La película de Jacek Borcuch se mete con temas más que atractivos de suma urgencia en la Europa actual, aunque termina resolviendo todo con una metáfora de lo más burda.
Esta comedia italiana se burla de una sociedad que pide cambios al poder, pero no está dispuesta a corregir sus propios malos hábitos. Sin embargo toda crítica queda sepultada por la ramplonería de su humor y la falta de rigor.