Esta comedia negra representa un cambio de tono y registro en el cine de Santiago Mitre, y también una posibilidad para el cine nacional de abordar determinados temas con mayor ligereza.
A partir de hechos reales y fiel a su estilo, François Ozon se mete en las partes más oscuras del mundo masculino y construye un relato que jamás nos deja indiferentes.
La relación entre un padre, su hija y su amante, y una reflexión sobre el sexo y el amor trae este último film de Garrel. Siempre fiel a sí mismo y siempre sorprendente.
Una película cursi que podría durar 20 minutos y estaría bien, pero no: dura 113 y atravesarla significa tener que enfrentarse a lugares comunes y mensajes obvios.