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La suerte de la fea


Excelente


LA TITIRITERA QUE QUERÍA SER TÍTERE

Por Melina Martire

(@fancinemamdq)

 

Violín de compra y venta: entrañas una historia sentimental
¿Quién te condenó a telaraña?
Tú que tal vez solías sonar canciones nostálgicas, rotas, en manos del alemán que mató el polvo de la coca.
En manos de la musicanta que hoy vende su carne seca en un burdel o en otro canta burdas canciones grotescas.

Fragmento del poema A las tres bolas – Raúl González Tuñón

la_suerte_de_la_feaLa suerte de la fea pudo haber sido en realidad la suerte de cualquier mujer. Ese momento que te marca para toda la vida en que tu compañera de la clase de baile es tocada por una varita mágica y convocada para ser la bailarina principal mientras vos te dedicás a ayudar a la maestra con el bordado del vestuario; ese momento en que el compañero de la primaria que tanto te gusta, elige a otra niña, la que es considerada la más linda de la clase para un juego de prendas en un cumpleaños. Retratos de situaciones similares muestran siempre a otra mujer, definida como “más linda y con más gracia” para estar frente a un escenario, para dirigirse al público y cautivarlos.

La obra, dirigida por Paula Ransenberg, narra los vaivenes de la vida de una intérprete de viola que, condenada a los fosos lúgubres de bares masculinos, dedicó gran parte de su tiempo a tocar escondida la música que mujeres más hermosas que ella simulaban ejecutar. Una música que ha llegado a despreciar su instrumento y todo lo que de él emana hasta que una nueva figuranta contratada por el dueño del bar compone con ella, cada una desde su lugar, un espectáculo inolvidable. Lo que puede ser su gran oportunidad de trepar al escenario, se transforma luego en tragedia. Sucesos narrados desde el pasado hasta el presente de la protagonista, van tejiendo una trama que va desde la frustración y la impotencia hasta la venganza, la humillación y la revancha. A través de estos sentimientos, la ejecutante de cuerdas desnuda sus miserias y dolores, interpretada maravillosamente por Luciana Dulitzky, y con música en vivo del violinista Federico Berthet.

Sin embargo, la obra no se queda sólo en una historia melancólica de una fea sin suerte, sino que retrata con gran contundencia y conocimiento histórico el ambiente de esos primeros años del siglo XX, época de bares con espectáculos para hombres, deseosos de satisfacer por un rato su vista ante mujeres poco talentosas pero con gracia sensual; sin dejar de mencionar cuestiones tales como el trato del dueño del lugar para con sus empleadas, la mala paga, la vida en las pensiones, el abuso, los desbordes producto del alcohol, la humillación y la discriminación.

La escenografía, reducida al pequeño espacio donde se posan las figurantas, mezcla de balcón y vidriera de exhibición, sin recurrir a un gran despliegue espacial, condensa allí de un modo muy ingenioso todos los elementos necesarios para que el espectador pueda transportarse al universo de una mujer que busca, a cualquier precio, el lugar que nunca tuvo.

Sobre el impecable texto de Mauricio Kartun, Ransenberg y Dulitzky construyen una historia conmovedora.


Dramaturgia: Mauricio Kartun Actúan: Luciana Dulitzky Intérpretes: Federico Berthet Vestuario: Alejandro Mateo Peinados: Granado Diseño de escenografía: Alejandro Mateo Diseño de luces: Fernanda Balcells Realización de escenografía: Los Escudero Realización de vestuario: Lucina Tropini Música: Federico Berthet Fotografía: Alejandro Ojeda Diseño gráfico: Zkysky Asistencia de dirección: Marcelo De León Prensa: Marisol Cambre Dirección: Paula Ransenberg Sala: Timbre 4 (México 3554, CABA) – Domingos a las 17:00.

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