La miniserie de Marvel cierra con otro capítulo decepcionante, en el que todas las promesas de un tono más adulto se desarman ante una resolución sin vuelo.
Christopher Nolan sigue con firmeza y convicción entregado a un cine soporífero, plagado de trucos y pretensiones varias. Un aburrimiento sobrecargado para disimular el vacío.
La nueva incursión de Kevin James muestra las limitaciones actuales de su mundo cinematográfico, en un relato con algunas ideas interesantes pero que cae en la repetición.