El túnel del tiempo del humor
Por Mex Faliero
Una semana después de ver Una guerra de película (sí,Tropic Thunder para todos nosotros), tener que ver Superhéroes: la película es como meterse en el túnel del tiempo del humor y retroceder 25 años cuando muchos de los chistes que aparecen aquí eran nuevos, buenos, atrevidos o sencillamente malos pero queribles.
Y me refiero específicamente a tres productos ejemplares de los 80’s como ¿Y dónde está el piloto?, Top Secret y La pistola desnuda, productos que a la vez eran una degeneración de lo que había planteado una década antes Mel Brooks con sus burlas a Hitchcock o a Frankenstein. Aquella trilogía del grupo ZAZ (en el medio estuvo la menorPor fin me la saqué de encima) tenía una gracia sumamente efectiva, basada en su mofa a los lugares comunes de los géneros que resultaba realmente subversiva y si uno las mira hoy, eran un prodigio de puesta en escena: la utilización del plano en Top Secret es de una inteligencia mayúscula.
El tema es que la modernidad les jugó en contra a los hermanos David y Jerry Zucker y a Jim Abrahams y en el trayecto pasó algo llamado Saturday Night Live, que comenzó a expulsar comediantes de la tele al cine y a demostrar que la risa es un músculo que se debe ejercitar con agudeza. Y salvo por La pistola desnuda 2 ½, cuesta ver desde 1990 para acá una sátira al estilo ZAZ que no cause vergüenza ajena.
David Zucker -tal vez el verdadero cerebro detrás de todo el asunto- andaba como bola sin manija y recayó en la tercera de las Scary movie, una que no era ninguna maravilla pero que al menos recuperaba un poco el encanto perdido y además aportaba algo, una décima, que era más que lo que los canallescos hermanos Wayans habían hecho. Uno pensaba al ver aquellos alienígenas, aquel presidente encarnado por Leslie Nielsen, que algo era posible. Pero no, luego vino la impresentable cuarta y así Zucker se aferró a esta nueva fórmula que después de todo funciona en el público, para mal de estos tiempos.
Y así, entre desvíos varios, llegamos hasta esta Superhéroes: la película, que está dirigida por Craig Mazin, pero producida por Zucker y que si uno la pone en abismo con las otras del estilo (Epic movie era la cima del asco) pareciera estar atacada por una cuota de dignidad. Dignidad que le aporta el protagónico de Drake Bell, un pibe con buen registro para la comedia; dignidad que le da una intención de salirse del molde Scary movie para recuperar la esencia de esos gags visuales acertados y esas líneas de diálogo que se animaban a esforzarse para jugar con el idioma, construyendo frases ocurrentes que reconstruían de alguna manera a los géneros cinematográficos (siempre me acuerdo de Leslie Nielsen investigando el departamento del malo en La pistola desnuda y gritando “bingo” al abrir un cajón y descubrir… ¡un cartón de bingo!).
Más allá de la recuperación protagónica de Leslie Nielsen, hay varios homenajes a aquellas comedias: parodiando alBatman de Burton aparece Robert Hays, el protagonista de ¿Y dónde está el piloto?, uno de los últimos planos es una copia fiel del último plano de La pistola desnuda. Y además, en varias líneas de diálogo se nota ese trabajo sobre el absurdo y la literalidad de las expresiones, algo que los Zucker sabían hacer como nadie. Allí sobresale en dos breves y notables apariciones Jeffrey Tambor como un médico que parece educado en la escuela Frank Drebin de abstracción mental.
Así como Scary movie seguía al pie de la letra a Scream (al menos en un comienzo), Superhéroes: la película tiene como molde al Spiderman de Sam Raimi, con un joven que es picado en este caso por una libélula, vive con sus tíos, está enamorado de su vecina y hay un villano relacionado con la investigación científica (el siempre ridículo Christopher McDonald). Ahora, sigo sin entender cuál es el sentido de estos calcos si la sátira más que a señalar la ridiculez del original, lo que hace es celebrar. Es más, parecen construidas para festejar lo hecho por los tanques de Hollywood en el último año con su rejunte de chistes sobre los títulos más recientes. En este caso que la parodia central sea a una película que tiene más de cinco años (con la brevedad que tienen hoy los éxitos) la convierte en un raro ejemplo de revival cinematográfico.
Si hay un acierto en la película, es que Zucker parece aprovecharse del molde Scary movie con el fin de potenciar y recuperar el humor de aquellas de los 80’s. Aunque claro, Mazin vuelve una y otra vez al humor de atrascanada y pedorrea como única forma de ser efectivo. Y no lo logra porque no tiene el pulso para construir un gag visual, ni de que ese chiste tenga un sentido crítico más allá del de copiar un material original desde un lugar supuestamente gracioso.
Porque a ver ¿quién no recuerda el chiste de Nielsen orinando con el micrófono en la solapa puesto mientras el golpe del líquido cayendo se escuchaba en la otra sala colmada de funcionarios? No era nada sutil la broma. ¿Pero por qué ese chiste funcionaba? Porque lo que importaba era el contexto del chiste, porque partía de la observación y la probabilidad potencial de absurdo que tenía la situación y porque los personajes involucrados en la escena (alcaldes, autoridades policiales) eran burlados y puestos en ridículo. Está claro, lo que molesta no es la ordinariez (no a mí, al menos), sino la falta de timming, de trabajo sobre la puesta en escena, de inteligencia para plantear una situación cómica que trabaje sobre otros niveles de la risa.
Y entonces uno debe reírse de alguna pavada, obligado a sentir nostalgia por lo que fue. Casi nada funciona enSuperhéroes: la película, más que un par de momentos en el que nos transportamos a un lugar donde este tipo de humor era probable y donde éramos más chicos. Y me pregunto: ¿será que éramos más chicos? No sé, lo cierto es que el humor hoy pasa por otro lado. En todo caso tener a Tropic Thunder y a Superhéroes: la película juntas en la pantalla nos permite observar el detalle de cómo crecimos.
4 puntos