La película de Olivia Newman tiene algunos aciertos formales, pero desbarranca hacia el final por una resolución que precisa de la suspensión de la credulidad.
Este film protagonizado y dirigido por Adam Goldberg tiene una apuesta bien definida. El problema es que esa apuesta lo lleva por el rumbo menos indicado para lo que quiere contar.
En su ópera prima, Ryan Coogler entrega un relato que no necesita de subrayados para convertirse en un retrato social y donde ya deja en claro su capacidad como realizador.