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Funcinema

Paranoid Park

Muy rico todo, como siempre

Por Juan Francisco Gacitua

Bueno, estamos hablando de una nueva película de un tipo que hizo todo lo bueno por hacer en una filmografía (podría venir con una de 3 horas, sin intervalo ni lógica, pero así está perfecto).

Le debe pasar a Jay-Z, a Bruce Springsteen, al director que aludí recién o a David Cronenberg: seguir produciendo de esta manera puede ser letal. Aunque ya pasó por un período claramente menor, Van Sant parece no encontrar límites convencionales para sus obras: mantener su pulso para contar una matanza escolar y la agonía mental de Cobain sería la muerte para muchos grandes.

Más allá del entorno escolar y el hecho principal que trae aparejada, Paranoid Park se asemeja más a Last Days que a Elephant, porque aquí hay que acercarse nuevamente a una persona, y entender por qué hizo “eso”. La respuesta, en este caso, también es distinta: Alex no sabe a ciencia cierta por qué mató a ese guardia. Menos sabe cómo fue que lo mató (más allá de la explicación técnica), no sabe cómo le pudo pasar eso en una noche tan tranquila. El entorno de importancia al principio no es el escolar, sino el del parque del título, con su pista de skate, donde entre algunas estúpidas tomas en super 8 (perdón, serán bellísimas al lado de los típicos videos frenéticos con punk californiano, pero tienen intenciones muy dudosas) empieza la historia para Alex, que queda encantado y decide volver esa fatídica noche, con el auto de mamá y la coartada hecha con un amigo, que, por su parte, va por un poco de sexo seguro con la chica que se come. El aspecto incidental de lo sucedido en las vías del tren, y el ambiente en el colegio desechan toda reflexión sobre la violencia juvenil que se pueda abducir (¡y menos compararla con los recientes episodios en Argentina! Léase en El Amante 195).

Este punto temporal es el inicio del film, al que luego le encontraremos explicación (ustedes ya habrán concluido: Van Sant sigue alterando el tiempo): Alex le cuenta a Macy acerca de su preocupación por algo que no puede arreglar, ésta le recomienda escribirle una carta con lo sucedido a alguna persona. Si el tío le pregunta qué está haciendo, dice que algunas cosas del colegio. Si no, se va a algún lugar pacífico.

Más tela para cortar: qué hizo luego del (que considero) accidente, su reacción cuando la televisión cubre la aparición del cadáver, sus dudas acerca de la relación con Jennifer (sexo seguro y repetido con minita linda versus independencia de coger con la que uno quiera, que termina en un rompimiento ¡con música de Rota!*), las excusas a mamá, y lo más preocupante, que la policía empieza a husmear en el colegio, pide reunirse con todos los skaters para “conocer un poco más a la comunidad”, y finalmente el detective que le pregunta qué hizo esa noche, con qué pidió el sándwich en Subway (volvé, te perdonamos), y con qué lo bajó.

*Más allá de esa escena suave pero demoledora, hay una musicalización estilística en el caminar de Alex, y cuando las amigas se lo encuentran en el shopping, además de muchos primeros planos. Miren cómo putean, cómo sonríen, miren el pelo de Alex, los granitos de Macy, ¿no es hermoso todo? Le pasa como a Jay-Z, Springsteen, Lynch o Cronenberg: Van Sant puede decir lo que quiera, que va a ser genial.

10 puntos

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