Esta reversión musical es casi un pedido de disculpas por parte de Tina Fey, que, por fuera de algunos logros formales, traiciona el espíritu del pequeño clásico del 2004.
Clint Eastwood vuelve a abordar un hecho real, pero las operaciones discursivas y narrativas a las que aquí recurre lo llevan a perder la complejidad habitual de su cine.
Con una gran actuación de Ben Stiller, este film resulta el debate interior doloroso y terrible de un tipo que se siente totalmente insatisfecho con su vida.