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Funcinema

Casa Linguee


Muy Buena


CASA QUE DUELE

Por Mariana Jaqueline Ramirez

(@funcinemamdq)

En un espacio casi a oscuras yacen dos hombres, esperando algo o alguien, no se sabe bien qué. La oscuridad cortada por un rayo de luz cálida y el sonido de unas cuerdas provoca una sensación inquietante que perdurará a lo largo de la puesta.

El director Christian García organiza Casa Linguee en dos partes. En los primeros minutos se reina una incertidumbre que parece encarrilar hacia un camino confuso, con relaciones humanas extremadamente frías. Pero de repente se produce un giro inesperado y el clima en la sala se hace más amigable.

En ese extraño clima ingresa un joven, quién será el “bicho raro” entre los empleados que conocen el funcionamiento y la costumbres de la casa fúnebre. El mismo está allí para solicitar el puesto vacante. Pese a su buena predisposición, se topará con varios obstáculos que, claramente, le resultan inentendible. A medida que avanzan los minutos, van arribando todos los trabajadores, uno más siniestro que el otro. Todos juntos se preparan para brindar un nuevo servicio, que dejará huellas en sus memorias y se aprovechará como excusa para iniciar al joven. El grado de rareza -o siniestralidad- de cada uno es consecuencia de su trabajo que requiere mucha frialdad y, a su vez, consideración. Aquí, se valorará el no compromiso con el otro, pues, quien logre ese objetivo podrá mantenerse allí y seguir de pie luchando contra sus sentimientos más ocultos y dolorosos.

Las escenas son un caos organizado: cada personaje está en la suya, dicen y hacen lo que quieren sin escuchar realmente al otro. Esto da como resultado varias voces que se van superponiendo con relatos que son por un lado, traumáticos y, por otro lado, incoherentes. A medida que avanza la obra, llega a su clímax y no se sabe bien quién está tomando el pelo a quien dentro de ese caos organizado. Pero no, esto simplemente es el modo que encuentran para subsistir en tan agobiante espacio. Es por eso que hacia el final de la pieza descubrimos una lógica marcada por los relatos evocados por cada empleado.

El elenco está conformado por quince actores en escena, es un grupo de brillantes actores que entregan toda su labor artística en esta puesta. Cada uno de ellos funciona desde un lugar minúsculo como protagonista, empezando -como ya se comentó- fríamente para luego renacer en una humanidad de profundad sensibilidad, llena de recuerdos que retornan con ese clima mortuorio.

Desde la dirección y la puesta en escena muestran un mundo inquietante producido por el destacable trabajo que logran con el fuera de escena, pues ese espacio que percibimos por los sonidos y las insinuaciones de los personajes está latiendo fervientemente en el espacio escénico.

Hacia el final, llega el momento de los aplausos -bien merecidos para los actores- pero se produce una sensación rara en el público: saben que esta quincena de actores se merecen una terrible ovación pero el contenido de la pieza es tan duro, que el aplauso cuesta. La muerte nos atraviesa a todos, y este grupo de actores sabe muy bien como exprimir hasta el último sentimiento en los espectadores. ¡¡Aplausos!!


Dramaturgia: Christian Garcia Actúan: Paula Aguirre, Gustavo Barbeito, Natalio Bellíssima, Yamil Chadad, Lucas Crespi, Estefania D’Anna, Fernando De Rosa, Mariela Finkelstein, Christian Garcia, Claudio Maino, Alejandro Pérez, Daniela Piemonte, Julián Sortino, Ricardo Tamburrano Intérpretes De Reemplazo: Sabrina Lara Vestuario: Casa Linguee Maquillaje: Paula Aguirre Diseño de luces: Ricardo Sica Diseño gráfico: Daniela Piemonte Asesoramiento artístico: Damian Moroni Asistencia de dirección: Daniela Piemonte Prensa: Corre y Dile Prensa Dirección: Christian Garcia Sala: Teatro del Abasto (Humahuaca 3549, CABA) – Miércoles a las 21:00.

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