social dentro del país. Quizás por la falta de ideas, tal vez por la falta de presupuesto para filmar las carreras, el género automovilístico ha quedado abandonado dentro del cine argentino. Ni siquiera las historias que rozan los “fierros” ya se realizan.
Un producto que busca reparar este olvido es La leyenda, film que, con presupuesto y una acertada elaboración, utiliza la categoría del TC2000 para contar una historia de amores y odios.
La película cuenta la historia de un triángulo encabezado por Bea Ulloa, una seductora ingeniera de la escudería bicampeona del TC 2000, y dos pilotos, Juan Manuel Migliardi y Lucas Vallejos. Los corredores, de diferente experiencia, se encuentran enfrentados a raíz de una apuesta por el auto de uno de ellos, llamado “La leyenda”. La rivalidad se verá acrecentada cuando Bea los convoque a ser parte de su escudería, comenzando una intensa lucha entre ambos, que también será por conquistar el amor de la bella ingeniera.
Esta cinta es “de género”, ya que toma los elementos de los clásicos films de automovilismo y los inserta en una historia de tono más local. Cabe destacar, que esta no es una historia sobre el TC2000 sino que se utilizan componentes de esta categoría (los más espectaculares) para contar una ficción alrededor de ellos. Allí se encuentra la valía de la película, ya que en ningún momento se coloca en pose de “un largometraje fierrero”, sino que sólo lo toma como un ambiente atractivo para narrar esta trama.
Con este contexto, la cinta transita acertadamente en su duración por su fluidez y dinamismo, contando una historia que no es novedosa pero que resulta entretenida. La acertada labor de dirección permite que todo se desarrolle en forma precisa, porque no intenta realizar agregados extraños en una historia que es simple y se debe retratar de esa manera.
La dinámica del film está sostenida también por las buenas actuaciones, principalmente por dos de los protagonistas. Leonora Balcarce y Pablo Rago desarrollan eficazmente sus interpretaciones, siendo pilares importantes para el éxito del producto. Los aportes de Carlos Belloso, Luis Luque, Osvaldo Santoro y el magnífico Marcelo Mazzarello resultan primordiales para que la trama funcione, ya que sus roles pequeños son infaltables para darle a la producción un toque de frescura y talento. El tercer protagonista, Benjamin Rojas, puede ser comparado con Orlando Bloom, ambos son carentes de expresividad, ya que el ex Erreway ejecuta cada situación de la misma manera sin matices o cambios.
El film, también, intenta captar esa atmosfera fierrera que tuvo este año con el estreno de Meteoro, habiendo dos momentos en los cuales la cinta refiere al trabajo de los hermanos Wachowsky. Uno se produce al inicio de la película, donde llaman a Rago “el Meteoro de las pampas” y el otro, es una escena que resulta idéntica a la producción estadounidense, donde el corredor se encuentra sentado moviendo nervioso su pie.
Este “homenaje” sólo se ve en estas ocasiones, ya que a diferencia del producto hollywoodense, la producción nacional realiza (brillantemente, por cierto) cada escena automovilística de manera real, con autos, extras y circuitos existentes, sin casi aportes de la tecnología.
Todas estas características hacen que La leyenda sea un film que funcione, porque su narración es acertada y su factura es precisa. No será un trabajo que cambie la historia del cine o se recordará por los siglos de los siglos, pero es una producción que apunta a un género y logra su objetivo. Un producto digno para el espectador.